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. «Al final, tu mundo solo existe en la memoria». Un colofón a la primera parte del monólogo de un anciano que servirá, desde el inicio de la obra, para marcar el territorio de la melancolía en que se mueve 'Ventiladores Clyde'. Casi quinientas páginas ... del mejor Seth, presididas por la máxima de que el individuo no cambia con la vejez, sino el mundo. Y no siempre para bien. Para el artista canadiense, casi nunca.
Gregory Gallant, nacido el 16 de septiembre de 1962 en Clinton, Ontario, más conocido como Seth, hoy ya figura indiscutible e indispensable del cómic americano independiente, ganador de los premios Eisner, Harley e Ignatz, tanto en su faceta de dibujante como en la de diseñador de la colección 'Peanuts'. Comienza su larga carrera profesional para la editorial Vortex Comics con 'Mister X', pero sus intereses pronto le conducen hacia trabajos independientes, como 'Pallooka-Ville' o, más adelante, 'La vida es buena si no te rindes'. En ambos casos, los temas tratados por Seth nada tienen que ver con la épica, la aventura o el dramatismo extremo, sino con el día a día de personajes anónimos, personas con las que el lector se identifica absolutamente dado que podría ser cualquiera de ellos. En 2005 lanza 'Wimbledon Green' y un año después, 'George Sprott (1894-1975)', serie que durante siete meses aparecerá en The New York Magazine en forma de veinticinco planchas, y que en 2009 pasarán a ser revisadas y reconvertidas en un cómic de cien páginas. Ilustrador, protagoniza en dos ocasiones la portada de 'The New Yorker', pero ya antes de todo esto, en 2004, ha publicado la primera parte de 'Ventiladores Clyde', ciento cincuenta páginas centradas en la vida alrededor de su negocio de ventiladores de dos hermanos, Abraham y Simon Matchcard. Un trabajo que durante mucho tiempo permanece inconcluso y que ahora alcanza su punto y final. Cuatrocientas ochenta y ocho planchas que condensan el mejor arte de Seth y, por extensión, su misma personalidad.
Y la de Seth no es sencilla o, como mínimo, habitual. Coherente con su forma de entender la vida, gusta de la rutina, y tanto su estudio como su forma de vestir y actuar podrían estar sacados de cualquier película ambientada a mediados del siglo pasado. Impecable tanto como sus viñetas, siempre alejadas del ruido, del desorden. Admirador de Hergé y de Kirby, pero con un dibujo limpio mucho más cercano al creador de Tintín que al del mago de Marvel.
Ya hay muchos críticos afirmando que 'Ventiladores Clyde' marca un punto y aparte, que se trata de una obra maestra de la narrativa en viñetas, que Seth ha alcanzado la cima en la que cualquier autor anhela estar. ¿Por qué semejante aseveración?
Mr. Gallant, alias Seth, no es el mejor dibujante del universo conocido, ni siquiera estaría entre los aspirantes al título. Claro, ¿qué es ser el mejor dibujante? ¿Aquel capaz de representar la realidad con un virtuosismo solo al alcance de Alex Raymond, Hal Foster, Jean Giraud, Katsuhiro Otomo...? ¿Aquel capaz de transmitir emociones más allá de la ortodoxia, como Quino, Crumb, Sienkiewicz...?
El cómic es un mundo muy complejo y, tal y como en esta misma página ya ha quedado dicho infinidad de veces, contar es lo principal. La historia, transmitir. Contar al calor de una hoguera inexistente que se va creando entre el autor y el lector.
Se toma su tiempo, cuatrocientas ochenta y ocho páginas, nada menos. No piensa en el formato comic-book de grapa, ni en una fecha de entrega que condiciona los resultados, ni en las ventas, al menos es la sensación que transmite. Cuatrocientas ochenta y ocho páginas de charla, de hablar como en los viejos tiempos, sin prisa. De hablar de una época que ya no existe, pero que para él fue más amable, más real, más humana, más respirable. Su elección, después de todo, ha sido permanecer allí, así que ya no se trata solo de nostalgia, sino de melancolía. Una palabra preciosa, por cierto.
Todo en azul, negro y gris. Melancolía no se escribe en rojos o dorados, después de todo. Páginas, la mayoría, en el legendario 3x3, esto es, tres viñetas por cada una de las tres filas de viñetas. Allí donde habitan quienes quieren parar el tiempo. Algo tan fútil como pleno de nostalgia. Seth ni siquiera está seguro de que los años perdidos fueran tan dulces; como él mismo recuerda, aquellos fueron tiempos difíciles según el color de la piel de cada caminante. 'Ventiladores Clyde' es lenta, cadenciosa como todo segundo movimiento de cualquier concierto romántico para violín o piano, y es placentera, porque no busca el dolor, solo la complicidad, porque estar solo es duro. Mucho. Y existen tantas soledades como viñetas.
E imposible concluir sin una mención a la edición de Salamandra Graphic, algo soberbio, único en su apuesta editorial y belleza. Un cómic en cartoné que sobrecoge por su envoltorio, una carpeta troquelada, cada rincón de la misma cuidado. Son ediciones así las que otorgan al cómic el espacio de prestigio que nunca debió abandonar.
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