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Imagen de una actuación de Rüdiger para presentar el EP 'Wild Cotton Glow'. Cesc Maymo
Rüdiger: «Me dejo guiar por la intuición, le suelo encontrar gracia al error en la música»
'Wild Cotton Glow'

Rüdiger: «Me dejo guiar por la intuición, le suelo encontrar gracia al error en la música»

Rüdiger presenta hoy en Lugaritz su tercer trabajo, el EP 'Wild Cotton Glow', junto a su «banda de profesionales»

Jon Agirre

Donostia

Viernes, 28 de marzo 2025, 06:28

Con más de 15 años de experiencia y bagaje en la escena musical por un lado, pero con las ganas de seguir haciendo música intactas por otro Felix Buff dejó la batería para dar un paso al frente y formar 'Rüdiger'. Creador casi compulsivo de canciones, de lo que no casó en otros discos surge el EP 'Wild Cotton Glow'. Sonará hoy en Lugaritz.

– Ha solido declarar que Rüdiger «nació de una necesidad». ¿Tras cinco años esa pulsión artística está saciada o ha sido abrir la puerta a un mundo en el que todavía está descubriendo cosas?

– El proyecto vino de la pandemia, de haber parado el ritmo de las giras –tocaba entre otras bandas en Willis Drummond o Joseba Irazoki & Lagunak– después de 15 años intensos. Nos pilló en Tahití y volvimos de forma precipitada, pero me sirvió para descansar y parar. Soy inquieto con el arte y con la música, y empezaba a aburrirme así que miré lo que tenía en el disco duro, porque había muchas canciones que había compuesto pero no habían ido ni a Willis Drummond ni a Joseba Irazoki. Eran más pop, más folk, más americana, o más electrónico, no tenían dueño y entonces de ahí surgió la idea de acabar esas canciones con mi hermano en el estudio Shorebreaker.

– En esa trayectoria de casi 5 años el último paso ha sido el EP 'Wild Cotton Glow', canciones que no entraron en el disco anterior, pero que ya tocaban en directo. ¿Cómo ha sido rescatar esas canciones?

– Hago más canciones de las que puedo grabar, que supone tomarte el tiempo, ir al estudio, contar con un equipo para hacerlo... A veces es un proyecto un poco grande y puede ser costoso. Por eso hago las canciones tratando de que se sostengan por sí mismas, me gusta crear pequeños mundos en una canción y luego veo dónde van a ir. Si no entran en el conjunto que sale, si no encajan con las vecinas, se quedan fuera. Lo que pasó es que en la gira [del disco 'Before It's Vanished'] faltaba repertorio para el directo, con las 8 canciones hacíamos 35-40 minutos, y para llegar a 45-50 añadimos estas. Tampoco casaban en el conjunto del segundo disco, 'The Dancing King'.

– Quizá 'Downtown' sea la mejor prueba de que funcionan como canción, de ese pop de Rüdiger y mucha música en su interior.

– Pues gracias por decirlo (risas). No eran cosas que iban a la basura, las hemos tocado tanto tiempo en directo que mi intención era pillar esa energía. Normalmente hago la demo en casa con todos los instrumentos y después nos juntamos en el estudio para hacer un poco de laboratorio pop tocando pista por pista. Esta vez hemos grabado todos juntos –Vincent Bestaven (teclados y coros), Antoine Philippe (bajo), Joseba Irazoki (guitarra eléctrica), Mikel Sánchez (batería)– en la misma sala como en un directo.

Música

«Hago las canciones tratando que se sostengan por sí mismas, me gusta crear pequeños mundos y ver dónde van»

– También es el más corto de los tres con poco más de 26 minutos. ¿Como oyente no hay paciencia para un disco largo?

– Es que yo no estoy dentro de ninguna industria, yo hago canciones para viejos y mis discos favoritos entran en un LP de 35-40 minutos (risas). Me parece que es la duración perfecta. Tengo muy claro que mi ámbito no son las nuevas generaciones, con 40 años me parecería raro tocar enfrente de jóvenes de 15 años.

– La crítica ha destacado la «naturalidad» de su música. Es curioso, porque bebe de muchísimas influencias.

– Rüdiger es una mezcla de todo eso, es lo que me sale naturalmente y por donde quiero ir.

– 'Before It's Vanished' (2020), fue la 'primera vez' de muchas cosas: escribir canciones para un proyecto en solitario, tocar la guitarra, cantar, incluso físicamente pasar del fondo, donde suele estar la batería, a ser el frontman. ¿Ha asimilado el cambio o sigue digiriéndolo?

– Por mi parte lanzarme con +35 años a cambiar de instrumento, de rol en una banda, fue un acto de inconsciencia. Fue muy incómodo al principio, porque no sabes cómo hacerlo, cómo dices das un paso al frente, pero respondía a una necesidad, porque no lo iba a hacer otra persona. Tenía mis canciones, mis letras, y no me veía tocando la batería y cantando. Decidí coger el toro por los cuernos, fiarme de mi intuición. Al final si lo haces y lo haces, se vuelve natural. Voy cogiendo mi sitio en un escenario, mi rol en la banda.

– Rüdiger nació como proyecto en solitario que cada vez parece más banda. ¿Ha sido natural o buscado para sentirse más agrupado?

– Es verdad que busco banda, pero son músicos muy buenos, profesionales, y no puedo ofrecer una gira con muchas fechas o una seguridad de ingresos. Yo también soy profesional, entiendo perfectamente las agendas de uno y otro. También he estado en su situación, con sustitutos. Tengo mucha suerte porque me ofrecen mucho tiempo. Como 'jefe' me gusta estar ahí, eres quien hace que la gente esté cómoda. Durante una hora eres dueño de lo que está pasando y poco a poco me está gustando.

– (…)

– Es expectativas versus realidad. En un mundo ideal tienes tu banda y siempre están y siempre pueden: no tienen vida, no tienen niños, no tienen facturas... Pero la vida no es así, hay que ser dúctil, pragmático. Llevo muchos años en esto y me ha ayudado a verlo. Ahora sé exactamente la libertad que tengo que dar a los músicos. No sentir esa presión se agradece mucho.

Inicio en solitario

«Lanzarme con +35 años fue un acto de inconsciencia, pero era una necesidad, no lo iba a hacer otra persona»

– Ha solido declarar que le gusta explorar un mundo distinto en cada canción. ¿Significa que todavía busca ese sonido Rüdiger? ¿O ya ha encontrado cierto hilo conductor?

– No hacemos lo que queremos, sino lo que podemos. Lo tengo súper claro. En tu mente una canción va por un sitio, el arreglo le sirve y te pones manos a la obra. Pero salen otras cosas, algo distinto y lo encuentro gracioso. Igual porque no soy tan bueno para poder saber exactamente dónde vamos y tener esa capacidad de no desviarte del camino, pero le encuentro gracia al error, a vivir el camino. Soy de los que se dejan guiar por esa intuición. Y creo que el sonido Rüdiger todavía no está fijado del todo.

– Sus letras mezclan preocupaciones sociales con temas personales. ¿Entiende la música como un arte que tiene que tener un objetivo o nace más de una pulsión de compartir?

– Un poco ida y vuelta. Y es verdad que lo plasmo en mi música. Me afecta mucho lo que está pasando. Por ejemplo, 'Memories' es el relato en primera persona de un migrante. Y en 'The Dancing King' mezclo todo, creo que venir del País Vasco, con una cultura con mucha lucha social y con mucho interés en vivir juntos, me ha influido. He mamado de esa tradición de letras políticas. Para mí todo lo político al final se plasma en el interior de cada uno y puede cambiar tu paisaje: el cambio climático, que llueva o no, etc.

– De cara al concierto de Lugaritz, ¿qué puede esperar el espectador?

– Presentaré 'Wild Cotton Glow', aunque igual no tocaré todas las canciones. Será una mezcla de los tres discos, pero no en orden cronológico. Además tocar en Donostia siempre es especial, siempre pasa algo, desde el principio han acogido muy bien el proyecto. Quiero pasar un buen momento, un poco de paz, que lo necesitamos últimamente en nuestro día a día.

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