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Afán investigador. El gernikarra Fernando Abaunza atesora miles de partituras y libros de música. MAIKA SALGUERO
El censo de los músicos vascos
Por amor al arte

El censo de los músicos vascos

Fernando Abaunza elabora desde hace 25 años un diccionario de compositores e intérpretes que va por las 5.000 entradas

Lunes, 20 de mayo 2024, 02:00

Tiene 35.000 partituras, 270 instrumentos y más de 2.500 libros de música. Toca, aunque sea –dice él mismo– «de manera chapucera», el piano, la viola, la guitarra, el laúd renacentista, la trompa, el clarinete, el saxofón, el txistu y varias modalidades de flauta. Ha realizado alrededor de 1.100 transcripciones de partituras, incluido el cancionero de Juan del Encina. Ha formado grupos instrumentales y dirigido la coral de Gernika. Ha construido vihuelas, flautas e instrumentos de percusión. Ha escrito medio centenar de trabajos de dimensiones varias, de simple artículos a libros, sobre personalidades y temas musicales.

Pero, sobre todo, Fernando Abaunza (Gernika, 1954) es el autor del 'Diccionario de músicos vascos', una publicación a la que se puede acceder por internet y que tiene su entrada más antigua en un trovador de la corte de Navarra hacia 1300 y las más recientes en compositores, intérpretes y organistas actuales. Cada día hace aportaciones a esa obra, ampliando información o añadiendo nuevas entradas. Va ya por las 5.000 y suma unas 500 páginas. Una tarea gigantesca que le ha llevado a trabajar con documentos depositados en el archivo foral vizcaíno, registros sacramentales de las parroquias, la Biblioteca Nacional, las bibliotecas de Francia y México, la Chancillería de Valladolid y la Universidad de Salamanca, entre otros. Y una investigación hecha, literalmente, por amor al arte.

La historia de su relación con la música comenzó en la infancia. En su familia había una vinculación artística clara, pero con otra disciplina: su padre era el pintor Fernando Abaunza. Todos los hermanos fueron a clase de música con una profesora que trabajaba en su misma calle. Luego, continuó su formación, en algunas etapas con maestros, en otras de forma autodidacta, en los Jesuitas de Durango y en el coro del Instituto de Gernika. Para entonces, ya hacía dúos con un hermano dos años más joven. Más tarde, estuvo en Italia con unos misioneros y al acabar la mili formó parte de una fanfarria en la villa foral. «Con la única idea de disfrutar, explica, montamos una sección del coro de Gernika para cantar música renacentista y barroca. Luego me apunté a un curso de música de cuerda pulsada que daba Dani Carranza y eso fue todo un descubrimiento». Lo hacía en sus horas libres, porque se ganaba la vida trabajando en una caja de ahorros.

La entrada más antigua corresponde a un trovador de la corte de Navarra que vivió hacia el año 1300

En 1989 fue nombrado director de la Coral de Gernika y empezó a recopilar material, porque había muy poco. «Cuando llegué tendrían menos de 500 partituras, y cuando me fui, trece años después, pasaban de 9.000». En esos primeros tiempos de su paso por la dirección de la entidad se produjo una circunstancia crucial en su vida: «Teníamos un tío cura en Gernika y, cuando hicieron obras en la iglesia, usaron un cuarto como almacén y allí iban tirando todo lo que encontraban. Un día, mi tío me ofreció la posibilidad de ir a revisar las partituras: entonces vi que había muchísimas, sobre todo manuscritas. Algunas estaban firmadas por autores conocidos, como Ledesma, pero otras eran de gente de la que ni había oído hablar».

Buscar toda la información

Ese material está en el origen de su afán investigador. «Cuando proponía una obra para cantar en la Coral me gustaba explicar quién era el autor y el contexto en que se había escrito la pieza. De muchos músicos no hallábamos información en los libros existentes, así que me puse a indagar». Uno de los primeros compositores que le interesó fue Salus Balza, «de quien cantábamos un villancico y no sabíamos nada más». Lo que era un trabajo aislado, picotear aquí y allá sobre algunos compositores, se convirtió en el embrión del diccionario poco antes del año 2000. La entrada más antigua corresponde a un trovador de la corte de Navarra que vivió hacia el año 1300. También está en la relación Teobaldo I de Navarra, igualmente trovador. Y Joseph Castel, organista nacido en Tudela, y José Fernando Domec, compositor bilbaíno alumno de Ledesma, que emigró a México. Comparten espacio con «músicos muy reseñados y de fácil acceso y otros sobre los que existe muy poca información». La idea que guía el trabajo es «ofrecer material sobre figuras concretas que permita a la vez saber cuántos músicos han tenido relación con un pueblo determinado».

Se trata por tanto de una recopilación de nombres nacidos en el País Vasco o que trabajaron aquí. Compositores de música clásica, folclórica e incluso de jazz, así como destacados instrumentistas, organeros y organistas. Un colectivo este último por el que siente una clara preferencia «porque son quienes han articulado la música del país». Esa tarea la compagina con la investigación sobre otros asuntos que van más allá de músicos concretos. Ahora mismo trabaja en una antología de obras para guitarra firmadas por compositores vascos que trabajaron en América. Se trata de una combinación de partituras con apuntes biográficos, que es su forma habitual de proceder. Ya lo hizo en una publicación anterior, 'La música en la iglesia de Santa María de Gernika', obra que vio la luz en 2007 y donde aparecen de forma cronológica y con una partitura musical representativa desde Miguel Balzola Emparanza (1730-1806), primer organista de la villa, hasta Mario Iceta, guerniqués, obispo de Bilbao y actualmente arzobispo de Burgos, cuya partitura ejecutó la Coral Andra Mari el día que celebró su primera misa.

¿Y el futuro? ¿Qué pasará con todo ese material cuando ya no esté? «Probablemente lo enviaré todo a Eresbil», anuncia. Desde comienzos de siglo colabora con esta entidad, a la que ha entregado más de 3.000 partituras. Pero ese momento aún no ha llegado. Fernando Abaunza continúa trabajando a diario, dedicando muchas más horas que antes, ahora que está jubilado. Y componiendo una obra de referencia para quienes están interesados en la música vasca o en la actividad relacionada con la misma en un pueblo o una comarca a lo largo de los siglos.

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