Secciones
Servicios
Destacamos
Una reflexión de Julio Caro Baroja en presencia de Eugenio Ibarzabal sobre cómo pudo llegar el País Vasco a un siglo XIX tan convulso tras ... el prometedor siglo XVIII ha cristalizado cuarenta años después en 'Muñagorri, el conde y las condesas' (ed. Erein). Este trabajo de Eugenio Ibarzabal (Donostia, 1951) es la respuesta en forma de «reportaje largo» a aquella pregunta.
Ibarzabal, que ha trabajado durante dos años y medio en la investigación del período histórico que va de 1745 a 1842, repasa el tránsito entre la esperanza ilustrada y la primera Guerra Carlista a través de cuatro personajes: José Antonio Muñagorri, «lo que hoy se llamaría un empresario de ferrerías, natural de Berastegi. Un pacifista que se mete en un lío entre dos ejércitos y que es increíble que sea un desconocido» a pesar de que Benito Lertxundi ha cantado sus coplas.
El segundo personaje es el conde de Villafuertes, Manuel José Zabala, en cuyos archivos familiares ha podido indagar el periodista donostiarra para elaborar este trabajo. «Se trata de un jauntxo, un político amante del país y fuerista, partidario del 'mal menor'», algo que Ibarzabal consideró un valor a reivindicar. Finalmente, están las dos condesas: Escolástica, la esposa del conde, «una mujer sin estudios, que aguanta lo que tiene que aguantar y que constituye un baluarte polr cuanto lleva la administración» de la casa. Por otro lado, aparece la figura de la condesa de Echauz, prima del conde.
Con estos mimbres, Ibarzabal levanta un gran fresco de época en el que no sólo se aproxima a los acontecimientos históricos en una época sin internet en la que eran muy diferentes a ahora conceptos como 'tiempo' y 'distancia': «Una orden de Napoleón tardaba un mes en llegar a Madrid y la contestación requería de otro mes». Así, 'Muñagorri, el conde y las condesas' no sólo se ocupa de la gran Historia con mayúsculas, sino que también recoge las pequeñas historias para contar «cómo se casaban en aquella época, cómo viajaban, cómo era una casa, qué comían y cómo era su higiene».
Ibarzabal comentó cómo, paradójicamente, «para el mundo nacionalista todo empieza a partir de Sabino Arana y para el mundo antinacionalista, también», cuando la realidad demuestra que ya antes había vascos amantes de su país, de su cultura y de su identidad política.
El autor animó a acercarse a un trabajo que supondrá para el lector, según dijo, «un descubrimiento» de muchos aspectos desconocidos y que encierra una ensañanza: «La paz, la democracia y el autogobierno son piezas de porcelana fina con las que hay que tener mucho cuidado. Estamos como estamos, pero quién sabe lo que podría pasar», concluyó Ibarzabal, que apostó por ser «radicalmente moderado para evitar grandes atrocidades».
En la presentación del libro también participó el editor Inazio Mujika, quien admitió que el título no hace justicia al contenido del volumen por cuanto «ofrece menos de lo que da. Empìeza en un siglo XVIII lleno de ilusiones, pero que desemboca con violencias como las matxinadas. Hay un sueño de libertad que se convierte en pesadilla». Mujika destacó el tono de Ibarzabal, alejado del academicismo, aunque no del rigor histórico, y su atención a «la vertiente humana de la vida cotidiana. Combina la política, la intriga, lo militar y la identidad del pueblo vasco», cuyos fueros, dijo, «son la base del autogobierno».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
No te pierdas...
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.