Un paseo de 'désescalade', el Viggo de Celta y planeta Naiara

El jueves tenía fiesta y desescalé hasta Biarritz y más allá. Es la primera vez en meses que cruzaba la muga. Primero repetí el maravilloso paseo que va desde el faro de Biarritz y su Chambre d' Amour hasta la desembocadura del Adur, por las playas domesticadas primero y las salvajes después de Les Cavaliers y demás sorpresas de Anglet. Hay zonas que son como las Landas pero medio hora más cerca de casa. Las olas rompían con violencia y el paisaje, como el verano y nuestras nuevas vidas, parecía por estrenar.

Por la tarde me sumergí en un Biarritz repleto de turistas (la mayoría, de la misma Francia) con pocas mascarillas y aglomeraciones en terrazas y comercios. La relajación es común a los dos lados de la muga, pese a los rebrotes. Todos estamos concienciados de la importancia de la seguridad y las distancias sociales hasta la segunda caña. Que allí se dice 'bière pression'. También al otro lado hablan de 'dèsescalade' y también hay quien protesta por el uso de la palabra. Pero es la misma guerra perdida que en castellano.

Volver por la costa de San Juan de Luz a Hendaya aporta una maravillosa sensación de desconfinamiento. Fue una breve escapada antes de estrenar mi Gipuzkoa Passport. Ya tengo entre manos ese invento foral que invita a disfrutar de nuestro territorio en este verano raro. Sabemos que lo más exótico es lo más cercano: uno ve el programa de Urmugan, el festival de música que recorrerá en julio los montes vascos y es como un trekking por el Himalaya pero con el Orfeón Donostiarra. El paraíso está cerca: un buen paisaje, mejor compañía y unas chuletas. Días atrás una cuadrilla feliz nos juntamos en Berastegi en culto a la amistad y el vino y no echamos de menos las palmeras de los folletos.

Ha empezado eso tan antiguo que llaman 'campaña electoral'. No todo en la vida puede ser de color de rosa.

Son unas páginas deliciosas: en 'El monarca de las sombras', el libro de Javier Cercas, el cineasta David Trueba habla de cómo su mujer, Ariadna Gil, le deja para irse con el actor Viggo Mortensen. «Es guapo, simpático, culto, progresista, estrella de Hollywood... ¡es normal que ella se enamore!», dice Trueba comprensivamente. Cercas se enfada: «No seas siempre tan razonable, David. ¡Cabréate!». Pues sí: Viggo Mortensen es todo eso, como un Viggo de los celtas, y resulta un estupendo Premio Donostia, conocido la misma semana que el Celta de Vigo agravó la crisis de esa otra estrella, ahora apagada, que es la Real. Pensemos que esto que se está jugando es un sucedáneo aburrido, más que una Liga de verdad. También hemos sabido que Woody Allen estrenará en el Festival y en Donostia su película sobre el Festival y Donostia, cerrando así el círculo juguetón que abrió con el rodaje hace justo un año. El Zinemaldia da estupendas señales de vida: apuesten a que 'Patria' se estrenará también en el certamen.

La periodista y cineasta donostiarra Naiara Eizaguirre Paulos es un prodigio de energía positiva. Trabajó en San Sebastián (qué felices fuimos en Keridos Monstruos) y se fue a Nueva York y el mundo entero a cumplir sueños. El miércoles se casó con su novio, el también cineasta Erik, en una 'teleboda' mundial: ellos estaban en Los Ángeles y sus amigos brindamos desde Sidney, Nueva York, Ciudad del Cabo o Donostia. Planeta Naiara se llamó su programa en la teletxikita; ella convierte el título en real. Queda copa pendiente en el Resaca. Zorionak.