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Escrito a cuatro manos por Anjel Landa y Juan Crisóstomo Amezaga (uno de los hermanos Amezaga que dirigían Discos Suicidas, donde la leyenda punk dejó grabado lo más importante de su legado), el libro 'La mejor banda del mundo' novela, a lo largo de ... unas 150 ligeras páginas, la andadura de Eskorbuto. La mítica patrulla punk de Santurce (así se refiere a su pueblo el protagonista resucitado) rompió fronteras con su cancionero (aún se les idolatra en México) e ignoró las clases sociales (hasta gusta a los guardias civiles, como se expone en el prólogo) inspirándose en un nihilismo lúgubre y proletario, ora victimista ora amenazador, siempre antisistema y egolátrico, y ahí están para demostrarlo las pintadas que dejaban por doquier con tres palabras: 'Eskorbuto Eskizofrenia Rock'. Se afirma en el libro que el grupo era más conocido por esos grafitis que por su música, música que en palabras del fantasma de Iosu siempre fue «puro y simple ruido».
'La mejor banda del mundo' mezcla un relato de investigación periodística a cargo de un fan mexicano de Eskorbuto que cruza el charco para estudiar el entorno, los orígenes y las andanzas del grupo (por eso hay capítulos que no vienen mucho a cuento, como el de la organización de los bolos en el DF, que acaban a las 11, cuando ya no hay transporte público, o el de la droga en Euskadi, asumiendo la tesis de que se esparció desde las altas instancias para desactivar a la juventud militante), con la parte novelada según el realismo mágico y basada en las apariciones del espíritu de Iosu Expósito, un ente doliente que a cada aparición está más cascado por la salud, paradójicamente, y que evoca la historia del trío calavera al periodista azteca según… ¡las memorias que el propio interfecto dejó escritas antes de su muerte y que pidió que se publicaran 25 años después de su óbito, si aún interesaba la banda!
Y así ha sido. El libro va cambiando de punto de vista y de narradores, llega hasta el final desilusionado de Iosu (enfermo por las secuelas de la droga, abandonado por dos compinches Paco y Jualma que fueron a tocar a México dejándole a él tirado en Santurce, frustrado porque el sello Discos Suicidas no le acepta un disco en solitario lanzado a su nombre…). Empieza narrando esos pinitos con más pintadas que música, con ensayos con los otros tres miembros primigenios de Eskorbuto que al final no han pasado a la historia (Cañas, Laiky y Gugu), e informando de dónde salió su nombre, pues se lo puso un músico vecino de Santurce, Roberto Moso, que les espetó en un pub local: «Joder, chicos, con estas pintas de enfermos, tan demacrados con esas ojeras, casi muertos ambulantes, y esa imagen tan estrafalaria, Eskorbuto os iría ni que pintado». El escorbuto, una enfermedad marinera debida a la falta de vitaminas de los hombres embarcados. Les gustó el apelativo porque Santurce era y es un pueblo portuario.
Sí, pintas escuálidas y coriáceas gastaban los Eskorbuto. Por ello se cuenta en esas páginas que tuvieron bastantes problemas: la policía les paraba por la calle y les registraba, los vecinos llamaban a la policía cuando les veían rondando cerca de sus casas, en un banco no les permitieron entrar a cobrar un cheque relacionado con los ingresos de la música porque pensaban que eran atracadores, un desconfiado conductor de autobús no les quiso devolver el dinero de un billete que habían pagado dos veces…
'La mejor banda del mundo' es un libro centrado en Iosu, al que consideran el alma del grupo y en cuyas memorias póstumas se basa el texto. Al principio choca que se hable tan poco de sus compañeros, y al final se intuyen ciertos ajustes de cuentas motivados por la mentada desilusión, por el sentimiento de traición que embarga a un Josu enfermo. Y no se explicita en el libro el porqué de su enfermedad, pero se debió al sida que le infectó por el consumo de drogas. El Iosu resucitado confiesa al periodista sobre la heroína: «Maldito error. Sólo tengo la peor espina, aquella que no queriendo, caí. No fui fuerte para verlo. Todos te decían lo bueno que era. Que te ayudaba en todo. Que no te engancharías. Pero era otra forma de marketing. Te envenenabas por dentro. Ha sido una culebra que todo lo domina dentro de mi cuerpo. Vivía para ello y por ello. Pero yo me he metido en esto, no puedo culpar al camello o los compañeros que me envidiaron».
El único componente de Eskorbuto que no cayó en la droga fue el batería, Pako, de Portugalete y extremeño. Sus compañeros eran de Santurtzi y de padres inmigrantes gallegos. A Pako, que sigue en la música, le sueltan varios zascas. Por ejemplo, se le acusa de cerebral y de que era el único de los tres que, tras cobrar la pasta por dar un concierto, cuando descontaban los gastos y reunían el beneficio, se lo jugaban a los chinos y, si Iosu y Jualma ganaban, la farra era descomunal, generosa, manirrota y para los tres, pero si Pako acertaba a los chinos, se quedaba el premio y no lo gastaba. «Un pesetero y un pureta», le tilda Iosu.
En este crónica ochentera enmarcada en la conflictividad política y la desindustrialización en Euskadi, el guitarrista y vocalista va desglosando las aventuras de Eskorbuto: su primer concierto en una escuela ante niños, el viaje a Madrid para encontrar una discográfica, la edición de los discos (tema sobre el que no se ahonda, dándolo por conocido), el deseo de controlar su carrera, la importancia de la canción 'Mucha policía y poco diversión' y las inundaciones de 1983 que arrasaron las fiestas de Bilbao, los bolos cada vez ante más público y más enloquecido, o… ¡cómo los muy pícaros vendieron el mismo disco a varios sellos al mismo tiempo!
La historieta relega su parte chunga (drogas, enfermedad…), necesariamente pasa por encima de numerosos episodios (su intento de presentarse a las elecciones), pero no se deja en el tintero la rabia y el odio de Eskorbuto hacia las Gestoras Proamnistía proetarras que, cuando les detuvieron en Madrid y les aplicaron la ley antiterrorista, no se solidarizaron con ellos, les ignoraron totalmente porque en Eskorbuto eran indómitos que no se dejaban manipular. De hecho, en el libro Iosu también revela su rechazo hacia el montaje del Rock Radical Vasco y acusa a los grandes grupos vascos de esa época de prestarse a ser utilizados por HB a cambio del dinero de tantos conciertos. Cita a La Polla Records, Barricada o Hertzainak, y zanja Iosu: «Este proyecto quiere usar a los presos políticos vascos. El rock no tiene patria. Ni siquiera la vasca».
El presunto periodista mexicano coprotagonista del relato critica peculiaridades locales con mucha gracia (que si los vascos se lo tienen muy creído, que las bilbainadas son una mezcla entre habaneras y el mariachi, o la sorpresa que le causa que en los bares de pintxos la gente arroje al suelo las servilletas con total descuido…) y se cuelan varios errores, imprecisiones: el Hotel de Portugalete está reconstruido, Servando Carvallar era el jefe del sello DRO (en el libro se le apellida Herrera confundiéndolo con One Herrera, que era el representante en Bilbao de esta independiente), o fallitos que casi son erratas: JM Radio (o sea la portugaluja JMC Radio, las iniciales de José María Castejón), Rolling Stone (en referencia al grupo, no a la revista) o Grabasonia (sobre el estudio de Berango Grabasonic).
Ligero e indulgente es esta novela sobre 'La mejor banda del mundo', una casi hagiografía sobre Iosu Expósito (Jesús María Expósito López), quien murió de sida a los 31 años, en 1992. 25 años después ve la luz este libro, uno de los muchos sobre Eskorbuto que se están publicando en los últimos meses, y que sirve para comprender la rabia y frustración que siempre consumió a este personaje que se autodefine así: «Somos hijos de proletarios. En una Bizkaia industrial que se mira al ombligo en el centro de Bilbao o en las mansiones de Neguri, nosotros venimos a ser fragmentos de mineral desechado, astillas de hierro que se acumulan en los rincones donde alguien olvidó barrer».
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