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El drama de la migración irrumpe de forma descarnada en el espacio donostiarra de ocio por antonomasia que es el Boulevard. Y lo hace en ... forma de exposición fotográfica que, bajo el título de 'Ihesa Zilegi Balitz. Huir es un Derecho. Ce Sont des Personnes', reúne 46 instantáneas en gran formato tomadas en distintas ubicaciones que, en realidad, son uno: la frontera.
La muestra reúne imágenes que los fotoperiodistas Gari Garaialde (Irun, 1972) ha tomado durante los últimos cinco años en la zona del Bidasoa y Javi Julio (Donostia, 1978), en las islas griegas de Lesbos y Chios durante la primera salida del 'Aita Mari', en 2019. Mikel Oibar (Bilbo, 1987) y Santi Donaire (Jaén, 1988), por su parte, completan la visión panorámica del drama migratorio con sus fotografías de la frontera de Melilla. La muestra, dividida en seis estructuras en forma de U y que permanecerá instalada hasta el 7 de abril, está acompañada de textos de la periodista Kristina Berasain.
Aunque la primera idea apuntaba a Alderdi Eder como ubicación de la muestra, finalmente ha sido en el Boulevard y admite Garaialde que no ha sido una elección 'inocente'. «Nuestra idea sí era poner una 'pequeña bomba' visual para sacudir las conciencias de quienes pasan por el Boulevard, porque cuando haces una exposición sobre migrantes en casas de cultura o espacios cerrados, sólo van los aficionados a la fotografía o los que ya se interesan por la migración. Para nosotros era un tema demasiado importante como para sacarlo a la calle y la gente que no es tan consciente se pare y lo mire». De esta forma, el criterio ha sido poner en el espacio público «esa foto dura que no nos gusta ver en la portada del periódico mientras desayunamos».
La mayor dificultad, señala Garaialde, ha sido «conseguir las ayudas para la exposición», que cuenta con el apoyo del departamento de Cooperación del Ayuntamiento de Donostia y la colaboración de Orona Fundazioa, Asociación de Informadores Gráficos de Euskal Herria e Izarkom. Desde el punto de vista profesional, el fotoperiodista irundarra indica que «sacar las fotos me ha resultado fácil porque he contado con toda la ayuda de la red de acogida de Irun», pero otra cosa ha sido desde el punto de vista del 'factor humano'. «Se me ha hecho difícil estar con la gente que llega a Irun y que te cuenta que ha estado tres semanas en un cayuco en el Atlántico, y luego volver a casa y seguir con la vida diaria, cenar con la familia y hablar de los problemas de tu hijo en el cole. Eso se hace jodido».
En cuanto a la reacción de los migrantes que han participado en este proyecto expositivo, indica que «hay de todo. Muchos son reacios a salir en fotos por el miedo a que la Policía la utilice, pero todas mis fotos cuentan con el permiso de los que aparecen. He estado mucho tiempo con ellos, también sin cámara».
En este sentido Garaialde reconoce que «también se les hace extraño que estemos todo el día sacándoles fotos. Ellos se preguntan:¿y todo esto para qué? Yles cuentas que es para concienciar a la gente, pero te das cuenta que también es mentira porque con esto no les vamos a salvar. Por desgracia, vamos a cambiar bastante poco. Cada uno es un mundo:hay quien te lo agradece, a otros les da igual y a otros les molesta».
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