Ravel, el dominio del color
Música ·
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CÉSAR COCA
Lunes, 27 de abril 2020, 14:00
Hay algo que une a Gershwin y a Ravel, más allá de que ambos murieran en 1937, con apenas dos meses de diferencia. Se trata de los problemas neurológicos (en el caso del estadounidense, un tumor) que amargaron sus últimos años y los dejaron incapacitados para la composición y la interpretación. Ravel, nacido en la localidad vasco-francesa de Ciboure, fue a la muerte de Debussy el compositor galo por excelencia. Su música combina un neoclasicismo de gran elegancia con elementos del impresionismo del que se convertirá en su último representante. Todo ello, junto a una extraordinaria técnica orquestal, la capacidad para introducir elementos nuevos en su música (como el jazz, que aparece en obras escritas ya en los últimos años veinte) y un dominio inigualable del color. Por eso la música de Ravel se identifica con gran facilidad, por ese manejo de la paleta orquestal. El compositor vasco-francés, que fue toda la vida un dandy, vivió sus últimos años algo amargado por una soledad elegida pero insatisfactoria y por la incapacidad para disfrutar íntimamente de unos éxitos que lo acompañaban siempre. El 'Bolero' es su obra más célebre, pero el movimiento lento de su Concierto para piano en sol es pura belleza.
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