Si hay una intérprete que ha conseguido que la viola ocupe un lugar relevante en las salas de concierto es, sin duda, Isabel Villanueva (Pamplona, ... 1988). Artista polifacética, es premio Ojo Crítico de la Música Clásica de RNE y Premio Cultura de Música Clásica de la Comunidad de Madrid. Concertista, pedagoga, investigadora, atenta a la música contemporánea y muy activa en diversos proyectos de música de cámara o multidisciplinares, acude hoy a San Telmo en un recital junto al pianista François Dumont.
– ¿Es la primera vez que actúa en San Sebastián?
– Sí, aunque cuando tenía 8 años participé como guitarrista en el Concurso José de Azpiazu y gané varios premios, por lo que di un concierto en San Sebastián, pero curiosamente, de guitarra.
– Hoy ofrece un recital con obras originales para viola de Liszt, Hahn, Martinu y Rebecca Clarke junto con la 'Sonata para violín y piano' de Granados. ¿Este repertorio está pensado con algún sentido concreto?
– El sentido es 'Bohèmes', el disco que lanzamos en 2017 junto al pianista François Dumont, con quien toco este concierto. Está centrado en compositores extranjeros de principios del siglo XX que pasaron por París en algún momento y se impregnaron de la cultura francesa sin perder el vínculo con sus países de origen. En el caso de Clarke, no vivió en París, pero su música recuerda al impresionismo francés.
– Las obras de estos compositores son originales para viola y piano, pero también escucharemos un arreglo de una obra para violín de un creador español, Enrique Granados.
– Granados también vivió en París y su sonata está dedicada a uno de los máximos representantes del violín francés. Si bien es una sonata inacabada y solo se conserva el primer movimiento, es muy poético y expresivo y en él se percibe todo ese estilo impresionista del que hablaba.
– ¿Cómo funciona en su adaptación para viola?
– Hice la transcripción hace años y en ella conservo todos los registros agudos del violín, pero también muestro los graves de la viola para ofrecer una gama más grande de registros y creo que queda una nueva versión muy bonita. Llevo tocándola más de 15 años desde que la descubrí cuando estudiaba en Londres y me pareció bellísima para integrarla en el repertorio de la viola.
Horizonte musical
«Vivimos en un mundo muy global y muy abierto y eso se tiene que plasmar también en las temporadas de conciertos
– Con este tipo de acciones ha conseguido que la viola ocupe un lugar destacado en las salas de conciertos. ¿Por qué es un instrumento que sigue siendo poco habitual en los escenarios?
– Creo que es una mezcla de todo. Por una parte, el hecho de que la viola no tenga un repertorio tan amplio como el violín, el violonchelo o el piano, pero también porque compositores como Tchaikovsky, Sibelius o Brahms no escribieron conciertos de viola. La razón es que en aquella época la viola no era un instrumento pensado como solista, y de hecho no había solistas de viola, sino violinistas que la tocaban como segundo instrumento. En la música de cámara sí se usaba, pero no como solista y tampoco había una técnica pensada para viola. Si hubiera habido virtuosos como Liszt en el piano o Paganini en el violín habría habido un cambio, pero en el caso de la viola no se hizo hasta el siglo XX con los conciertos de Bartok, Walton o Hindemith.
– Y a pesar de ello, hoy en día la viola sigue sin estar presente como solista con orquesta...
– Sí. Es todo un ciclo y una herencia del pasado. Si no hay músicos, no hay obras y si no se escuchan, no hay público. Hoy en día tenemos un repertorio muy amplio, con conciertos que quizá no son tan conocidos como los del piano o violín, pero muy interesantes y este repertorio se sigue expandiendo. Pero los programadores creen que van a tener menos público, quizá por desconocimiento del repertorio o por pensar que el público no va a disfrutar de estas obras de compositores no tan conocidos. Y sin embargo hay que incitar a lo contrario, a ampliar los horizontes de la música para que no se centren siempre en las mismas obras. Es una mirada muy conservadora de la música, porque vivimos en un mundo muy global y muy abierto y eso se tiene que plasmar también en las temporadas de conciertos, que deberían ser para todos los públicos. Tenemos que ser capaces de escuchar con las mismas ganas un concierto de música contemporánea de estreno, que una obra barroca o una sinfonía de Brahms.
Imagen
«El artista es el representante de la obra que está tocando y la identidad visual es igual de importante que la sonora»
– ¿Esta ha sido una de las razones por las que ha creado proyectos como 'Signos', con danza contemporánea, o 'Raíces' en formato de grupo de jazz?
– Sí... soy muy inquieta artísticamente hablando y me apasiona experimentar nuevos caminos. Quiero que se vea que la viola puede hacer todo lo que se proponga. Es una voz y como voz no tiene límites en ningún sentido. Eso es lo que quiero demostrar. En 'Signos' experimento con mi propio cuerpo mientras toco, me fusiono con la viola y hago de todo un único ente.
– Ha creado la marca 'Viola Power' junto con el dibujante Mikel Urmeneta. ¿Con qué objetivos?
– Surgió hace tres años siguiendo esa intención de acercar la viola a todos los públicos. Usábamos el término 'Viola Power' para motivarnos cuando estudiaba, como una expresión de compañerismo entre violas y decidimos que se quedara registrado como algo que nos uniera a todos. Así que diseñamos una imagen, tarjetas, camisetas... para sentirnos unidos. La viola tiene que defenderse aún. Otros instrumentos no lo necesitan.
– También dirige un festival en Pamplona, que puso en marcha en 2020 con el nombre de Reclassics y ahora es Clásica Plus. ¿Qué le llevó a crearlo?
– Es un proyecto de autor (de autora en mi caso). Quiero proyectar mi visión de la música clásica en el siglo XXI para que no se etiquete nada, con el deseo de que haya un intercambio artístico sin límites. Va unido a todo eso que te he comentado y que son los objetivos que sigo en mi carrera como violista.
Instrumento
«La viola puede hacer todo lo que se proponga. Es una voz y como voz no tiene límites»
– Usted ha cuidado mucho su imagen. ¿En qué medida cree que es importante para un artista de música 'clásica'?
– La imagen en el momento en que estamos es fundamental. No me refiero a la imagen como algo superficial, sino como necesidad de completar la experiencia de un concierto, de comunicación de un artista, de todo lo que engloban las artes. Las artes no solo se disfrutan con el oído, sino con todos los sentidos. El espectáculo va más allá del sonido porque el artista es el representante de la obra que está tocando y la identidad visual es igual de importante que la sonora. Es tan importante comunicar desde dentro como hacia fuera. Y hoy en día tenemos muchos medios para que tu vínculo con el público sea mucho más cercano, además de la escenografía, el diseño de luces.
– Usted es profesora de viola de la Escuela Superior de Música de Alto Rendimiento en Valencia y profesora invitada del Royal College of Music de Londres. ¿Qué intenta transmitir a sus alumnos?
– Desde hace años me pareció fundamental incluir una faceta pedagógica e hice un Máster porque me interesaba la parte psicológica, tanto para mí como para sacar lo mejor de mis alumnos. He tenido experiencias de clases en Turquía, Líbano, China, España... y me he dado cuenta de que cada cultura, cada lugar y cada momento son distintos. Y mi objetivo es que cada alumno pueda sacar lo mejor de sí y llevarse una inspiración que incorpore a lo que toca y a su vida. Diría que en realidad lo que intento es, sobre todo, transmitirles la pasión por la viola.
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