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Con 'Puta', Zahara (Úbeda, 41 años) entregó uno de los discos más brillantes y viscerales de 2021. Cuatro años más tarde, la cantante regresa con 'Lento ternura', un álbum tan oscuro y difícil como sorprendente, que surge de la necesidad de alejarse del cabreo y las violencias que poblaban su anterior referencia, donde denunciaba el heteropatriarcado. Sin 'hits' instantáneos y abrazando nuevamente la electrónica, son necesarias varias escuchas para dejarse atrapar por un disco arriesgado y diferente en el que la jiennense buscaba en un primer momento recoger la belleza y lo amable de la vida, pero acabó lanzando cuitas existenciales al aire y hablando del amor, de su vida en el campo, de su amiga, de su tierra o de lo frustrante que es la industria en la que trabaja. Simpática y generosa, la artista analiza en esta conversación de cerca de una hora las razones que le llevaron a la concepción del álbum, así como la gestación de algunas de sus grandes canciones.
-'Lento ternura' salió el pasado 21 de febrero. ¿Qué 'feedback' está recibiendo?
-Ay, pues la verdad, muy bonito. Es que cuando compongo, a mí lo que me nace es hacer piezas de un puzle. Siempre pienso en los discos como un todo y, a pesar de sacar adelantos y demás, sueño con que la gente saque esos 38 minutos para poder escucharlo entero porque es en realidad como ha sido concebido. Y lo que me estoy encontrando, precisamente, es que la mayoría de la gente lo está entendiendo así. Lo sienten como un todo y lo que les gusta es la experiencia del disco completo. De hecho, algunos seguidores que habían conectado menos con algún adelanto o que no estaban entendiendo muy bien por dónde iban los tiros, cuando han escuchado el disco lo han entendido entero. Yo también creo que es un disco que necesita de su principio y su final, lo que pasa es que al final en los tiempos que corren no podemos exigir a nadie que se siente a escuchar un disco, es algo casi impensable. Qué guay que ahora que está el puzle completo, se vea que la obra es más compleja, amplia y grande de lo que se podía adivinar con los adelantos y qué guay que el oyente lo entienda y se sienta feliz de tenerlo entero.
-Han pasado cuatro años desde el lanzamiento de 'Puta'. No ha estado parada. Hubo reediciones y se embarcó con Martí Perarnau, su pareja, en el segundo disco de _Juno, pero sí que ha sido más tiempo del habitual entre disco y disco de Zahara. ¿Por qué?
-Es que cuando me lo decís, yo no siento que haya pasado tanto tiempo, pero sí, y no es que me haya tomado tiempo deliberadamente, sino que la gira de 'Puta' fue muy larga. Fueron dos años y es verdad que una vez terminó, que yo seguía con _Juno, necesitaba parar al menos un año. Recuerdo en el último concierto decir: «Vale, por lo menos que haya pasado un año». Fue en diciembre de 2023, así que necesitaba que pasara todo 2024 y que el álbum llegara en 2025. Fue lo único que pedí porque muchas de las canciones de este disco las he compuesto de gira, pero lo que realmente me ha permitido crear el disco y producirlo ha sido parar y tener tiempo para mí porque lo necesitaba.
-Parece un milagro en estos tiempos.
-Sí. Yo no tenía prisa. Ahora parece que hay que hacer cosas, mostrarlas, tener ideas y compartirlo todo porque si no la gente se va a olvidar de ti. Pero creo que hago suficientes cosas diferentes o alrededor del disco como para que se olviden, que es algo que tampoco me preocupa. Los discos tienen que estar cuando tienen que estar y mi compromiso con ellos me impide pensar en canciones sueltas o decir: «Bueno, pues hago un EP y ya voy calentando la cosa tres años antes». Yo no lancé 'Yo solo quería escribir una canción de amor' hasta que estaba absolutamente todo cerrado: cómo iban a ser las piezas visuales, qué orden íbamos a llevar de lanzamientos, cómo lo íbamos a orquestar todo... A mí es también lo que me gusta de los discos, que todo lo que hay detrás es un planteamiento global y no simplemente ir sacando canciones a ver si alguna cuaja, que a lo mejor me iría mejor si hiciera eso (risas).
-Tampoco le va tan mal.
-No, no, pero bueno yo a veces lo pienso: «Hija, eres tan pura con tus emociones y tu compromiso...». Pero sí, si es que no me sale de otra forma, no lo puedo evitar.
-'Puta' fue un punto y aparte en su carrera. ¿Tuvo en algún momento esa sensación de tener que estar a la altura del anterior disco? ¿Cómo ha gestionado eso?
-Mira, no tuve esa sensación, al menos no de forma consciente y desde luego no durante la creación. Yo me siento bastante afortunada porque en el proceso creativo mantengo algo que siempre he defendido y es que el proceso creativo tiene que ser muy libre. De hecho si dudo de que esa libertad es real, me testeo a ver si sigue estando ahí. Y aunque esa libertad viene sujeta a la idiosincrasia de la vida, de quiénes somos, de la presión, de querer gustar y de tantísimas cosas, sí que siento que cuando estoy creando algo, lo hago desde un lugar completamente de libertad y pureza. Es decir, yo hago esto y no lo hago desde la comparación o desde la superación, me sale normalmente por contraste, porque como ya he hecho algo de una determinada manera, me suele salir algo distinto.
-Dicho de otra manera...
-Mi planteamiento no es 'Puta' fue tan guay que voy a repetirlo, sino que de forma natural me nace buscar otras cosas. Yo escucho mis instintos porque son los que son, mi pulsión, y me gusta. No sentía esa presión porque el haber hecho un disco tan relevante a tantos niveles personales y también sociales y culturales, de alguna manera lo que hice fue relajarme y decir: «¡Qué guay! Tengo en mi carrera un disco que ha sido el mejor disco del año para muchísimos medios de comunicación y muchísimas personas, que ha estado en las noticias, que ha puesto la violencia machista sobre la mesa y que ha sido importante más allá de mí misma y siempre me sentiré orgullosa de ello». Por eso también creo que no tengo que aspirar a conseguir ese hito en mi vida, que si vuelve a suceder de otra manera pues oye, qué guay y qué bonito, porque me dedico a esto. Así que en realidad mi cerebro creativo lo que hizo fue relajarse mucho y decir qué guay, porque mira, puedo hacer un disco contemplativo y ya está, ¿sabes? 'Puta' era buenísimo, ya lo sabemos todas, no pasa nada y en ese sentido pues ha habido mucha libertad y mucha felicidad (risas).
-A ver si se va a estar autosaboteando...
-Pues donde sí que me he encontrado trabas, que yo misma me he puesto, es a nivel empresarial y discográfico, porque el proceso sí que ha sido más complicado. Vengo de 'Santa', 'Astronauta' y 'Puta', de cerrar una trilogía, que también tenía su propia estética y un hilo conductor. Había que romper narrativamente con eso porque era un nuevo momento. Y, joder, 'Puta' era un disco muy fácil de comunicar porque se comunicaba solo, no necesitaba mucha más explicación. Y este, sin embargo, es un disco filosófico, de reflexiones existencialistas, mucho más pausado a nivel narrativo, menos incendiario, menos provocador. En este disco nuestras reuniones de marketing eran muchísimo más complicadas que las de 'Puta'. ¿Van a entender esto? ¿Cómo mostramos lo que es 'Lento ternura' si es un estado aspiracional que no se puede plasmar físicamente porque no existe, solo está en tu cabeza, Zahara? Paradójicamente, ahora recuerdo 'Puta' y me acuerdo de que la primera persona no de mi entorno a la que le puse algunas canciones me dijo: «Uy, este disco no se va a entender, Zahara». A mí me daba igual, no se tiene por qué entender. Y luego esa persona me llamó para decirme: «Tía, el que no lo entendió fui yo, perdóname». Ese disco era sencillo, te podía gustar o no, podías hasta dudar, creerme o no creerme, molestarte o sentirte identificada, pero al final se entendía. Y este lleva a preguntas que creo que sí que tienen mucha más complejidad, pero todo en una estética pop que al final es donde yo me muevo o lo que a mí me gusta.
-¿Cómo llegó a este concepto?
-Guau... Vale, sí, ya me acuerdo más o menos (risas). Mientras estaba en la segunda gira de La Puta Rave, que era mucho más oscura y electrónica y donde ya cantaba 'Esto no es una canción política', yo veía que el contenido y el discurso político era bestial y llegó un momento en que, a la par que estaba haciendo eso, decía: «Ya no quiero cabrearme más». O sea creo que ahora lo llamativo y lo revolucionario es hacer un disco amable porque lo normal, lo que le pide el cuerpo a todo el mundo, es cagarse en todo. Voy a hablar de mi amiga, voy a hablar del amor, voy a hablar de cosas que me apetece contar porque no tengo ganas de estar en el escenario contando más violencias.
-Ha contado que se iba a llamar simplemente 'La ternura'.
-Sí, pero es verdad que descubro que hay muchas cosas que se llaman así: desde un libro hasta una agencia de comunicación, pasando por una obra de teatro... Me parecía guay que la ternura como concepto esté en el aire circulando, porque creo que es un término que se va a reivindicar, y me vino ese concepto de 'slow fashion' y 'slow food' en contraposición al ritmo de vida superrápido que llevamos y pensé qué guay que fuera un poco 'Slow ternura', como si prestáramos atención a la vida, que la vida debería ser por definición tierna y que la manera de vivir sea pues desde ese prefijo 'slow', que no tiene ningún sentido que lo digas en inglés, de ahí el lento. Me gusta también que no hay concordancia: no es lenta ternura, sino lento ternura porque es un concepto en sí. Me di cuenta entonces de que es algo que quiero, a lo que aspiro, un estado aspiracional. Es estar bien, pero es estar bien porque lo que hay a tu alrededor te acompaña. Por ejemplo, si me voy al campo y estoy ahí, en la naturaleza, estoy bien, pero si estoy en un atasco, no, ahí estoy mal, pero es precisamente ahí donde debería estar bien. Y ahí está el 'Lento ternura', es algo que está escondido, que está en ti... No lo sé. Al final la propia composición del disco me lo fue definiendo, porque, claro, yo empiezo con esa amabilidad y esa atención a las cosas que me gustan y de las que quiero hablar, que es lo bello, que es en realidad lo bueno de mi vida, no la belleza canónica impuesta, sino al revés, la belleza de mi amiga que me está escuchando, la belleza de esos gatos ahí cazando a esos pajarillos que luego me lo van a dejar ahí muerto (rísas), pero eso también es bello.
-Pero empieza a enfocarse en otros elementos más allá de la belleza.
-Quiero hablar de ello y a medida que voy intentando solo centrarme en eso, me doy cuenta de que también empiezo a hacer canciones como 'La violencia', en la que hablo de lo que he vivido con 'Puta', o 'La ternura', que es una canción durísima y pienso que no quería hacer este disco, yo quería hablar solo de cosas buenas. Y ahí es cuando empiezo a darme cuenta de que 'Lento ternura' no es algo que consigues porque te vas lejos del ruido y de las molestias, sino que es cuando observas todo eso y te das cuenta de que forma parte de tu vida y estás en consonancia con lo que te rodea y no intentas huir de ello.
-De hecho, parte del disco sí que habla de huida.
-Toda la primera parte del disco a nivel compositivo y también en su plasmación, que por eso el orden también es importante, es una huida, es escapista. Quiero irme de Madrid, estoy en Formentera y quiero quedarme a vivir y olvidarme de Madrid, y por eso también acabo volviendo a mi ciudad, vuelvo a Úbeda y el disco acaba en mi pueblo y reconozco que soy de ahí, aunque no sea de ningún sitio, porque también se trata de que pueda volver al lugar donde se originaron las violencias y pueda hablar desde ese lugar y si hablo desde ahí con esta amabilidad que siento, ahí es donde está el 'Lento ternura' y se me acaba revelando a medida que voy haciendo el disco y también, a día de hoy, hablando de él, porque ahora te lo he explicado y he pensado 'qué bien lo he explicado ahora', aunque haya necesitado diez mil palabras porque concisa no soy (risas).
-El hecho de que le haya salido un disco especialmente oscuro no ha sido deliberado entonces.
-Simplemente es lo que soy. La verdad es que se llama 'Lento ternura' y parece que va a ser bonito y amable musicalmente y que va a tener más tonalidades mayores y, tú lo has dicho, para mí es un disco oscurísimo y no me escondo. Si es que a mí me gusta lo oscuro musicalmente... 070 Shake es una de mis artistas favoritas, me encanta Low, que es el infierno en la música... Al final, cuando escucho algo y se pone oscuro, sucio, cerdo y suena la grasa por mis altavoces digo: «Wow, esto es lo que me gusta». Me he dado cuenta también al quedarme sola y al intentar buscarme de que soy oscura y de que la oscuridad está en mí y que aceptarla también forma parte de ello. Incluso haciendo este disco hubo un momento en el que me planteé hacer una canción distinta e intentar un 'Berlín U5' pero de repente me planto y digo: «Es que no quiero hacerlo». Este disco no va de eso, no tenía que compensar nada, como cuando hice 'Berlín U5', que había tanto drama que necesitaba hacer una canción así. Aquí yo no he necesitado hacer un hit, he necesitado hacer este disco en su totalidad y haciéndolo me he comprendido porque toda la vida he hecho canciones para intentar entenderme desde un lugar completamente egocéntrico y filosófico. A través de la música que escucho, entiendo a los demás y cómo es el ser humano, me identifico y me acabo conociendo a mí y a través de mis propias creaciones descubro también lo mismo: cómo soy yo y por extensión cómo son los demás. Mi compromiso con lo que creo está ahí en plasmarme como soy y si soy oscura, pues soy oscura (risas).
-¿No le preocupa no tener hits? Aunque yo diría que 'Ctrl+Z' podría ser uno.
-Sí, podría serlo. Yo cuando la hice dije: «¡Cuidado!». Pero luego metí ese solo estropeado de la guitarra de Martí Perarnau pasada por todos mis plugins -pequeños programas que se usan para procesar una señal de audio- que destrozan cosas. Es que yo tengo dentro un plugin destructor, no puedo evitarlo. Pero no, no me preocupa y es algo que asumí muy pronto. Cuando estuve con mi primer disco en Universal escuchaba continuamente cosas como «es que esto no es un hit, tienes que hacer uno» y le cogí manía al asunto. Igual fueron ellos los que me destrozaron y yo tengo vocación 'hitera', ¿eh? (risas). El caso es que no la termino de explorar porque mi ADN como artista viene con una negación a eso y no porque no me gusten, porque me encantan, lo que pasa es que sí que me parece que intentar componerlo es una pérdida de tiempo si tu objetivo es hacer un hit. Componer con un objetivo comercial para mí es parte del problema de esta sociedad. Que el arte haya dejado de tener una llama liberadora y que la motivación ya no sea descubrir sino monetizar... A mí eso me da pánico. Yo creo que hay gente que es capaz de componer 'hitazos', lo admiro, me encanta y me los pongo y me gusta que existan, pero yo a las veces que he intentado hacerlo deliberadamente me he alejado de mi esencia y de mi vocación, así que no me salen desde ahí. Si soy capaz de componer uno o si tengo a veces alguna idea, tiene que ser porque lo sienta. Y si no estoy ahí... Si ahora estoy haciendo un disco en el que estoy hablando de que todo va con prisa, que todo es urgente, que todo es agresivo y que hay que poner la atención en otro sitio, para mí que no haya un hit estándar, también es una manera de definir este disco. Eso no quita que me disocie de nuevo y la Zahara empresaria le diga a la Zahara artista: «¿Quieres dejar de ser gilipollas? Por favor, tenemos que pagar la oficina y la universidad de tu hijo» (risas). Hay veces que me vuelvo a hacer esas preguntas porque digo, joder, ¿dónde está el límite de una cosa y de la otra? ¿Vivo de mi trabajo pero tiene que ser mi trabajo necesariamente mi fuente de ingresos? ¿Tengo que transformar lo que me motiva a componer para que siga generando dinero? Me frustra, de verdad, y a veces me dan ganas de dejar el sello simplemente por eso, porque solo quiero ser artista, solo quiero ser autora, solo quiero crear y que alguien me lo pague (risas).
-El primer single del disco fue 'Yo solo quería escribir una canción de amor', donde habla de su nueva vida en el campo. ¿Echa de menos Madrid y no estar en el meollo?
-No. ¿Sabes que es lo que creo que echo de menos de Madrid? Que me guste el meollo, que me apetezca. Si es que el tiempo que estoy aquí, Madrid se ha convertido en trabajo: llevo al niño al cole, me vengo a la oficina, intento llenarlo de la agenda hasta las 19:00 que llego a casa, para que la tarde-noche que sea con mi hijo y ser solo madre. Podría tener una cuidadora o dejarlo con alguien una noche o algo, pero si es que no tengo ganas. A mí lo que me da pena es ya no ser esa persona. Es decir, es que vivo en Madrid, pero no lo aprovecho y creo que es una ciudad que tiene unas oportunidades brutales, una oferta cultural y de ocio divertidísima, y que yo aprovechaba mucho. Pero ahora voy a más conciertos fuera de Madrid que aquí. Normalmente yo hago viajes culturales, de tecno. Miro dónde pincha un dj que me mola, una sesión flipante o una sala que sé que programan guay y voy allí, sea la ciudad que sea. Y si tengo suerte y puedo estar ahí una semana veo qué más cosas puedo hacer: un museo, una peli... Y me doy cuenta de que tengo más vida cultural fuera de Madrid que en Madrid. He perdido la capacidad de conectar con esta ciudad hasta ese sentido, para mí ya es mi campamento base. Y aquí trabajo, soy madre, y cuando llegan las diez y media de la noche me estoy metiendo en la cama, con suerte, leo media hora y ya está. Pero se ha convertido Madrid en esa rutina que, a veces, incluso quedan amigos y quiero ir y tengo al niño y no puedo, pero ya no tengo FOMO (Fear of Missing Out, que en español se traduce como miedo a estar ausente). En realidad, si no quiero estar, no me lo estoy perdiendo. Hay una vida que está pasando por ahí y no le estoy prestando atención. Igual tengo que aceptar que he cambiado y que ya no soy esa persona. Y ese es el 'Lento ternura' (risas).
-Se ha lanzado por primera vez a producir el disco casi por completo. ¿De dónde surgió esa necesidad? ¿Qué ha aprendido?
-He aprendido un montón de cosas pero lo que más he aprendido ha sido a tener paciencia conmigo misma. Yo ya produzco con Martí y hemos producido juntos tanto para _Juno como para María José Yergo o Chica Sobresalto. Incluso 'Puta', de alguna manera, está producido por los dos, aunque él, al final, asumiera más el rol, sobre todo de cara al exterior. Pero estamos ahí siempre juntos trabajando las canciones. Y eso también, de alguna manera, me frustraba porque, claro, con Martí es muy fácil producir porque es un genio. Tiene una comunicación y un background con las máquinas que él pone una mano y ya no necesita ni un segundo para llegar al sitio al que quieres. A veces digo que estoy con Martí como si fuera un sintetizador al que le digo: «¡Quiero esto!» y Martí lo hace. Es mi inteligencia artificial, bueno mi inteligencia real de la vida (risas). Esa facilidad a mí también me lleva a un sitio incómodo, porque, como ya vas viendo viendo, si es muy fácil y no me atrae, no me interesa, no me estimula. Y entonces pensé que después de lo que había vivido con 'Puta' y de esta disociación de hablar tanto de las violencias, necesitaba centrarme para saber quién soy. Y creo que para saber quién soy también, lo tengo que hacer a través de la música. Necesitaba ponerme delante del ordenador, comer pantalla y decir, vale, este sinte cómo se hace, ni idea. Bueno, pues, ¿qué haría Martí? Abrir unos plugins, que no sé cuáles son. Búscalos, búscate la vida, tía. Y el búscate la vida me llevó a que durante el primer año avanzara con dos o tres canciones, pero no terminara ninguna. Que eso no me frustrara fue el mayor aprendizaje.
-¿De qué año hablamos?
-Pues yo ya estaba con la última La Puta Rave en 2022 y andaba componiendo a la par 'Nuestro amor', 'Tus michis' y 'Formentera', porque yo recuerdo tener el mullet haciendo 'Formentera'. Así es un poco como recuerdo mis épocas (risas). 'Formentera' fue la primera que empecé y fue horroroso ese momento de no llegar a ningún sitio. La empecé con la guitarra, me pasé al piano, luego otra vez a la guitarra, otra vez al piano, un sinte, me quedé con melotrones, corté todos los melotrones y les cambié el orden porque estaba harta de mi armonía, que siempre era la misma. Puse un beat, quité el beat, puse un bombo a negras, quité el bombo. Empecé con coros, los quité... Al año ya no sabía si 'Formentera' me gustaba. Y a partir de ahí empecé a hacer otra, cogí el 'Ableton Note', que es una aplicación para el móvil ultraintuitiva y divertidísima, que tocas con un pad para hacer los sonidos y luego lo pasaba al ordenador. Con esto empecé a hacer también otras canciones y cuando ya llevaba un año y pico me di cuenta de que ya iba sabiendo cómo atajar, enfrentarme a los problemas y resolverlos. Y llegó tal momento que cuando ya estoy haciendo las últimas canciones, '¿Era esto la vida?, 'La violencia', 'La ternura'... acabo haciendo una canción por día. Me levantaba, tenía la idea de la letra, no tenía nada en mi proyecto y empezaba de cero y a las ocho de la tarde llamo a Martí y le digo: «Escúchate esto». Nos creemos que las cosas salen a la primera, tío, y de verdad que para mí el aprendizaje vital, además de toda la parte técnica que he descubierto manejando Ableton Live y Pro Tools, es decir: «Tía, las cosas necesitan tiempo. No te frustres. No pasa nada si no lo sabes, encuentra tu manera».
-¿Qué le ha dicho Martí?
-Pues que he resuelto cosas de una forma que a él no se le habrían ocurrido y que le parece una producción superoriginal porque precisamente él lo habría hecho de otra manera. Me he dado cuenta de que en la música nunca pierdes el tiempo, siempre estás invirtiéndolo en ti, en tu creación, en tu creatividad, en tu investigación. Y de verdad que yo tengo un subidón ahora que me siento ahora superheroína. Es la cosa que más seguridad en mí misma me ha dado jamás.
-¿Tiró de tutoriales en YouTube?
-No. Me he empantallado como nunca en mi vida, pero es que también es así como aprendió Martí. Yo cuando he producido con él sí que editaba ya las voces y hacía muchas cosas de edición, pero lo que era el trabajo de ingeniero y de partir de cero, siempre lo hacía él: abrir su plantilla y ponerse a meter ya sus plugins, sus compresores. La primera vez que pones un compresor no tienes ni puta idea, pero se aprende dedicándole horas, como todo en la vida. No sabía cómo funcionaban las cosas pero seguía la premisa de si me suena bien, es que está bien. Y si me suena mal, es que está mal. Esto lo aprendí de Geoff Emerick, que es el ingeniero con el que grabaron los Beatles. Hay un libro maravilloso suyo que cuenta la producción y grabación de los últimos discos. Él es precisamente el que se atreve a poner el micro de bombo dentro del bombo, cuando en aquella época se ponía a dos metros. Y era incorrectísimo. ¿Por qué es algo incorrecto? Tendrás que probarlo. Yo me he basado en el ensayo-error hasta el límite.
-Pese a la oscuridad del disco, hay también espacio para el humor. Se ve en la misma portada, donde aparece sentada en uno de esos sanitarios portátiles de festival, o en temas más juguetones como 'Tus michis' o 'Demasiadas canciones'. La oscuridad no está reñida con la diversión, ¿no?
-Claro que no. Es que, además, para mí es mucho más divertida la oscuridad porque es más sorprendente y tiene un poco más de enjundia. Eso ha nacido de manera natural. Después de 'Puta' y de tanta sobriedad, necesitaba reírme muchísimo. Cuando llegamos a la idea de la portada, lo primero que le dije a Guille -su socio en la discográfica- es «esta es la portada porque estoy riendo y quiero reírme». Y es que en este disco tengo que reírme porque ya no puedo más, necesito pasármelo bien. Y claro que hay un mensaje muy político detrás de esa portada y que también están mis pullitas al sistema y mis toques de atención, pero por lo menos estoy riendo. Y ahí me reconozco muchísimo y me alegra haber recuperado una parte de mí que estaba un poco adormilada y que necesitaba reivindicar y decir que enseño las tetas a mi amiga como en 'Tus michis' y que no se sepa si estoy hablando de mi mejor amiga o de un pavo. Me encanta. Y que en 'Demasiadas canciones' señale los excesos de esta industria, pero a la par yo me incluya y me señale a mí misma y haga un vídeo en el que me atropello. Es que me he tomado muy en serio porque no tenía otra manera de enfrentarme a 'Puta', pero la realidad es que soy una persona que me tomo muy poco en serio y eso tenía que manifestarlo también.
-Al hilo de 'Demasiadas canciones'. ¿Alguna vez le han entrado ganas de mandarlo todo al garete?
-Sí, de mandar la industria a la mierda sí. Yo solo quiero hacer canciones y crear cosas porque me divierte, porque me gusta, me estimula y todo lo que hay detrás cada vez me parece más aburrido: la no existencia de la conversación, que todo vaya hacia el éxito, hacia la sala llena, a mostrar los logros, los hitos y que hablemos tan poco de las canciones de verdad. También me apabullan las exigencias de esta industria, que me cambien los algoritmos de Instagram todo el rato, que el 'streaming' se haya convertido en el dios todopoderoso que decide lo que los demás van a escuchar. O sea, me frustra muchísimo pertenecer a este sistema y a la par estoy prisionera y no tengo manera de escaparme de él. Pero no puedo abandonar porque amo la parte artística de esto.
-El arranque de 'La violencia' suena mucho a Björk.
-Sí
-¿Había una intención o fue algo que surgió así? ¿Es de las que cuando está en estos procesos abre las orejas para escuchar a más artistas o se encierra en sí misma?
-Cuando produzco estoy escuchándome a mí porque escucho tanta música todo el tiempo y analizo tanto y disfruto tanto, que a la hora de producir no tengo referentes directos. Salvo, excepcionalmente, en este disco 'Control+Z' que la referencia es Fleetwood Mac y que ahí sí que hay un juego ochentero deliberado. El resto es todo, yo creo, que muy puro y muy intuitivo. Y cuando vi lo de 'La violencia', yo misma me sorprendí porque dije: «¡Ah, la Björk!». Recuerdo que cuando vivía en Granada, con veintiún años, ver este 'unplugged' que tenía ella, que era flipante, todas las entrevistas que he leído, y me acuerdo de ya empezar a componer y tener mucho de ella. Al final es una mujer que me ha influido mucho y no solo su música, sino su manera de entender la vida. El otro día decía que ella sería una mujer de 90 años en una rave, y pensé, pues estoy a tu lado, tía, me voy contigo, dime a cuál, allí que me planto. También dijo que la electrónica no es fría, que lo son las personas, que las máquinas hacen lo que la persona lleve dentro. Y siempre he conectado muchísimo con ella y me encanta que me haya salido por aquí, aen un momento tan lírico y en 'La violencia', con esa intro que tiene, que yo componiéndola me emocionaba muchísimo, la verdad, me daba ahí toda una tristeza terrible.
-En 'Quién dijo' se atisba cómo ha cambiado su concepción del amor a lo largo de estos años. Es difícil desprenderse de la idea de amor romántico y tóxico, ¿verdad?
-Yo creo que es complicado, sí, porque yo siento que en mi generación no hemos tenido una educación sexoafectiva, ni de responsabilidad afectiva, ni de ningún tipo. Pues sí, en mi familia se podía hablar del amor, yo veía a mis padres, veía un respeto, podía ver muchas cosas, pero también lo que veía era que mis padres llevaban juntos toda la vida. Al final eso refuerza el relato romántico de perdurar y de la lucha y del sacrificio. Yo soy de esa generación que se ha empapado de películas románticas siendo una niña. Yo ahora veo pelis con mi hijo y me alegra mucho que no haya trama romántica. Siguen siendo muy machistas, pero por lo menos la trama romántica ha desaparecido de casi todas ellas. Digo, ¿qué necesidad tiene una personita de ocho años de ver una trama romántica sobre todo dañina? Pues es que yo me he sentido bien, porque yo quería que me pasara todo el rato esa imagen de 'Match Point', que están ahí Scarlett Johansson y Jonathan Rhys Meyers besándose apasionadamente bajo la lluvia, aunque luego acabe eso fatal. Yo quiero ese beso. ¿Por qué tengo esa imagen en mi cerebro y por qué me creo que eso es lo mejor que me va a pasar en la vida? ¡No es cómodo! ¡No está bien! Aparte es que no acaba bien ninguno. ¿Por qué no era capaz de ver lo otro? ¿Por qué no me saltaba ninguna alarma? Simplemente quería ese romanticismo, esa manera de que me quisieran por encima de todas las cosas, ser el objeto de deseo por encima de ningún otro elemento. Cuando empiezo a darme cuenta de eso y de cómo he querido en mi vida y cómo he necesitado que me quieran es cuando empiezo a desmontarse este mito romántico y me doy cuenta de que el amor no tiene nada que ver con eso y de que el amor no te asfixia ni te mata.
-En 'La ternura' se atreve con el reguetón. ¿Cómo lo integró en la canción?
-Estaba desde el principio. Vino a casa a componer Cora Novoa, que es una productora de electrónica que me flipa. La tía es una genia y aunque produce tecno, controla muchísimo de urbano y de otros géneros que no tienen que ver solo con la electrónica y eso fue lo que me llamó mucho la atención. Ya habíamos trabajado juntas en un remix que hizo de 'Flotante' para 'Reputa' y entonces la llame y le dije: «¿Te vendrías a mi casa un par de días a intentar hacer un reguetón?». Y me dijo: «Pues claro». Compusimos un reguetón muy mono, que no está en ningún sitio y que se llama 'Estia' y que luego a mí no me terminó de encajar dentro del disco. Ya veremos que pasa con eso. Pero me dejó otra de las ideas que trabajamos allí y le pregunté si podía cogerla porque me gustaba mucho, y tenía un texto que creía que cuadraba. A raíz su beat y de sus sintes, empiezo a componer 'La ternura' y al principio yo tengo ese beat todo el rato, intentando sumergirme en el mundo urbano, todo lo que una persona que empieza a escuchar reguetón a partir de los 38 puede sumergirse, que también me parecía guay ese ejercicio.
-¿Por qué?
-La gente que hace trap o que hace reguetón llevan escuchando eso desde que son niños, pero es que yo soy una persona que reconoce qué elementos hay en el reguetón que me estimulan, me gustan y me retan. No tengo ningún tipo de prejuicio con esto y creo que es muy perjudicial tener prejuicios con los estilos 'per se'. Así que me puse a escuchar mucho reguetón, mucho trap. Ella me pasó una lista de mujeres fantásticas haciendo unas cosas que me encantaron, donde había melódico y había partes más cantadas, partes más digamos de urbano, por definir o incluir más géneros, y entonces me sentí supercómoda y me gustó y empecé a frasear de otra manera, una forma con la que no tenía tanto manejo, lo que pasa es que cuando tenía la canción compuesta, como no era ni un reguetón, porque tampoco llego a ser un reguetón, ni me encajaba del todo decidí quitar el beat y ahí fue cuando pensé «wow, pero que fantasía es esta, cómo mola». Porque yo de hecho grabé la toma de voz con el beat de fondo y es lo que me da el camino, pero al eliminarlo me produce una nostalgia... Yo misma no termino de comprenderlo, pero quería que tuviera un momento de reminiscencia y ahí aparece esa parte como un fantasma y se vuelve a ir... Para mí esta canción fue divertidísima de hacer y de hecho no creo que el reguetón se vaya de mi vida. Espero que algún día compartamos 'Estia', no sé de qué manera ni en qué forma ni cómo ni cuándo pero sí que quiero seguir investigando por ahí porque precisamente por de dónde vengo lo que me puede aportar puede ser como mínimo divertido.
-'Soy de un pueblo pequeño' cierra el álbum, una canción sobre Úbeda pero también sobre su relación con esa ciudad donde se puede leer que por mucho que una sea popular, en realidad nadie la conoce realmente. ¿Significa esto que la Zahara artista está muy separada de la Zahara persona?
-No. Sí que es verdad que por mucho que crean que te conocen, realmente no lo hacen, pero eso es porque las personas somos lo que somos, por un lado, pero también porque somos en relación a lo que esperan de nosotras. O sea yo no soy la misma cuando hablo con Guille, que cuando hablo contigo, que cuando hablo con Martí o mi hijo por las expectativas que el otro va a tener y que va a depositar y que me va a cargar. Somos seres sociales y vivimos con ello, no es algo negativo. Yo soy lo que soy y además soy lo que soy cuando estoy con las personas y lo que ellas me inspiran y con lo que proyectan. Yo cuento una cosa y alguien me dice: «Qué guay, he escuchado esto que dijiste». Y yo pienso, no, yo quería decir lo contrario, pero qué bonito ¿no? Fíjate, yo pienso que lo que la portada recoge perfectamente es que todo el mundo al final te ve a sí mismo. Es decir, siempre que hablas, cuando tú ves una película, da igual que no tenga nada que ver contigo, que sea de época, que sea bélica, tú buscas verte ahí ¿no? ¿Quién eres tú en la película? ¿Cómo reaccionas tú ante las situaciones que viven los personajes? Cuando lees un libro, buscas dónde estás tú en el libro. A la gente cuando escucha 'Con las ganas', que es mi canción más popular, le importa una mierda si yo lo pase mal o bien, ellos son los que se sienten mal, los que quieren conectar con su sufrimiento. Y con esto pasa lo mismo, cuando me ven, se ven a sí mismos y decía que conecta con la portada porque yo estoy mirando el libro, buscando la sabiduría, pero si tienes el disco físico, cuando lo abres se ve lo que estoy viendo que soy yo misma, que al final estoy intentando alcanzar la sabiduría, pero que es mentira, estoy intentando entenderme, que es lo que hace la gente. Yo no separo la Zahara artista de la Zahara que está aquí, pero al final cuando yo me subo a un escenario esa Zahara tiene las expectativas de 5.000 personas que la están viendo o 500 o 100 o 15.000, así que voy a estar transformándome continuamente. Ni yo misma soy yo misma, así que nunca nadie va a conocerme. Lo que sí intento cada vez más, aunque sea peligroso, es desprotegerme, no tener un personaje mediático y un personaje personal, pero porque no me hace feliz porque el personaje me supone mucha más energía y al final esa protección acaba pasándome factura porque estoy agotada de fingir algo. Pero por mucho que yo me crea que estoy siendo yo misma, luego veré esta entrevista y diré ¿quién es esa? (risas).
-¿Cómo va a ser la gira?
-Voy a empezar con festivales porque ha salido este disco tan pegado a la época de festivales... Es una cosa curiosa porque los festivales antes eran desde finales de mayo hasta finales de septiembre, y ahora los festivales son desde enero hasta diciembre (risas). Yo estoy felicísima de tocar en los festivales, pero soy consciente de que se están cargando el tejido cultural de las salas. Y eso que es guay tocar en un festival, llegas a una gente que no te ha visto nunca, tienes un escenario grande... Las posibilidades que te da un festival a mí me encantan y por eso yo las aprovecho. La cosa es que yo no quería hacerla inmediatamente al sacar el disco, sino quería dejar un poco de tiempo desde la salida del álbum porque entendía que era un disco que se tenía que escuchar. Así que ya nos metíamos en abril y ya estaban todos los festivales llamando y era imposible hacer salas porque cuando haces festivales hay un periodio de tiempo en el que no puedes tocar en esa ciudad. Tampoco podía hacer dos giras de golpe porque mentalmente no tengo capacidad ahora para asumir dos montajes, dos estructuras, dos shows e ir con los dos. Me parece también divertidísimo estrenar este disco en un contexto festivalero porque claro, hay mucha gente que vendrá y que me conocerá y muchos otros que van a ver otros artistas y proyectos y que de repente, por curiosidad, se queden, aunque no conozcan bien las canciones de este disco y eso también me parece un reto estimulante. Va a ser un concierto con muchos momentos muy distintos, no como en 'Puta', que era todo muy solemne. Va a haber canciones de 'Puta' y temas muy antiguos que hace mucho que no toco. Habrá momentos de humor, de tecno y otros momentos superíntimos.
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