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Una 'Sirenita de mar' donostiarra hecha canción

Victor García Casas siempre ha sentido pasión por la música, pero fue durante el confinamiento cuando decidió poner melodía y voz a algunos de los más de ochenta temas que tiene escritos. Ahora compagina su trabajo en comercio exterior con el estudio de grabación

Ainhoa Iglesias

San Sebastián

Sábado, 29 de mayo 2021, 15:49

Un recuerdo de juventud pone la letra. El pálpito de un amor de verano, el ritmo. La Concha, Anoeta y el Jazzaldia hilvanan la melodía. Victor García Casas tiene 56 años, es de Zaragoza y su trabajo en comercio exterior le ha llevado a viajar por medio planeta, pero cuando la pandemia de coronavirus le obligó a encerrarse en casa, un viejo sueño comenzó a tomar forma. «La música ha sido siempre mi pasión», asegura. Y lo demuestra con 'Sirenita de mar', una de las canciones que ha grabado en un estudio profesional por puro hobby y cuyo videoclip ha visto la luz este mes.

Con ilustraciones de Blanca Pérez-España y editado por María Alonso, narra el encuentro de un joven con una bella criatura en Donostia. Una canción autobiográfica que, claro está, se toma alguna licencia poética. «La sirena es una metáfora, pero hubo una chica, sí», confiesa.

Todo comenzó con un viaje secreto. «Acababa de terminar COU y quería irme por primera vez de vacaciones con un amigo. En aquellas fechas se celebraba el Festival de Jazz de San Sebastián y decidimos que ese sería nuestro destino». En casa de los García Casas, sin embargo, todos creyeron que Víctor pasaría una semana en Tarragona. «Allí vivía el mejor amigo de mi padre y sabía que me dejarían marcharme si tenía a quién recurrir en caso de que me pasara algo», explica.

Cantautor de vocación, conserva vívida la excitación que sintió cuando, con 17 años, descendió «del tren expreso de la época» en pleno corazón de la ciudad. «Lo primero que hicimos fue entrar en un bar cercano a la estación y pedir unas páginas amarillas para buscar una pensión». Tras innumerables ciudades y hoteles recorridos, aún recuerda que se alojaron «en Easo kalea». Entonces, una noche, paseando por La Concha, conoció a «una sirenita de mar» que casi 40 años después se ha convertido en canción. Discreto sobre la identidad de su musa, Víctor García Casas deja claro que aquello no prosperó. «Antes como mucho te podías enviar una carta, una postal... cosas que desaparecen con el tiempo». Pero la inspiración se alimenta de recuerdos, y no hay vivencia más tierna que la que acontece en pleno despertar a la vida. De hecho, él ya había estado antes en Donostia -«de crío, para recoger a mi abuela, que solía veranear allí y fuimos un par de años a buscarla», explica- y ha vuelto después, la última vez hace dos años. No obstante, afirma que fue en aquel viaje adolescente cuando descubrió las bondades de una capital guipuzcoana que desde entonces le «enamora».

«Vivir de la música era muy difícil»

Nacido un 22 de noviembre -«día de Santa Cecilia, patrona de los músicos, como no podía ser de otra manera», bromea-, Víctor García Casas compaginó sus estudios académicos con la guitarra. «Tuve un grupo de rock y después, ya cuando estudiaba Derecho en la universidad, comencé a actuar como cantautor en bares y locales de Aragón». Alguna vez llegó a entonar algún estribillo con Labordeta, íntimo amigo de su padre, e incluso cuando trabajó como becario en la embajada de España en Reino Unido se las arregló para actuar dos o tres noches por semana en restaurantes de Londres. «Versionaba temas como 'Cielito Lindo', 'Guantanamera', 'Reloj no marques las horas'... aunque de vez en cuando colaba alguna de mis canciones», se ríe. Sin embargo, cuando la vida se puso seria optó por ser pragmático. «Quizá fui cobrade -reflexiona-, pero yo veía que vivir de la música era muy difícil y decidí centrarme en mi profesión».

Durante toda su etapa adulta se ha dedicado al comercio exterior en el sector eléctrico. «He viajado por casi un centenar de países, tratado con multitud de personas y empresas», narra. Y aunque siempre ha tenido «varias guitarras en casa» y durante todo este tiempo ha continuado componiendo, ha sido la pandemia mundial de coronavirus la que ha provocado que reconectara con el anhelo de compartir su música. Durante el denominado 'confinamiento duro', ese que encerró a millones de personas en sus casas, Víctor encargó un multipistas por internet y aprendió 'online' a mezclar sonidos para algunas de las más de 80 canciones que tenía escritas. Aquello prendió el deseo de dar un paso más. «Mi jefe me habló del estudio profesional Séptimo Cielo y no me lo pensé más. Pago una tarifa por trabajar en él durante tres días, en los que grabo una guitarra, luego otra, una voz, otra voz... el bajo y los arreglos corren a cargo de Yeins Pianetta G. y Chechu Martínez hace la producción».

De los videoclips que cuelga en Youtube se encarga su prima, María Alonso Casas, y para 'Sirenita de mar' Blanca Pérez-España, «la prima de esta prima», hizo las ilustraciones en las que se pueden observar la bahía donostiarra y el Jazzaldia.

Por el momento en el canal hay tres clips pero su intención es continuar añadiendo más. «Me divierte y me siento bien haciéndolo. Hay a quien le gusta el bricolaje o a quien le gusta cultivar un huerto. A mí me gusta esto y lo hago como se deben hacer las cosas, sin prisas y con cariño».

- ¿Y cómo deben escucharse sus canciones?

- Con cariño también, pero sobre todo con comprensión. Los medios con los que cuento no son comparables con los de un cantante famoso. Hacer un videoclip cuesta muchísimo trabajo, pero bueno yo lo hago con placer. Como decía Lou Reed: tengo alma de rock and roll.

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