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Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770-Viena, 1827) no necesita presentación. O tal vez sí, porque si bien su obra -aunque solo sea a través del himno europeo, la banda sonora de 'La naranja mecánica', Los Pitufos o las decenas de sintonías y anuncios que han recurrido a su inmenso legado- forma parte de nuestro paisaje sonoro, siempre queda mucho Beethoven por conocer, por descubrir y por disfrutar.
La conmemoración del 250 aniversario de su nacimiento ofrecerá también en Gipuzkoa múltiples oportunidades para acercarse a un genio que año tras año -con alguna irrupción ocasional de Mozart-, sigue siendo el compositor más interpretado del mundo.
Lugar Teatro Victoria Eugenia.
Fecha Martes, 14 de enero.
Hora 20.00 horas.
Entradas 15 euros. Menores de 35, ocho euros. Solo en taquilla.
La primera llega este martes, 14 de enero, con el inicio de un ciclo organizado por Donostia Musika que se extenderá hasta el 19 de diciembre, y permitirá escuchar en el teatro Victoria Eugenia la integral de sonatas para piano que compuso Beethoven. La misma asociación, que cuenta con el apoyo del Departamento foral de Cultura, ha organizado también la integral de tríos y sonatas para piano y cuerda.
'Las sonatas para piano de Beethoven, aventura musical e instrumental' supone el arranque en Gipuzkoa del año dedicado al compositor. Se trata de «una conferencia un tanto peculiar» a cargo del pianista getxotarra Miguel Ituarte, de larga y notable trayectoria como intérprete y profesor de piano de Musikene.
Ituarte disertará sobre las 32 sonatas para piano de Beethoven. Explicará las características de cada una de ellas poniendo ejemplos al piano. «La intención de la charla es mostrar al aficionado un panorama esencial de esa faceta de la trayectoria de Beethoven, y señalar aspectos especiales y puntuales, porque casi todas sus sonatas tienen peculiaridades», adelanta.
«Con 11 años cayó en mis manos un libraco que tenía encuadernadas todas las sonatas. Lógicamente, mis conocimientos en aquella época eran limitadísimos, pero pude ver que allí había una evolución de las formas, del estilo, comparable a lo que sucedía con las sinfonías. Aquel conjunto de música me atrajo al punto de que tuve la ilusión de tenerla toda entre mis manos, cosa que, aunque en el camino se hayan ido cruzando cosas y mi trayectoria haya sido muy diversa, finalmente he podido hacer». Confía en que tanto la charla como el ciclo sirvan «para que se despierte la curiosidad hacia ese territorio, que incide mucho en el piano pero también en el pensamiento musical, porque las sonatas para piano de Beethoven no son más que una de las arterias de su dedicación a un género que también despliega en las sinfonías y en casi toda la música de cámara».
Tal como ocurre con las sinfonías -que también contarán, de la mano de la Kamerata Stradivarius, de su propia integral itinerante en Gipuzkoa-, entre las sonatas para piano de Beethoven hay algunas muy conocidas, y otras que no lo son tanto. En general, se benefician más del conocimiento del público general las que llevan asociado un título -'Claro de luna', 'Patética' o 'Apassionata', por poner tan solo tres ejemplos-, pero todas son extraordinarias en su diversidad. «Algunas obras se pueden agrupar, otras por el contrario son antagónicas... Las hay luminosas, como la 'Waldstein', y tormentosas, como la 'Apassionata'. Entre las que llaman la atención, se podría mencionar la 106, la más amplia y aventurada, la más inmisericorde con las energías del intérprete», detalla Ituarte.
Si bien «hablando en primera persona del singular el fenómeno de los centenarios y los cincuentenarios lo pongo un poco entre comillas», Miguel Ituarte cree que uno de los efectos beneficiosos de estas conmemoraciones es que «se pongan más a flote para el gran público los rincones menos conocidos de los compositores, incluso de los que tienen una presencia tan enorme como Beethoven. En su caso, esos rincones son muchos y resultan totalmente fascinantes».
En la obra de un compositor que «es, con toda justicia, una referencia permanente para los músicos, los melómanos y para cualquier persona con una mínima sensibilidad musical, hay tesoros que merece la pena conocer, aun siendo comprensible que no tengan el grado de popularidad de sus obras más conocidas, porque hay mucha música muy densa y aventurada. Y también hay un gran número de obras con mucho encanto, mucha simpatía y mucho humor, porque el Beethoven humorístico podría estar más presente».
A la hora de dar alguna pista para aprovechar el 'año Beethoven' para acercarse a su obra menos conocida sugiere que «el gran territorio que lleva un poco más de tiempo conocer, pero recompensa mucho, es el de los cuartetos de cuerda. Para mí tienen una sustancia y una amplitud expresiva cegadoras». Y, en general, propone «dar una segunda, una tercera o una cuarta oportunidad a esas obras en las que no basta con la primera capa».
Predicando con el ejemplo, a finales de año regresará al ciclo, en compañía de un alumno -«Ander Marzana, un fenomenal joven pianista»-, para interpretar, «como contrapunto a una de las sonatas, una transcripción a cuatro manos que hizo Beethoven de una de sus últimas composiciones, una gran fuga para cuarteto de cuerda».
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