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Domingo, 8 de mayo 2022, 00:15
No vamos a descubrir la rueda si afirmamos que Izaro Andrés Zelaieta (Mallabia, 1993) se doctoró anoche en Donostia. La que fuera el mejor expediente en la carrera de Comunicación de su año ratificó que, artísticamente, es una autora de las ligas mayores. Porque ... llenar el Velódromo, cifrado ayer en seis mil personas, esta hoy en día en manos de muy pocos autores. Lo han podido hacer cantantes más promocionados que las colonias en Navidad. Y también algún que otro grupo punk que abandona el formol para pasar la gorra. Pero como ella, con apenas tres discos en la calle y una carrera sin prisa pero sin pausa, pocas o ninguna.
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En la cita donostiarra de dos horas de duración y veinte canciones abundaron la chavalada (aplicando la etiqueta con benevolencia hasta pasados los 30 años) en formato cuadrilla y los planes familiares. Dos horas antes ya había gente haciendo cola para entrar, en una hilera que llegó más allá de la parada del Topo de Anoeta. «Íbamos a verle en Vitoria pero el concierto al final se suspendió», contaban Nerea Manso y sus amigas, llegadas directamente desde la capital alavesa en lo que fue también su primera visita al recinto. De Irun era Amaia Illera, quien tampoco había podido ver a la autora afincada en Donostia y eligió 'Paradise' como su tema favorito. Coro Villar y Jaione Soro andaban gestionando los pasos de cinco niños. «Me gusta poner 'La Felicidad'; a la mañana, para irnos cargando las pilas», contó Coro mientras su hijo Unax Gamón se decantaba por 'París'.
Una vez dentro la música ambiental de Jorja Smith o Victoria Bigelow se mezclaba con la charlas y murmullos de la gente. Con media hora sobre el retraso previsto la autora y su banda habitual comenzaron con 'Er(h)ori'y ese aire a The Cramberries tan elegante. Hubo momentos más melosos ('Hainbeste'), jaleados a rabiar ('Errefuxiatuena'), electrolatinos ('Un poquito más'), colchones oscuros muy actuales ('You') y aires celtas algo épicos ('Ihintza'). Algunos temas fueron acústicos, usando la pasarela presente para acercar la intimidad de la melodía ('Eskaleok').
¿Y el sonido? Bien, gracias. El oval ciclista no es el mejor espacio para gozar de los detalles pero la voz de Izaro, perfecta toda la velada, sonó clara y alta sobre una música que en todo momento pudo reconocerse. Como reconocibles fueron los distintos invitados a esta fiesta. Pedro Pastor cantó sobre unas 'Ventanas cerradas', de explosivo estribillo bailarín. Y Amaral, recibidos por un público entonando el estribillo de 'Marta, Sebas, Guille y los demás', aportaron su granito de euskera a la suave 'Argia'. La suma de Cris Lizarraga (Belako) a la apropiada 'Libre' fue uno de los momentos álgidos en el ranquin de palmas.
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Esta crónica de urgencia llegó al papel mientras el grupo ejecutaba 'Astelehenak' y esperábamos las apariciones restantes (Xoel López, Gartxot y Eñaut Elorrieta) en un recital que fue horadando el cerebro de los presentes. «Yo vi a Izaro en el Velódromo», se dirá dentro de unos años desempolvando el bolsillo de anécdotas de un día grande.
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