Secciones
Servicios
Destacamos
Una palabra «supermanida, trillada» y que en euskera tiene «una connotación bastante negativa» como zuloa, agujero, es el concepto que vertebra y da título al segundo disco del grupo donostiarra Merina Gris, publicado por Sonido Muchacho. Un cambio «importante» para Julen, Sara y Paskal, porque es un espaldarazo y una «apuesta importante» tanto para la discográfica como para ellos, pero que en esencia cambia poco. La filosofía del grupo no ha variado ni en forma ni en fondo. Lo que presentaron como «pop violento», que redefinen como hyperpop, sigue ahí. La fuerza de las letras también. Quizá haya algo menos de estribillo «sin querer», pero no faltan las frases con mucho eco y que dan pie a esas repeticiones en bucle, ascendentes, que seguro que en directo ganarán. «Hay veces que sueltas algo y dices, vale, la transferencia ha sido heavy. Sé que esto ha calado, es súper bonito eso», señala Sara.
El punto de partida fue una perdida y explican que está «escrito desde ese agujero, desde esa parte difícil». Aunque no lo vieron desde el inicio. Al igual que en el primer disco, primero publicaron tres canciones sueltas –'Nadie cuando Lloro', 'lilili' y 'Origami'– que, casualmente, contenían la palabra zuloa en sus letras. «Vimos que, aunque fuera de casualidad, se hablaba de agujeros, que eran muy diferentes entre ellos y dijimos 'hay algo'». Eso les hizo ver que un agujero «puede ser muchas cosas: un sitio donde caes, un sitio donde te atascas, un sitio por donde sales, por donde respiras, por donde entra la luz, una salida a una cosa mejor... todo es un agujero», apunta Julen. «Estoy viendo diferentes agujeros con connotación positiva», añade Paskal. Así, en esa «búsqueda de significado para cada uno», que les ha visto ver una ambivalencia que «nos moló mucho» y opinan que «es contundente», nació la 'teoría' de los seis agujeros –Hobia, Arrakala, Lukana, Butroia, Gotorlekua y Hutsa– que «no tiene más pretensiones».
Ese punto de inflexión dio pie al concepto y ayudó al grupo a visualizar el disco, a «elaborar una narrativa». Después llegarían otros dos singles, una crítica al modelo de ciudad de Donostia en 'Hiru Damatxo' y la última 'Lotu Zure Txakurrak, y, ahora, el disco con cinco nuevas canciones. Los tres aclaran que ir paso a paso no ha respondido a una estrategia definida y que tampoco buscan contentar al algoritmo. «Es sin querer. Componemos muy lento», ríen. Son conscientes de que «la industria va a toda hostia y hay que estar presente todo el rato» y eso les «agobia en especial». Hiperanalíticos en varios aspectos, creen que el modo de proceder en la industria está cambiando. Se nota que han reflexionado bastante en voz alta, porque se complementan las ideas. «Como consumidor estoy dudando de si la fórmula single, single, single... disco es la buena», apunta Paskal, a lo que suma Julen que «vivimos una época en la que se hace hype de todo», con una estrategia definida para cada día y cada paso, lo que hace que «estemos sobrepasados». Lo que ha abierto la puerta al «antihype», a soltar el disco al completo, aunque admiten que «'hacer un Beyoncé' –porque lo hizo con su disco 'Lemonade'– es arriesgado. Si lo hace Gorka Urbizu es normal que le vaya bien, pero no es algo que le funcione a todo el mundo». En ese análisis es muy importante la relación sincera con los seguidores, como apunta Sara. «Hay tanta información –singles, videoclips...– que si captas su atención tienes que ofrecer algo, si no es desaprovecharlo».
Noticia relacionada
También aclaran que a pesar de ser un disco conceptual, cada canción hace referencia a «más de un agujero». En caso de querer saber más, el vinilo contiene un mapa explicatorio emulando la carta de alergias de los menús de los restaurantes.
Con el proceso muy reciente, señalan que les falta «perspectiva» para valorar el resultado, aunque sí que han notado que «tiene más cohesión» que 'Zerua orain', sobre todo porque «tienen más experiencia». El apoyo de Ed Is Dead, productor del primer disco, ha aportado tranquilidad. «Desde la composición ya estábamos pensando en la producción», añade Julen. Compone la mayoría de las canciones y «saber cómo es la voz de Sara», explica, «saber lo que le gusta a Paskal», hace que lleguen antes a la versión de la canción que buscan, con la mayor naturalidad posible, con muchas tomas que han aceptado «como venían, a la primera», entendiendo que «era lo más fiel al momento».
El disco, con temática social muy clara, refleja también la «amargura», la rabia, o la «tristeza rasposa» que el grupo «tiene dentro». El tema 'Hiru Damatxo' se ha llevado los titulares y los tres admiten que la ciudad les crea esos sentimientos. «Salgo a la calle y no me gusta lo que veo, es un ni contigo ni sin ti». También se nota en 'Triste dabil aita', que habla de «la muerta y la decadencia», y emplea el cambio de Manteo como metáfora. «Creo que se están llevando nuestro pasado y era una forma de decirlo. Que no todo es que se muera, que también matan cosas». Todo con mucho humor y fina ironía, tal y como entienden la música. Ya lo demostraron en 'Ardi Latxen Herrian', donde reflexionaban sobre «señalar a alguien y acabas diciendo si es que soy igual» o 'Lotu Zure Txakurrak' de este álbum: «Quería tirar un beef pero no soy así, empiezo a criticar y acabo hablando de mí».
Tienen claro que no quieren ser «absolutistas o fundamentalistas. Decir 'el sistema nos jode, es decir nada. Decir 'todo es culpa del 5G' es muy simplista». Como grupo, defienden que no siguen «doctrinas», que justo de ahí viene el nombre Merina Gris» de que «somos relativistas». «Yo intento decir frases que a mí me planchen y, una vez tienes eso, intentar hacérsela llegar a la gente de la forma más sincera», añade Julen. En esa intención las referencias culturales, extractos de otras canciones y algunos samples son habituales. «Lo del collage es algo muy nuestro».
El proceso creativo no siempre ha sido fácil, «es un infierno, muy complicado», y por eso de cara al directo han buscado «no hipotecarse» ni «obsesionarse con replicar el disco», poder tener «las manos libres» y disfrutar sobre el escenario. Hacer música con el ordenador les ha abierto infinidad de puertas, más aún con su querencia a cambiar las cosas. También ayuda su apuesta por «ser una banda», porque dicen que «la música cambia. Y gana. Tiene una mala hostia, un rollo, una imperfección o suciedad que no tiene el disco». Esa pasión, que no es «enfado o rabia, más bien visceralidad» es la esencia de su música y lo tienen claro. «Sin el directo te pierdes medio grupo, medio Merina Gris. La alegría o lo emocionante nos gusta en mayúsculas».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Beñat Arnaiz | San Sebastián y Oihana Huércanos Pizarro
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Julio Arrieta y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.