Nunca quiso ser intérprete y, sin embargo, es una referencia de la interpretación. Primero lo fue del piano, instrumento con el que nos hizo descubrir a un Beethoven ligado a su vida. Un compositor con el que se identifica y al que ha vuelto en ... repetidas ocasiones. Su primera grabación de todas sus sonatas fue en 1970 y cincuenta años después, hace dos años, realizó su quinta versión de estas obras. Toda una declaración de intenciones de un maestro que ha revisitado al creador de Bonn durante toda su vida como una «terapia contra la infelicidad».
Publicidad
Después del piano –o junto a éste– llegó a la orquesta. También aquí ha destacado, en un mundo que añoran magníficos intérpretes que no siempre resultan brillantes en el podio. Barenboim sí. Su inagotable capacidad de comunicar su pasión le han hecho grande como director.
Pero si es difícil encontrar a un maestro que le iguale en logros artísticos, es aún más complicado hallar a quien lo haga a nivel social. Su preocupación por la concordia o la educación y su firme creencia en el poder terapeútico de la música le han llevado a crear la West-Eastern Divan o la Academica Barenboim-Said. Quizá es el momento de vivir la terapia de esa música que tanto ama de otra manera.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.