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Hace 22 años que salió de Euskadi. «Más de media vida» en la que ha recorrido cuatro continentes con su batuta, hasta afincarse definitivamente en ... Seúl. Unai Urrecho (Arrasate, 1977) vuelve ahora a casa para dirigir a la Orquesta Sinfónica de Musikene en su especial homenaje al 20 aniversario del centro. El ensayo general de hoy (19 horas, abierto al público) y el concierto de mañana (19 horas, con invitación) celebrarán la música de compositores vascos como Guridi, Sorozábal, Escudero y Madina, y contará con dos promesas vascas, Lucía Arzallus (piano) y Ana Sasgatizabal (soprano).
– Boston, Sao Paulo, Varsovia, San Petersburgo... ¿Qué le llevó hasta Corea?
– No me fui de Euskadi porque no encontrara oportunidades, lo hice por una necesidad artística y personal de aprender más. Y tampoco siento como que haya peleado demasiado por quedarme aquí. Pero siempre es gratificante venir a casa. He estado veinte años como músico de orquesta y más de una década como director, y he tenido la suerte de viajar y conocer otras culturas y necesidades.
– Se le nota en el acento.
– Qué bueno (risas), es que ya son dieciséis años en Corea...
Lugar Auditorio de Musikene.
Día y hora Hoy (ensayo abierto) y mañana (concierto), ambos a las 19 horas.
Precio Gratuito (mañana con invitación).
– Recuerdo a un exfutbolista de Osasuna que fue a jugar a Suwon, donde usted imparte docencia. Decía que había «grandes estadios de asientos vacíos». ¿Cómo está allí la afición por la música clásica?
– El deporte en Asia está menos concentrado de lo que está aquí, donde el fútbol ocupa todo el entretenimiento. Los coreanos también siguen mucho el baseball, el balonmano, el waterpolo y, sobre todo, el golf porque hay muy buenas jugadoras. Y a la hora de ir a los conciertos ocurre lo mismo. Por eso hay tanta actividad, solo en Seúl hay seis orquestas profesionales, más otras tantas privadas.
– El 5 de febrero de 2020 publicó en Twitter: «Casi todos los conciertos hasta abril se están cancelando en Asia». Aquí aún empezaba a hablarse del paciente cero. ¿Hacia dónde cree que se dirige la cultura este 2022?
– Soy optimista y espero que estemos al final de la pandemia. La cultura es fundamental para la evolución social y humana y creo que, una vez todo pase, la gente volverá con más fuerza a apoyarla. En Corea están muy sensibilizados con este periodo tan duro que vive la cultura y sí se nota que hay un compromiso mayor en los tiempos difíciles.
– A más de 10.000 kilómetros de distancia, ¿se valoran más las cosas de casa?
– Nos pasa también con el deporte, siempre miramos hacia afuera. Aquí tenemos a Jon Rahm, número 1 del mundo del golf, y no veo ningún entusiasmo con él. Los coreanos, en cambio, valoran mucho más los éxitos de los suyos. En Euskadi tenemos a uno de los mejores directores del mundo, Juanjo Mena. Pero también a Asier Polo que es un violonchelista que toca con una humanidad que me encanta. Aquí mismo, en Musikene, cuentan con una plantilla de profesores euskaldunes de calidad.
– Cuando vino a estudiar a Donostia, aún no existía Musikene, ¿es muy diferente al recuerdo que tiene de sus inicios?
– Esta es de las primeras veces que he podido tener contacto con los estudiantes del centro. Creo que anteriormente era más difícil, porque no había tantas facilidades como hay ahora, pero sí noto que los chavales están más preparados. Veo que buscan demasiado el perfeccionamiento, sin desafinar ni fallar, y están dejando de lado la parte humanística de la música. Son más precavidos a la hora de tocar. Antes nos daba más igual fallar, pero disfrutábamos.
– Además, es miembro fundador de la Euskal Herriko Gazte Orkestra. ¿Cómo ve la cantera de músicos en Euskadi?
– Todas las orquestas del País Vasco están en una línea de mejorar y centros como Musikene están sacando músicos con un talento impresionante. También hay jóvenes de la EGO haciendo una carrera importante. Espero que poco a poco haya más apoyo de las instituciones, tenemos que mimar a la gente de aquí.
– Ha llevado la música de Guridi, Urteaga, Zabala y Ravel hasta Rusia. ¿Se le puede considerar un embajador de Euskadi en el mundo?
– No sé si embajador. Estando en Varsovia, aprendí muchísima música de compositores polacos que no había escuchado en mi vida y no sabía ni quienes eran. Me llamaba la atención cómo los polacos cuidaban a los suyos. Y creo que es muy importante intentar exportar lo tuyo fuera, por eso siempre he intentado meter algo vasco a cada sitio que he ido.
– Musikene celebra este veinte aniversario homenajeando a la música vasca. ¿Con qué repertorio se siente más cómodo dirigiendo?
– No es fácil... pero separaría dos ámbitos: lo sinfónico y la ópera. En lo sinfónico me siento muy familiarizado con el repertorio romántico de Brahms y con el impresionismo de Ravel o Debussy. En la ópera, Verdi es mi autor, cualquiera de sus óperas me entra fácil; también 'La bohème' de Puccini que he dirigido tantas veces. Entre los vascos, Escudero es mi debilidad... Yo creo que va por ahí.
– ¿Qué le diferencia como director?
– No lo sé. El trabajo técnico es importante pero, al trabajar con una orquesta, a mí me gusta entrar en un plano emocional, porque yo también soy así. Lo que quiero es invitar al público a que se deje ayudar por la música. Para disfrutar de la música no hace falta entenderla, hay que sentarse, escuchar y sentir.
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