«Espero que sirva para que haya una explosión creativa»
RUMBO A LA SOCIEDAD POSPANDEMIA ·
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RUMBO A LA SOCIEDAD POSPANDEMIA ·
Tras dos años batallando por no tener que bajar el telón, López espera que las restricciones sean ya historia y que regrese el hábito de ir a conciertosEl mes que viene, la sala Dabadaba cumplirá ocho años desde que tres jóvenes melómanos decidieron comprar el viejo salón de billares junto a las vías del tren (antigua imprenta durante los 70) para programar música. «Hacíamos de todo, desde servir en barra, la limpieza, taquilla, ropero... Y ahora mismo somos más de veinte personas entre comunicación, producción, camareros, puertas...», recuerda Álex López, socio fundador de la popular sala de conciertos en Egia.
Una familia cada año más numerosa que, desde el principio de la pandemia, ha estado en ERTE. «Ahora ya no», dice López, «por suerte».
11.851 conciertos se celebraron en 2020 en el Estado en comparación con los 91.106 de 2019, según un estudio de OBS Business School. Supuso una caída del 87% en el número de conciertos.
Ayudas El Gobierno Vasco destinará 22.226.000 euros al ocio nocturno, entre 2.000 y 70.000 euros por establecimiento en función del número de trabajadores y su hora de cierre. Se podrán solicitar hasta el próximo lunes.
Facturación La música en vivo en España facturó en 2020 un total de 138.580.764 euros por venta de entradas, un 63,78% menos que en 2019.
24% Aumentaron los ingresos por venta digital y reproducción en 'streaming'.
Estos dos años de confinamientos y restricciones han supuesto una batalla por la supervivencia, pero el impacto emocional llegó justo antes. «A finales de 2019 vimos por primera vez que esto iba bien y que Dabadaba había hecho 'clic' en la ciudad. Y, de repente, nos sorprendió el confinamiento que, en realidad, mantuvo el 'Daba' cerrado hasta diciembre». Buscaron nuevas fórmulas para reabrir, desde conciertos sentados hasta otras más cercanas a la hostelería con menús de 'brunch' dominicales. «Pero era una experiencia cultural mutilada».
«El golpe más duro ha sido el último, porque ya éramos conscientes de lo que debíamos y las ayudas no llegaban. De verdad llegamos a pensar que íbamos a morir en la orilla». López reconoce que plantearon echar el cierre y que «todos los meses nos teníamos que convencer unos a otros de hacer un intento más».
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De los límites de aforo, tener al público sentado, las distancias de seguridad y el pasaporte covid, asegura que la medida que más ha afectado a Dabadaba han sido los horarios de cierre. «Cerrar un club a las once de la noche anula su propia esencia. Aunque los conciertos sentados han tenido su gracia y la gente ha sido comprensiva y se ha adaptado».
Y eso es quizá lo que más agradecen Álex López y su equipo, la fidelidad de un público con una sala que sienten como propia. Una confianza que se tradujo en el claro apoyo a iniciativas como DBDB Wallet, con la que se pidió una llamada urgente a la acción «para seguir abiertos». Wallet era un monedero digital con el que aportar capital a Dabadaba: por cada 10 euros invertidos, la sala ponía un euro más, que el usuario podía gastar en conciertos, en barra o en compra de discos. Un mes después, Dabadaba lograba una inyección de 10.000 euros. «Miraba la cuenta por las noches y veía amigos, familiares, conocidos... y me emocionaba».
Sin embargo, el fundador asegura que ha notado un cambio claro de hábitos. «Hay gente que ha descartado esto como forma de ocio, al menos de momento». Pero, por otro lado, cree que el mayor cambio se ha producido en los hábitos de compra pues «el 'modus operandi' anterior a la pandemia era de comprar con mucha antelación. Ahora, dos semanas antes llevas cinco entradas vendidas y en los últimos días se compran noventa y pico».
«No ha habido momentos buenos, pero sí que ha tenido algo único, como de cierta neblina a lo 'Twin Peaks'». Una niebla que empieza a disiparse con el salvavidas de los fondos europeos, a los que aún les falta fecha. «¿De qué sirve que me lleguen las ayudas en junio si la empresa casi se me muere ahora? Todo ha sido muy rápido para los cierres y muy torpe para esto».
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Con la esperanza puesta en los festivales de verano, de los que beben muchas salas de conciertos, López espera «que todo esto sirva para que se produzca una explosión creativa y musical», pero echa en falta mayor unión a nivel europeo, «como un cierto lobby que se comprometa con las agendas culturales de todos los países en Europa». «Suena un poco ingenuo decirlo, pero el que no haya conciertos en Francia o en Holanda nos afecta. Sin giras internacionales nos quedamos sin programación», concluye.
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