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Donostia podría lanzar la campaña publicitaria con ese nombre. Hasta 37.000 almas directas, unas cuantas más de forma indirecta y cercana, demostraron la tarde-noche de ayer que la marea de seguidores de la banda alemana es un ideal para cuestiones turístico-musicales.
Consumen ... más que un coche viejo en un viaje de montaña: Siempre hay alguno que calcula mal los tiempos, el día es largo y el calor apretaba. Pero la inmensa mayoría de los miles de negros asistentes –a las ropas me refiero– que ocupaban el tapado césped municipal donostiarra llamó a los 'birraman' o se paseo para refrescarse por los bares del estadio. Y aledaños. No habrá muchas quejas entre sus dueños, con cero revueltas recogidas en nuestro paseo por la zona. Otro día levantamos la veda de los vasos de plástico de un solo uso. Que no queman tanto como un paseo en avión de Taylor Swift, pero deja su huella salvable.
En Rammstein se disfruta aunque no seas fan: Tres horas de Bruce Springsteen muy bien, pero si no controlas al de Nueva jersey llega un momento que vas a pedir voluntariamente al bar. Los seguidores del combo alemán entran a trapo desde el minuto uno. Jaleando la bajada de los músicos desde los cielos. Uniéndose en una voz cuando la apisonadora les deja hueco. Y si te ha tocado una invitación en la feria de turno no desesperes. Puedes echar dos horas largas viendo el montaje que se trae esta Fura del Baus de sonidos industriales.
La vida es puro teatro: Por eso la banda saca un carrito de niño gigante, con babyborn Godzilla dentro, y luego simular quemarlo. O meten al colorido teclista del combo, despojado ya del traje de espejos y la cresta brillante con la que pisó el escenario, con un traje innífugo en un perolo y lo achicharran con un lanzallamas tamaño industrial. La ópera que se montan los germanos es parte de su aliciente, un complemento a la impresionante pegada de sus canciones.
Boxeo sonoro en un ring apocalíptico: Llámalo heavy. Rock duro. Techno. Metal industrial. Invéntame mezclas de etiquetas. Farda en el grupo de café diciendo que hacen Neue Deutsche Härte, género que se originó en Alemania en los años 1990 y que cuenta con una voz solista de ultratumba. En el boxeo hay varias figuras que van desde el Cruzado hasta el Jab. En Rammstein todo es pegar, pegar, pegar y pegar. Un momento de piano suelto, un tema que empieza suave y ...¡bum! Llegan por impacto a los cuerpos y los oídos, que no parecen castigarse en el lugar pero de camino a casa te informan de que la noche ha estado ejercitada.
¿Qué sale si sumas Ricardo Caballer, la Semana Grande y miles de vatios de sonido?: La respuesta es Rammstein. Su espectáculo piromusical quedaría divino en el cierre de la Semana Grande donostiarra. Fuegos artificiales, llamaradas, fogonazos tórridos que te calientan en el asiento, bengalas en la espalda o lanzadas con una ballesta hacia las torres. Todo eso aderezado con cañones de aire que llenan el campo de confettis y luces para señalizar aterrizajes extraterrestres.
El santoral está lleno de figuras locales: San Tercero Izquierda. Santa Ventana Que Da Al Estadio. La Virgen del No Aparco Ni De broma. Beato Vecino de la Plaza Cercana. Beata Media Hora en Bus. Algunos se unieron a la fiesta, a tenor de las ventanas encendidas en las distintas viviendas. Otros bajaron a la calle para escuchar e imaginar lo que pasaba dentro. Los hubo, seguro, cuya respuesta iremos conociendo a lo largo de estos días en nuestra sección de la llovizna. Y más de dos se acordarían de esos vecinos del renovado Santiago Bernabéu que flipan con las cosas que les montan día sí y día también. Parece que la sangre, en esto tampoco, no llegó al río el pasado miércoles.
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