Treinta años después de su primera visita a Cuba y habiendo transcurrido dos lustros desde que giró por allá, el guipuzcoano Ruper Ordorika ha cumplido su sueño de grabar un disco 'cubano', el titulado 'Amour eta Toujours'. Trabajo que ayer presentaba en el Donostia y ... cuyo contenido protagonizó la primera parte del evento.
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Ordorika ha sabido dejarse calar por aquellas cálidas músicas en estas nuevas canciones que tienen mucho del creador de Oñati y otro tanto de la influencia caribeña más plácida. El single 'Santa Anara' funcionó de rechupete con los saltos de acordes. 'Haizea garizumakoa' fue terso y estuvo bien dibujado por el contrabajo. 'Marianao, euria eta gero' y su guitarreo antillano tuvieron un sabroso salseo sobre una de las preciosas narrativas habituales de este autor. 'Vladimirrena' fue el ejemplo más claro de 'baile agarrado' que ha hecho Ordorika en su vida. 'Jendea Illaran' fue la mejor pieza de este nuevo viaje del cantante y guitarrista.
El concierto fue perdiendo poso latino para dar paso a las piezas más clásicas y eléctricas del repertorio. 'Fas Fatum' unió Lou Reed y el güiro. 'Zerutik gertu ez da ondo egoten' nos llevó a la Norteamérica que le gusta, confirmando que Arkaitz Miner es un gran guitarrista por más que habitualmente se le conozca por otras labores. 'Bizitza eder denean' fue el momento blues y 'Zaindu maite duzun hori' tuvo el contrapunto de un violín de gustos celtas. El viaje sicodélico y desértico de 'Gure Bazterrak' fue toda una sorpresa.
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