El domingo por la tarde es el momento de ver una película. Ayer la Film Symphony Orquestra nos propuso en el Kursaal ese plan enfocado desde otro punto de vista: el de las bandas sonoras. Fue un show palomitero repleto de romanticismo, entretenimiento y ramalazos ... espectaculares.

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La noche estuvo dividida en dos actos y contó con un protagonista al que sobre todo le vimos la espalda. Pero cuando se giraba, el director Constantino Martínez-Orts demostraba ser un comunicador nato. Un creador risueño que en las presentaciones llenaba todo de detalles profanos y eruditos, explicaba lo que era una obertura, destripaba fragmentos de los films y hablaba de autores con gran pasión.

El espectáculo, de luces bien rockeras, recopiló en su lista piezas populares del cine y la televisión. Del segundo mundo ofrecieron la eterna sintonía de 'El Equipo A', el guiño a 'Star Wars' con 'The Mandalorian' y extractos de 'Los Bridgerton'. En lo dedicado al séptimo arte hubo mucha suite concentrando acordes emotivos ('Polar Express' de Alan Silvestri). Completado con instantes saltarines ('Mucho ruido y pocas nueces'), pasajes de lenta emoción ('Fascinación'), impulsos épicos ('La conquista del Oeste'), mezclas oscuras ('The Matrix') y extractos que se podían tararear de memoria ('El fabuloso mundo del circo'). En una vida en la que las pantallas cada vez son más pequeñas y los altavoces más cochambrosos fue un placer disfrutar de esas músicas en el auditorio donostiarra.

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