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Backstreet Boys en San Sebastián

Lipotimias, avalanchas y desmayos: 25 años de la visita de los Backstreet Boys

Donostia vivió el 11 de julio de 1999 el evento de masas más representativo de lo que significa el fenómeno fan

Ion M. Taus

San Sebastián

Viernes, 12 de julio 2024, 06:55

El 11 de julio de 1999, Donostia vivió el que probablemente ha sido el evento de masas más representativo de lo que significa el fenómeno fan, con todo lo que conlleva: histeria colectiva, gritos, desmayos, carreras y un espectáculo para la historia. El concierto de los Backstreet Boys en San Sebastián, del que este viernes se cumplen 25 años, no solo fue un espectáculo musical, sino también un evento que demostró el poder y los riesgos de la devoción adolescente y los desafíos que supone gestionar un evento masivo con un público ansioso y rozando el delirio.

Desde una semana antes del concierto, cientos de fans comenzaron a acampar en las afueras del estadio de Anoeta. La mayoría de ellas eran adolescentes que no querían perderse la oportunidad de estar en primera fila para ver a sus ídolos de cerca. Con sacos de dormir, comida y fotos de los Backstreet Boys, soportaron largas horas de espera. «Estáis locas», les dijeron sus padres a Susana, Patricia, Amaia y Ane cuando se largaron de casa a las seis de la mañana para apostarse con todos sus bártulos en la puerta del Velódromo de Anoeta. A ellas les daba igual lo que pensasen sus progenitores, «si hace falta, nos escaparíamos», afirmaban a DV en las crónicas de aquellos días.

Jóvenes haciendo cola días antes del concierto. Sara Santos

Durante los días de espera no hubo problemas en los exteriores del reciento. Pero el día del concierto, la llegada del mercadillo dominical obligó a las fans a moverse de su lugar en la fila, aumentando su ansiedad por perder un buen puesto. A medida que avanzaba el día, la multitud de adolescentes, casi todas con camisetas y pancartas del grupo, fue creciendo. La gravedad en la que podía desembocar la situación ya se empezó a palpar a primera hora del mediodía cuando todavía no se había habilitado ninguna valla o sistema para moderar la entrada en el recinto. «Los organizadores sólo se han preocupado del bienestar de las que llevan esperando una semana, el resto vamos a entrar como ganado», explicaba una fan del grupo. Pasadas las 16.00 horas, cuando el calor de julio apreetaba, hubo una «pequeña alarma» por el incremento de casos de desmayos y lipotimias. Hasta 20 jóvenes tuvieron que ser atendidas a pesar de los precarios esfuerzos de Ertzaintza y Policía Municipal que llenaban con agua del grifo las botellas vacías que se encontraban. Para paliar la falta de agua, una unidad del cuerpo de bomberos de San Sebastián acudió a las 16.30 y habilitó un par de regadíos y mangueras para que todo aquel que quisiera se refrescara.

Miembros de la DYA atienden a una joven en las horas previas al concierto. Mikel Fraile

Los organizadores permitieron acceder a una zona acotada en el exterior del velódromo al grupo de fans que habían estado haciendo cola varios días. Una cantidad cercana a las 5.000 personas empezaba a formar avalanchas, lo que multiplicó los casos de desmayos y golpes que tuvieron que ser atendidos. Dado el descontrol de las adolescentes, más de 50 miembros de la Ertzaintza, DYA y personal de la organización del concierto, crearon un cordón humano para evitar que las jóvenes se lanzaran contra las vallas de entrada. A medida que se acercaba la apertura de puertas la tensión crecía y miembros de la DYA llegaron a «temerse lo peor» por la escasa colaboración del público femenino.

Las fans corren para coger el mejor sitio posible para el concierto. Mikel Fraile

Los momentos más caóticos se vivieron nada más abrir las puertas. En una de ellas se tuvo que desmontar el pasillo con forma de T que permite, en circunstancias normales, un mejor goteo de los espectadores. Los golpes, avalanchas y empujones se empezaron a suceder entonces, a pesar de los esfuerzos de la DYA que, en vano, intentaba calmar a las jóvenes que iban accediendo. Durante más de media hora el goteo de gente a través de las dos entradas fue contínuo lo que provocó numerosos malentendidos por gente que perdía a sus acompañantes. La DYA llegó a realizar un total de 350 servicios, de los que 100 fueron durante el desarrollo del concierto, debido a lipotimias y desmayos. «Y luego dicen que el Heavy Metal es violencia...», ironizaba un miembro de los organizadores.

Por fortuna, el caos se disipó después de que el público accediese al Velódromo Los Backstreet Boys llegaron al escenario del Velódromo de Anoeta alrededor de las ocho de la noche, comenzando su espectáculo con un despliegue espectacular que incluyó efectos pirotécnicos y coreografías impresionantes. El concierto tuvo dos partes diferenciadas, una primera, en la que hicieron baladas y la segunda, más pop. Acompañados por seis músicos muy buenos, no lleván sonido pregrabado de fondo, Brian, Kevin, Howie, Nick y A.J. desarrollaron sobre el escenario pentagonal un tipo de show dance pop con ribetes a lo Michael Jackson. Una coreografía muy visual, en la que intervinieron frecuentes cambios de ropa propició una estética espectacular para la que contaron con el apoyo de cinco excelentes bailarines que mantuvieron el nervio de la escena durante las dos horas del show. La parte central del concierto la dedicaron a sus más conocidas baladas, y la segunda, la más movida, con cantidad de apoyo de bailes hizo cobrar vida al escenario. Algunas chicas fueron invitadas a subir al pentágono.

Varias imágenes de la actuación de los Backstreet Boys en el Velódromo de Anoeta.EFE
Imagen principal - Varias imágenes de la actuación de los Backstreet Boys en el Velódromo de Anoeta.EFE
Imagen secundaria 1 - Varias imágenes de la actuación de los Backstreet Boys en el Velódromo de Anoeta.EFE
Imagen secundaria 2 - Varias imágenes de la actuación de los Backstreet Boys en el Velódromo de Anoeta.EFE

El concierto fue colorista, con efectos de pirotécnia y apoyo visual de pantlallas de video. Backstreet Boys es un equipo muy profesional, que han canto y bailado en escena, sudado la camiseta y trabajado duro sobre el escenario. El ambiente que se creó en el recinto les acompañó todo el tiempo, las chicas no dejaron de gritar y vitorearles y se mantuvieron la mayoría al borde de la histeria

Después del concierto, los Backstreet Boys disfrutaron de la noche en San Sebastián. Howie Dorough cenó tranquilamente en Portuetxe, degustando un menú típico vasco, mientras que Brian Littrell, Kevin Richardson, Nick Carter y A.J. McLean se relajaron en la talasoterapia La Perla, que abrió sus instalaciones especialmente para ellos.

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