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ue una vez concluida la Guerra Civil que quienes estaban llamados a fundar el Coro Easo emprendían su regreso a San Sebastián. En las postrimerías ... del año 1939, el bar Agote del Puerto se había convertido en el 'santuario' que frecuentaban pelotaris, arrantzales y toreros, como también antiguos cantores del Orfeón Donostiarra y de Los Cosacos de Zaraustarkoff. Precisamente fueron las voces graves de estos las que un año más tarde constituyeron el núcelo principal de una institución que hoy suma 83 de historia, reconocidos además con honores por su propia ciudad.
En una pandemia que acalló muchas de las voces de la escena coral, el Easo mantuvo la suya a flote mientras veía cómo se iban tachando en rojo fecha tras fecha de conciertos. Y, aunque el pasado 2022 no comenzaría muy prometedor, finalmente concluyó con 85 actuaciones, «un 40% de ellas en San Sebastián». Tanto es así que una de las más recientes fue nada menos que la del pasado 20 de enero, cuando 96 coralistas subieron al escenario de la plaza de la Constitución en el regreso de La Izada dos años después.
Una emocionante fotografía que llegó tan solo un día después de que el presidente Juanje Neira, en representación del Coro Easo, recibiera la Medalla al Mérito Ciudadano 2023 de manos del alcalde de San Sebastián Eneko Goia. El Salón de Plenos del Ayuntamiento se engalanó para homenajear al coro y a los otros cuatro galardonados, seleccionados entre las 57 propuestas ciudadanas que superaron una criba de más de 330 proposiciones. «Llevamos más de ochenta años guiando el buen nombre de esta ciudad por el mundo y es un honor que nos premien por ello», agradeció Neira en un discurso en el que estuvo acompañado de su predecesor en el cargo Santos Sarasola.
Cuando Sarasola decidió abandonar la presidencia del Easo en abril de 2016, tras dar por concluidas las celebraciones del 75 aniversario, habló con Neira para animarle a asumir el puesto. «Me contestó que aceptaría ser presidente si, y solo si, yo era su vicepresidente, así que aquí estoy», relata Sarasola. Dos personas que conocen bien la institución, responsables de su floreciente presente y el prometedor futuro de sus coralistas.
No cabe duda que un reconocimiento ciudadano como el que supone la entrega de la Medalla es un impulso y una confirmación, pero no soluciona la problemática a la que las formaciones corales se enfrentan desde hace décadas. «Todo lo que sea dar visibilidad al coro es una alegría, pero no sé hasta qué punto puede influir en la matriculación y en los socios (actualmente son 930), eso hay que trabajarlo de otra manera», reconoce Sarasola. A día de hoy la familia cantora del Easo está formada por 330 voces, 162 son hombres y 168, mujeres.
Una cifra que se mantiene estable en el tiempo (al menos desde 2014), «porque quien empieza, se enamora del canto y sigue», y que refleja el acierto que supuso incorporar en 1987 coros de voces femeninas. «La voz de las chicas es más estable en el tiempo que la de los chicos, sobre todo durante la adolescencia, y de 'txikis' suelen apuntarse más ellas que ellos -observa Neira-. Además, a día de hoy la oferta que los jóvenes tienen de actividades extraescolares es grandísima, antes era sota, caballo y rey». Porque tradicionalmente Gipuzkoa siempre ha sido una tierra muy cantora o, al menos, «lo ha sido», como prefiere puntualizar el vicepresidente.
600 miembros forman parte en la actualidad de la familia del Easo. Alrededor de 300 son alumnos de Easo Musika Eskola y unos 330 son coralistas de las nueve agrupaciones
Junto al reto que supone dar continuidad al canto a través de la captación de nuevas voces, «lo más complicado ahora es actuar fuera de casa. En las formaciones del Easo hay muchos cantores y salir al exterior supone un enorme desembolso en viajes, estancias... Es por ello que muchos proyectos que cubríamos nosotros, ahora los cubren coros profesionales de diez cantores que sí se pueden permitir ese lujo».
Y es que la familia del Easo está compuesta por nueve agrupaciones que se conforman en hasta once formatos: El histórico Coro Easo, de hombres; El Coro Easo de Mujeres; el Coro de voces mixtas; la Capilla Gregorianista, de los pocos que existen en su género; el Easo Gazte, de chicas entre 14 y 19 años; la Escolanía Easo, de chicos jóvenes; el Easo Gaztetxo, formado por 30 niñas entre 9 y 12 años; el Easo Txiki, de niños y niñas entre 7 y 8 años; el Coro de Veteranos Ex Cantores, de hombres; y la Coral Cum Jubilo, con más de setenta componentes, alguno de ellos incluso mayor de 90 años.
Es así como consiguieron, por ejemplo, que el pasado 17 de diciembre hasta cinco agrupaciones distintas del Easo actuaran al mismo tiempo en diferentes espacios. «No es solo por el volumen de coros que tenemos, sino también porque, además, cada uno puede funcionar de forma independiente».
A todos ellos, se le suma el alumnado de Easo Musika Eskola que, desde su fundación en el año 2000, ha aumentado la familia hasta las 600 personas. Desde las actividades de 'Música y movimiento' para los niños de 3 años, y gracias a los convenios con centros escolares, a partir de los 7 años se van incorporando como nuevas voces a la estructura del coro. «Gracias a la escuela conseguimos que la gente entre a los coros con un aprendizaje previo: saben solfeo, leen las partituras, han trabajado la técnica vocal y se han enfretado al escenario en concierto», explica el presidente Neira. Y no solo eso: consiguen mantener la media de edad general en torno a los 35-40 años.
Fue gracias a sus instalaciones en el barrio de Aiete que el día a día del coro no se vio tan minimizado por el virus. El auditorio construido en 2010 fue adaptado para poder mantener las distancias, lo que facilitó los ensayos y el transcurso de las clases con mascarillas y cierta normalidad. Un edificio junto a la renovada sede sobre la ruinosa Villa Araoz, para cuya reconstrucción se destinó un millón de euros. «Hasta entonces éramos un coro totalmente nómada», cuenta Sarasola. El cine Novelty, el antiguo colegio Los Ángeles (actual sede del Orfeón Donostiarra), las caballerizas de Aiete... todas ellas fueron sala de ensayo del Coro Easo a lo largo de sus más de ocho décadas.
Reconocido por su ciudad y avalado por su historia, la agrupación afronta con la máxima motivación un 2023 que todavía está por dibujar. «Nuestra finalidad no es solo musical, aunque desde nuestros inicios apostamos por la identidad de la música vasca. Pero también tenemos una función social fundamental en la educación de los jóvenes, en la inclusión de los mayores, en el fomento de la amistad, del euskera, de la sostenibilidad y del equilibrio de género». Un compromiso que tanto Neira como Sarasola suscriben con responsabilidad.
En el año en que celebraba su centenario, un 5 de junio de 2013, el viejo estadio de San Mamés se despedía para siempre de los athleticzales. Con las luces apagadas comenzaba un acto con muchos momentos de emoción, el primero de ellos protagonizado por un niño con la casaca rojiblanca desde el círculo central. «La promotora nos pidió un tiple para cantar una composición específica, una variación arreglada sobre el himno del Athletic Club, pero claro, el único niño que teníamos con ese registro era guipuzcoano. Así que le hicimos pasar por bilbaíno», recuerda Santos Sarasola. «Salió al campo ante 40.000 aficionados en silencio sepulcral. Terminó de cantar y le aplaudieron a rabiar… pero era guipuzcoano. Exigencias del guion», ríe.
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