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El éxito de una orquesta depende, en gran medida, de su dirección general. Es ella la que marca los principales objetivos –tanto musicales como estratégicos– ... y las líneas a desarrollar para poder lograrlos. Esto implica conocer el producto con todas las peculiaridades que tiene la actividad artística de una orquesta, pero también ejercer con mano firme su liderazgo como responsable de recursos humanos, sin olvidarse de que trata con artistas. Y si se trata de la Euskadiko Orkestra, que depende de la Consejería de Cultura del Gobierno Vasco, debe lidiar también con ciertas directrices políticas que le obligan a conjugar el sentir vasco con una intención internacional. Y todo esto sin olvidar al público, a esa sociedad que es la que la financia.
El nuevo director general de la Euskadiko Orkestra llega a una institución en la que tendrá que lidiar con muchos frentes. Entre ellos se encuentra la necesidad de contratar a un director musical que se enamore de la orquesta, que consiga que este sentimiento sea recíproco con todo su personal y que se comprometa a hacerla crecer. El principal reto al que se enfrenta es posiblemente la necesidad de cautivar a un colectivo –su orquesta– que, si bien a nivel musical se encuentra en un buen momento, parece haber perdido el entusiasmo de otros tiempos. Transmitir la ilusión por la música, programando a buenos artistas invitados y repertorios que vayan más allá de la captación de público o del reconocimiento de sus superiores, debería ser su principal objetivo.
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