De la panza sale la danza

Corría el año 2009 cuando el director del grupo errenteriarra, Jon Maya, invitó a Pantxika Telleria a que creara una coreografía para ellos. A partir de ahí, se inauguró una línea de trabajo, cuyo mejor exponente es 'Oskara' (2016), de Marcos Morau. En esta ocasión, el turno era para Jesús Rubio Gamo, quien ha querido ofrecer su visión, tomando como excusa el instrumento de percusión vasco. Sin embargo, después del enérgico arranque inicial, parece que la txalaparta queda relegada a un segundo plano, poniendo el foco en la interrelación de fuerzas entre los siete intérpretes. De esta manera, el creador madrileño se esfuerza en construir una coreografía con un fuerte componente contemporáneo, en la que emergen algunos de sus lugares comunes como el uso de los círculos o su gusto por la desnudez. Todo ello queda salpimentado con una acumulación de mudanzas suletinas, guipuzcoanas, vizcaínas y especialmente de baile a lo suelto, lengua dancística vernácula en la que mejor se desenvuelven los componentes de Kukai.

Música, iluminación y escenario casi al desnudo contribuyen a apuntalar un cierto misticismo ajeno a los orígenes de la txalaparta. Siendo una propuesta de corte experimental y casi de laboratorio dancístico, el resultado dividió al público asistente, si bien la deslucida salva de aplausos rondó los cinco minutos. Esta tarde, segunda oportunidad para sumergirse en el singular universo que construye Jesús Rubio Gamo sobre la txalaparta, al que no le vendría mal un txotx final.