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La alfombra blanca dirigía la atención hacia el enorme ventanal que da nombre a su nuevo disco y 'Las ventanas de mi alma' se abrieron ... ayer para dejar entrar la brisa fresca de Donostia. Demasiado frío hizo al comienzo de un recital que Luz Casal y su banda consiguieron ir abrigando con el paso de las canciones. Y, sobre todo, con la chaqueta del rock.
«Cercano». Así definió Luz Casal a un Kursaal que durante la primera hora, sin embargo, pareció más distante que nunca. Quizá fuera por la original disposición de los músicos, ubicados en ambos laterales del escenario junto a las cortinas, como fuera de juego y a más de diez metros de la cantante, cuya voz quedó por momentos aislada. O quizá fuera por un volumen escaso, demasiado acústico, que durante los primeros compases apenas conseguía proyectarse sobre el patio de butacas.
Intérpretes: Luz Casal (voz), Tino di Geraldo (batería), J.M. Baldomá (teclados), Jorge F. Ojea y Toni Carmona (guitarras) y Peter Oteo (bajo eléctrico).
Fecha: 15-10-2023.
Lugar: Auditorio Kursaal.
Asistencia: 1.500 espectadores.
Se echó en falta un mayor carácter en 'La inocencia', y no fue hasta un clásico como 'No me importa nada' que empezó a coger temperatura. Todo ello junto a la proyección de los retratos de las 34 mujeres que han influido en la vida de la artista. Cantantes, bailarinas, científicas y literatas, de Ella Fitzgerald a Janis Joplin; de Rosalía de Castro a Matilde Paz Blanco, su madre. «La mujer que me parió».
Su característica voz rasgada se esforzó en los boleros, el flamenco y en baladas como 'Dame tu mano', preciosa composición del nuevo disco que suena a clásico aunque se atreva con sonidos más actuales. También el público se atrevió a susurrar tímidamente -y poco convencido- un verdadero clásico como 'Entre mis recuerdos'.
Interludio instrumental e improvisaciones alternativas del teclado y la guitarra, acompañado por palmas, para el cambio de vestuario. Adiós al blanco impoluto y al ambiente de teatro, para lucir lentejuelas negras de rock y el espíritu de estadio, y dedicar otro éxito, el popular 'Un nuevo día brillará' de 2004. El volumen volvió a caer y el auditorio cantó a capella ese estribillo: 'quiero ver el rojo del amanecer…'. «Un poquito arrítmico», bromeó la gallega que parecía dirigir una clase de solfeo en el coro municipal.
Entornó las inmensas ventanas que presidían el escenario para entonar ese confinado 'Hola, qué tal' que compuso inspirada por las más de dos mil llamadas anónimas que atendió durante el tiempo que el virus nos mantuvo en casa. Y quiso revivir esas llamadas. Cogió el teléfono y saludó a una paisana, Elena, de Vigo, con quien mantuvo unos minutos de conversación en directo sobre el escenario. «Es una emoción enorme que me llames Luz, estuve viéndote los dos conciertos que diste en Vigo y fue maravilloso», dijo la oyente. «Seguro que esto no te lo esperas Elena, pero vas a recibir el aplauso de todo Donostia», le devolvió la artista.
Pero fue en el rock macarra de la segunda mitad del show donde la cantante desplegó sus mejores momentos de la noche. En 'Que corra el aire', 'Plantado en mi cabeza', el blues 'Loca' y el funk 'Antes que tú' se mostró despreocupada, con personalidad, sin miedo y el respetable se vino arriba con los riffs sensuales de la Fender de Toni Carmona. Luz Casal ofreció dos conciertos en una misma noche. La dos caras de una misma moneda que, finalmente, cayó del lado ganador.
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