'El padre': Paseo por el último jardín

El autor de esta pieza teatral, Florian Zeller, que tiene solo 45 años, ha extendido la mano a todas esas personas que ya habitan en la niebla. Lo hace creando una historia capaz de mostrarnos el precipicio que suponen esas enfermedades que van poco a poco destruyendo lo más importante que tenemos: la consciencia de lo que somos a través de la memoria.

Para ello ha escrito una obra que parece una de esas copas de cristal que con mirarlas se pueden romper. La propuesta de incluirnos, aunque sea levemente, en esa niebla es tarea que puede estropearse si no se cuida cada detalle. Zeller, como quien deshace un rompecabezas, nos muestra atrevimiento, sensibilidad y oficio teatral en cada pieza por separado.

José María Pou, como actor superviviente de tantas batallas escénicas, tenía un caramelo en esta función. Parece que el personaje lo espera, o quizás sea al revés. Desde el inicio lo vemos librándose de postizos recursos para atizar la lágrima en ese encuentro entre la dignidad que se le escapa al personaje y los fogonazos de lo que fue. Si Hopkins nos atrapaba en el cine con su mirada triste, Pou nos regala a un hombre perdido al que acompañamos a pasear por el último jardín.