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Miércoles, 4 de diciembre 2024, 01:00
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La noche del 9 de noviembre de 1966 un misterioso personaje con bigote se alojó en la habitación 405 del hotel Londres de Donostia. Había llegado a bordo de un espectacular Aston Martin inglés. En el cuarto contiguo dormía su amigo y asistente Mal Evans, acompañante habitual. Nuestro protagonista con bigote llevaba consigo dos potentes cámaras Cannon, y tanto la tarde de su llegada como la mañana de la partida filmó desde su balcón las vistas de la bahía de La Concha, sus paseantes y las características torres de los relojes del paseo.
Ese misterioso viajero era Paul McCartney en pleno apogeo de The Beatles. Más aún, eran los meses decisivos en que la banda se reinventó para alcanzar un mayor éxito: cerraba la etapa de las fans, de la que estaban cansados, y estaban a punto de abrir el tiempo de 'Penny Lane' y 'Sgt. Peppers' y su 'banda de los corazones solitarios', discos de referencia que salieron solo unos meses después.
McCartney viajaba de incógnito con su fiel escudero Mal Evans. Los dos habían salido de Inglaterra con la intención de atravesar España y llegar hasta Almería, donde John Lennon rodaba la película 'How I Won the War', para dar una sorpresa a su compañero. Pero tras pasar por Donostia, Madrid, Córdoba y Málaga, fueron informados de que Lennon había abandonado ya el rodaje, así que McCartney cambió de planes e improvisó un safari en Kenia.
El detalle de ese viaje por España, con una pormenorizada descripción del paso por San Sebastián, está contado en el reciente libro 'Por un penique de fresas (La semilla española del disco que cambió a Los Beatles)', escrito por el sevillano Enrique Sánchez Romero, un fan del grupo al que ha consagrado una vasta labor de investigación. El viaje se recoge también en otra publicación reciente, 'Living The Beatles Legend', de Kenneth Womack, basado en los diarios de Mal Evans. La historia cobra nueva actualidad con los conciertos que Paul McCartney dará en Madrid los días 9 y 10 de este mes.
Según el libro de Womack basado en los diarios de Evans el viaje comenzó en Burdeos, adonde llegaron por Calais. En la frontera de Hendaya McCartney se vio obligado a abandonar una pistola que llevaba en su coche: «Las autoridades quizás pensaron que éramos revolucionarios 'old fashioned'» y Paul «dejó el arma en manos del propietario de un café en la frontera francesa», escribió Evans.
Pasaron la noche en Donostia, siguieron hacia Madrid y tomaron imágenes del monumento al pastor en Pancorbo. En esa ruta sufrieron un accidente en el coche por culpa de una tormenta de nieve, pero pudieron continuar el viaje. McCartney envió una postal a Ringo Starr, su amigo y batería del grupo: «No entendemos una palabra pero nos estamos divirtiendo. Tiempo desapacible pero encantadores interiores».
El sevillano Enrique Sánchez, estudioso de los Beatles y cantate y músico del grupo-homenaje Escarabajos, sabe mucho de ese viaje y del paso por San Sebastián: en 2017, con su amigo José Ángel Martín, reprodujo casi «metro a metro» todo el periplo español de McCartney y Evans para contarlo en su libro. «Hasta conseguí los planos oficiales de 1966 del Ministerio de Obras Públicas para circular, en la medida de lo posible, por las mismas carreteras que utilizaron Paul y su compañero», explica a este periódico. Y en Donostia intentaron alojarse en la misma habitación, tal como narra con detalle en su libro.
«La de Paul y Mal no logramos localizarla con exactitud porque los antiguos libros de registro se destruyeron en los años 90 con la informatización y las múltiples reformas del hotel, la última de las cuales se llevó a efecto entre 2011 y 2013, según nos explicó el recepcionista Aitor San Félix», escribe Enrique Sánchez. «No nos importó mucho al percatarnos de que providencialmente nos asignaban la habitación 405, una de las dos dobles que ocuparon el músico y su 'roadie' según nuestros cálculos, realizados en función de los ángulos de rodaje del tomavistas de 8 mm de Paul».
Porque el autor del libro y su compañero no solo reconstruyeron el viaje: se hicieron con unas cámaras como las de Paul McCartney y Mal Evans para reproducir también sus planos. Paul McCartney y Mal Evans filmaron en España cerca de veinte minutos, de los cuales tres fueron en San Sebastián. Dice Enrique Sánchez que él consiguió la grabación en una subasta, pero parte de esas imágenes circula por internet.
Recuerda Sánchez que «el orgullo patrio» de McCartney siempre le llevaba a lugares con reminiscencias británicas «y seguro que por eso eligió en San Sebastián un hotel llamado 'de Londres y de Inglaterra'».
Poco se sabe de la estancia donostiarra del 'beatle': en realidad, la tarde-noche del 9 de noviembre y la mañana del 10. Solo constan las imágenes que filmó desde la habitación del hotel. «Tal vez McCartney se sintió atraído por la capital guipuzcoana y su relación al séptimo arte, pues la Concha de Oro al mejor largometraje de 1966 recayó en 'I Was Happy Here' [Retorno al pasado] de Desmond Davis, que representó a Gran Bretaña en el certamen cinematográfico», aventura Enrique Sánchez.
¿Qué filmaron Paul y Mal? Sánchez lo cuenta así en su libro: «A la izquierda asomaba el Monte Igueldo, en medio la Isla de Santa Clara y a la derecha el Monte Urgull. Empezando por el oleaje, la cámara de Mal acompañó en este sentido el arcoiris del cielo donostiarra aquel atardecer del miércoles 9 de noviembre. El reflejo dorado de los rayos solares en el agua, naranja y violáceo en sus matices, se interrumpió de pronto por la copa de uno de esos tamarices tan simbólicos del paseo marítimo de San Sebastián. Y descansó en un plano cercano del monumento al Sagrado Corazón sobre una de las capillas del Castillo de la Mota en el Urgull».
A partir de este momento de la película «se intercalan escenas que podría haber filmado McCartney, para concluir el metraje de la jornada con un perro corriendo por la arena, un boxer negro. El contador de la cámara señalaba de tiempo 2:24». Continúa el relato: «En la mañana del jueves 10, Evans continuó el mismo rodaje, aunque con niebla. Principalmente repararon en los dos impresionantes obeliscos (los llamados 'relojes de La Concha'), diseñados como el resto por el arquitecto guipuzcoano Juan Rafael Alday . Las agujas del primero revelaban las 12:28, por lo que pensamos que McCartney y su 'road manager' abandonarían en breve la Bella Easo. Las últimas secuencias contenían un par de tomas, estáticas y muy en la onda de Paul: el filamento incandescente de una bombilla de 125 voltios y un zoom a una balaustrada típica de piedra en la terraza». Cree el autor del libro que el beatle «alucinó con la bahía y sus vistas».
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McCartney y Evans se dirigieron a Vitoria por la Nacional I, luego llegarían Madrid, Córdoba, Málaga y Torremolinos. Después llegó el safari por Kenia. Solo días más tarde, a finales de noviembre y durante diciembre, los Beatles se encerrarían a grabar 'Penny Lane', primero, y 'Sgt. Peppers' después. Parte de esos discos míticos se parió en la gira por España, según el autor del libro. También, quizás, en sus horas en Donostia.
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