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Las personas con problemas de ceguera suelen tener limitado el acceso al arte, y más en el caso de las grandes obras escultóricas, como las de Eduardo Chillida. Facilitarles esa accesibilidad ha sido el reto al que se han enfrentado una veintena de alumnos de Formación Profesional Básica y Escuela de Segunda Oportunidad Ortzadar, que han reproducido cinco de sus obras a pequeña escala y en braille. Se trata de las emblemáticas piezas Buscando la luz I (1997), Lotura XXXII (1998), Arco de la libertad (1993), Basoa V (1997) y Besarkada XIV (1997), que se han realizado en 3D resina.
Los estudiantes entregaron este jueves a Chillida Leku el resultado de su trabajo en un acto en el que Lucía Gavari, afiliada a la ONCE y usuaria de braille, y Carmen Marín, técnico de tiflotecnología y braille de la ONCE en Euskadi, validaron la accesibilidad, tanto en braille como en relieve de la obras. «Es de agradecer que nos faciliten las herramientas para poder disfrutar del arte», señaló Lucía, al poder palpar con sus manos todas las curvas y formas de las piezas de Chillida.
Este proyecto, impulsado por Ortzadar junto con la Fundación Orange y en colaboración con la ONCE, el museo Chillida Leku y la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce, ha permitido que los alumnos de Necesidades Educativas Especiales (NESS) que estudian el Grado Básico de FP adaptado a 3 años en las especialidades de calderería y soldadura, hayan tenido «la motivación de ver que lo que estaban haciendo sirve para alguien que tiene unas necesidades concretas, y que luego la comunidad de la que son parte les agradece y les valora», explicó Miriam Navasa, profesora y tutora de los alumnos que han participado en el proyecto. «Iniciativas como éstas les sube la autoestima porque les demuestra que aunque tengan algún tipo de necesidad especial son muy capaces para algunas cosas, y lo están demostrado».
Ismael, Aingeru, Ekain, Gorka, Iker y David fueron los encargados de explicar el trabajo realizado. Supervisados por FabManagers y asistidos por ONCE, los estudiantes acudieron a Chillida Leku a fotografiar las cinco obras que iban a crear en miniatura y después en clase utilizaron programas de diseño digital avanzados, impresoras 3D de resina, corte láser y herramientas para transcribir a braille. «Sin darnos cuenta estábamos haciendo matemáticas», reconocieron entre risas. Superada la vergüenza por tener que presentar ante el público el trabajo realizado, todos coincidieron en señalar que «nos hemos dado cuenta que nosotros también podemos hacer este tipo de cosas».
Las obras creadas se sostienen sobre una base fina de madera, en el que se han incluido el nombre y las descripciones de las mismas en braille, así como el código QR (también en braille) que da acceso a la página web del museo. La reproducción de la obra se puede soltar de la base para que se pueda sentir su tacto, algo «muy importante» para sentir cualquier obra, recordó Luis Chillida, presidente de la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce. Las cinco piezas se suman a otras siete que se entregaron en 2021, y estarán accesibles en el museo.
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Miguel Ángel Mata | San Sebastián y Amaia Oficialdegui
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