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Es una de las leyendas de la música coral, en el País Vasco y en países lejanos como Japón, y está a punto de cerrar ... una página: Javier Busto (Hondarribia, 1949) dirigirá el próximo 15 de junio su último concierto, en la iglesia de su pueblo, el lugar donde ha vivido momentos tan felices al frente de diferentes coros. «Me jubilo de la dirección de coros, pero no de la música, porque la música es mi vida», dice Busto. «Seguiré componiendo, pero creo que tras 54 años como director toca pasar a la reserva». Hace 13 años vivió otra jubilación, la de su actividad profesional como médico.
Su 'Ave María' sigue siendo un 'hit' coral en todo el mundo y hace poco unos directores japoneses de coro se presentaron en su casa de Hondarribia para regalarle el disco que han grabado con sus composiciones, la misma casa donde charlamos para repasar una vida tan intensa. El mundo de los coros le conoce bien, y quien no sabe detalles de su trayectoria se sorprende al saber de un músico autodidacta que, curiosamente, empezó en el rock en el grupo The Troublers con compañeros como Txomin Artola.
– ¿Por qué deja de dirigir?
– Porque tras 54 años toca echarse a un lado. No abandono la música, pero sí la dirección. Estar al frente de un coro supone mantener unas obligaciones, y ahora quiero ser libre. Seguiré componiendo porque es una actividad solitaria en la que nadie depende de ti, y trabajas cuando quieres, como quieres y donde quieres. Estoy cansado y prefiero retirarme yo a que me retiren. Creo que he hecho una labor importante y queda un arsenal de buenos directores que me reconocen. Eso me lleno de orgullo.
– ¿Ha aportado más como director o como compositor?
– Como director, sin duda, y además desde mi desconocimiento inicial, porque soy autodidacta: jamás he estudiado música en una escuela o conservatorio. Esa necesidad me ayudó a superar la crisis de directores que vivíamos en el País Vasco: con Fernando Echepare y Miguel Amantegui empezamos a desarrollar unos cursos de dirección en la federación guipuzcoana de coros, que entonces ni estaba formada como tal, y sirvieron para hacer la gran revolución de los coros. Hubo directores mayores que con honestidad vieron cómo estaban cambiando los tiempos y fueron cediendo el testigo a los jóvenes que llegaban con las nuevas técnicas y conocimientos.
– ¿Cómo explicaría a quien no está familiarizado con el sector cuál fue el gran cambio en la cultura coral?
– Por un lado, el aspecto vocal, que no se trabajaba demasiado. Y el gesto, la expresión, la técnica en la dirección. Hasta entonces se había dirigido de manera más intuitiva, y con nuestra generación llegó la técnica. Yo aprendí de Erwin List, un alsaciano al que tuve la suerte de conocer en Valladolid.
– ¿Se considera un médico que se dedica a la música o un músico que se dedicó a la Medicina?
– Yo he vivido de mi trabajo como médico durante 37 años. Han sido fantásticos, desde los principios en Urgencias en Irun hasta los 25 años en Lezo como médico de familia. Viví el paso del viejo Insalud a Osakidetza.
– La vinculación con la música siempre ha estado ahí.
– Mi padre era clarinetista y tocaba en la banda de Hondarribia, y mis tíos también eran músicos. Todos cantaban en el Orfeón Hondarribi. Pero empecé en el rock: a los 14 años creamos el grupo The Troublers, con Txomin Artola, José Antonio Ortiz y Lucio Sánchez. Pedí a mi padre un bajo para entrar en el grupo y me dijo: «Si apruebas cuarto y reválida te lo regalo». Aprobé y me lo dio. Aún lo tengo en casa. Hasta los 18 años, en que me fui a estudiar a Santiago, seguimos con el rock. En Galicia empecé también con lo que entonces se llamaba canción protesta, en plan hippy. Luego empecé ya Medicina en Valladolid y seguí cantando, en recitales caseros. Alguien me contó que allí funcionaba un coro de estudiantes vascos, llamado Ederki. Empecé a cantar, el director terminó la carrera y se fue... y me propusieron dirigir.
– Y aceptó.
– Les decía que no tenía formación, pero me respondían que tenía buen oído. Así que me lancé. Era 1971. Y hasta tuvimos la osadía de presentarnos al certamen de Tolosa, donde logramos un tercer puesto en 1974. Ahí nació mi conexión con Tolosa, que ha sido enorme. Luego, con Eskifaia, logré en ese certamen ya unos primeros premios inolvidables, que se repitieron en Tours, Gorizia o Mainhausen.
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– Volvamos atrás: regresó de Valladolid con su título de médico y siguió con la música.
– El veneno seguía. En 1978 montamos Eskifaia, ya en Hondarribia. Ensayábamos en la vieja lonja de pescado. Fue una etapa preciosa, hasta 1994, con un trabajo enorme pero frutos muy bonitos. Luego monté el coro femenino Kanta Cantemus Korua, de 1995 a 2007, y ya en 2014 otro coro de mujeres, el Aquam Lauda Korua, que es el que dirijo en la actualidad y que me acompañará en el concierto final de junio con nuevos invitados.
– La composición ha sido su otra pasión.
– Empecé a componer ya en Valladolid, también como un autodidacta. Ni tenía piano ni sabía tocarlo, así que con la guitarra hacía lo que podía. En 1980 compuse el 'Ave María' que se convertiría en todo un fenómeno. Tuve la fortuna de que entró como pieza obligatoria en el certamen de Tolosa y tuvieron que cantarlo, y descubrirlo, coros de todo el mundo. Ganó un coro sueco y me pidieron permiso para editar la partitura para un curso de dirección. De ahí saltó a todos lados.
– Incluido Japón, país enamorado de su música.
– Gracias a un director de coro que se enamoró de mi 'Ave María' empecé a dar allí cursos y he vuelto muchas veces: me he recorrido todo el país con mis cursos y mi música. Es el lugar del mundo, aparte del País Vasco, donde más se ha reconocido mi música.
– ¿Cómo compone? ¿Pasea y le vienen las melodías?
– No. Para la música coral es muy importante el texto, y salvo encargos o músicas populares que me apetece arreglar, como 'Maritxu nora zoaz', parto del escrito. No tengo conocimientos técnicos de la música, pero sí experiencia, y sé qué funciona y qué no. He estudiado cientos de partituras a lo largo de mi vida. Cuando gané Composición en Tolosa, con la obra 'Bidasoa' basada en una obra de Jose Ángel Irigaray, uno de los miembros del jurado vino a felicitarme y me dijo: «Se nota que no tienes ni idea, pero funciona». Es el mejor halago que han podido hacerme.
– De todo lo que ha compuesto a lo largo de su vida, ¿con qué títulos se queda?
– Pues aparte del 'Ave María', una 'Salve Regina' que también tuvo mucho eco, para coro de mujeres, y en los últimos años, la obra que más ha cautivado ha sido probablemente 'O Magnum Misterium'. El coro Kup está preparando ahora la grabación de un disco basado en mi música.
Tres imágenes de una larga carrera
El referente de la música coral empezó... en el rock. Con el grupo The Troublers de Hondarribia, tocando el bajo, en 1967.
Con Eskifaia, el coro de Hondarribia que fundó y dirigió, en su premiada participación en Tours, en 1981.
Ganó de joven, sus composiciones salieron de ahí al mundo y es referente del certamen. En la imagen dirige el 'Agur jaunak' del público.
– ¿Qué música elige de otros autores?
– Hay un coro de Estocolmo, el St. Jacobs, que me ha enseñado muchísimo. Ahora con mi coro preparo el 'Miserere' de Allegri y es como un sueño que se está convirtiendo en realidad.
– ¿Cómo ve la cultura coral hoy en el País Vasco? ¿Hay voces nuevas que se apuntan?
– Hay una nueva generación de directores formidable. Está por ejemplo Esteban Urzelay triunfando en Madrid, Aitor Biain... Y jóvenes directores atraen a voces jóvenes. Siguen trayectorias muy interesantes como Enrique Azurza con Hodeiertz, Landarbaso con Tolaretxipi... Vamos hacia arriba, con gente joven que canta muy bien y el impulso de los directores. Hace diez o quince años estábamos abajo.
– ¿Cómo ve al Orfeón Donostiarra, estandarte coral del territorio guipuzcoano?
– Bien. Siempre he tenido relación con su director, Sainz Alfaro. Creo que ahora ha entrado mucha gente joven, especialmente mujeres. Es una institución, y lo que debería ocurrir es que muchos jóvenes quisieran entrar ahí.
– Hablemos de la despedida.
– Elegí aleatoriamente el 15 de junio, en la parroquia de Hondarribia. Cantará una parte mi coro y luego haremos dos obras con antiguos cantores del coro Ederki de Valladolid, gente de mi quinta con la que canté, y buscamos a antiguos miembros de Eskifaia para que se sumen. ¡Que vengan el 1 de marzo al local!
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