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'Congo', el primer álbum del brasileño Rodrigo Tavares, es un disco atípico por varios motivos. Para empezar por lo más anecdótico, aunque quizá no lo sea tanto, resulta muy poco habitual que un artista debute discográficamente pasados ya los 40. Pero, más ... allá de esa circunstancia, es su música lo que desorienta al oyente, que no encuentra los asideros usuales para ubicarse estilística y geográficamente: las piezas de Tavares son delicados instrumentales que parecen prestar más atención a la fluidez que al gancho pegadizo, como un jazz tan esquemático y difuso que deja de ser jazz, y lo mismo pueden evocar el pop espacioso y abstracto de Durutti Column o los últimos Talk Talk que los rizos melódicos de la música etíope. El propio guitarrista ha admitido que trataba de confeccionar una obra «geográficamente imprecisa» e incluso «geográficamente engañosa», aunque también es verdad que, a medida que se avanza en la escucha (y pese a ese título que parece señalar en la dirección errónea), van acumulándose pistas que delatan su origen sudamericano y, más concretamente, brasileño.
Tavares empezó a tocar la guitarra a los 11 años y, en la adolescencia, encarriló su vocación por los canales habituales de formar bandas y actuar en directo. Pero, a partir de ahí, trasladó la música a un ámbito más privado y académico: cursó un máster de Estudios Culturales en Londres, formó parte de un grupo de investigación del pop y se limitó a tocar fundamentalmente para sí mismo. Según ha explicado, dos momentos clave le llevaron a cambiar de actitud y dar forma a 'Congo'. El primero fue un concierto de Sun City Girls en Minas Gerais, el estado donde reside: Tavares tuvo que conducir seis horas para escuchar al imprevisible grupo estadounidense en un antiguo club gay, pero mereció la pena, porque aquella actuación ajena a toda convención se convirtió en una experiencia estimulante y transformadora. El segundo fue una visita a un popular médium y curandero llamado Juan de Dios, que practica sus «operaciones espirituales» en Abadiânia, en el centro de Brasil.
A partir de ahí, Tavares puso manos a la obra y fue sentando las bases de 'Congo', cuyo título procede de un 'antidocumental' filmado en 1972 por el brasileño Arthur Omar: ese 'congo' es un concepto que designa el «tiempo anterior al origen», un momento en el que las biografías o las historias todavía no han adoptado su curso definitivo, pero que resulta imprescindible para explicar de manera satisfactoria ese devenir posterior. A modo de aplicación musical de esa idea, Tavares aspiró a crear música con «bloques de memoria personal y colectiva» que, de alguna manera, fuesen identificados por el oyente como si ya los conociese de antes. «La idea es que no sabes si está en tu memoria o no, quizá como algún tipo de recuerdo colectivo. Yo encuentro eso mismo en la música de Milton Nascimento, de Dorival Caymmi...», ha desarrollado en una entrevista con 'The Wire'. En esa tarea de difuminar los límites, también se esforzó en que lo compuesto y lo improvisado se solapasen y se confundiesen a lo largo del disco.
La grabación se llevó a cabo en dos fases. Primero, registraron en solo dos días y con un productor de dub el esqueleto de las nueve piezas, es decir, las guitarras, la batería y el contrabajo. Meses después, Tavares se puso a pensar qué les faltaba a esas composiciones y dio entrada al saxofón, los vibráfonos, más guitarras, la percusión y el piano eléctrico. «Se puede identificar todo el arsenal de estilemas heredado de la buena y vieja tradición de la música brasileña, convertidos ahora en unidades básicas de un delicado juego de permutaciones y que, además, dan respuesta a la extraña sensación de familiaridad que produce el conjunto, análoga a la de quien contemplase un lugar conocido desde un ángulo extraño», escribe en la nota de presentación el profesor Emílio Maciel. También podría identificarse ese reconocimiento como un recuerdo febril, o quizá narcotizado, de una música que acaba por convertirse en un 'repeat' obsesivo dentro de la cabeza. El disco se editó en 2016, con un eco muy limitado, pero ahora lo ha repescado con mucha más repercusión la independiente británica Hive Mind. Para celebrar este relanzamiento, Tavares ha creado unainteresantísima lista en Spotify con música que «puede haber inspirado» el álbum, en la que caben desde sospechosos inevitables como Jobim, Veloso o Nascimento hasta Terry Riley, Dirty Projectors o Can. Ahí, en esa mezcla misteriosa, se debe de esconder el 'congo' de 'Congo'.
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