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Antoni Tàpies, Jorge Oteiza y Pablo Palazuelo proporcionaron los intereses sostenidos que vertebran la colección de María Josefa Huarte (1927-2015). «Constituyeron tres horizontes poéticos y políticos distintos para su mirada singular de la modernidad en torno a la segunda mitad del siglo XX», aseguró ... ayer Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes, durante la presentación de la muestra que rinde tributo a esta mujer, que atesoró una gran relación de fondos desde los años cincuenta hasta 2005. Las cuarenta piezas que ya pueden contemplarse en Bilbao proceden del Museo de la Universidad de Navarra, que los recibió en concepto de donación en 2008. Es la primera vez que el conjunto puede contemplarse fuera de su sede. La muestra permanecerá abierta hasta el próximo 12 de octubre.
Los ensamblajes de Tàpies, la progresiva desocupación del espacio en la escultura de Oteiza y la abstracción rítmica y poética de Palazuelo están en el centro de su pasión por el coleccionismo, aunque su espíritu inquieto la llevó por las diversas ramificaciones de la abstracción. La coleccionista, miembro de una familia de empresarios navarros vinculados al mecenazgo cultural, mostró una predilección extraordinaria por aquellos creadores que avanzaban la renovación del arte español. Su gusto procede de un espíritu autodidacta y se nutre de la formación conseguida a través de la visita a galerías y estudios de artistas. Huarte, también impulsora de la Fundación Nuevo Futuro, reflejó una inquietud singular en tiempos difíciles, en plena autarquía, cuando las elites sociales no apostaban por los nuevos valores y los círculos culturales locales se hallaban prácticamente aislados de las corrientes internacionales.
Esa pasión por el arte la condujo a atesorar medio centenar de obras relevantes de diecinueve artistas que representan los movimientos de renovación surgidos tras la Segunda Guerra Mundial y que tiene al año 1948 como punto de inflexión hacia la abstracción pura y dura. «Descubrió a Rothko cuando no era conocido y quedó fascinada», recordó Jaime García del Barrio, director general de la entidad navarra. En su discurso recalcó su «generosidad y valentía» para hacerse con una relación de obras que cuenta con lienzos del maestro norteamericano, Pablo Picasso y Vasily Kandinsky, como si se tratara de «una presencia tutelar» que ejercen de nexo de unión entre las vanguardias históricas y el denominado arte nuevo.
La disposición del espacio de exhibición, a cargo de Ángel Bados, pretende establecer las relaciones estéticas entre unos y otros y ese desarrollo que permitirá, a finales de la década de los sesenta, la sintonía entre la creación española y las corrientes predominantes a uno y otro lado del Atlántico.
El recorrido propuesto nos permite encontrar obras tempranas de Oteiza y Chillida, una nutrida presencia de Palazuelo y Tàpies, pero también obras de otros autores relacionados con el informalismo matérico, como Manuel Millares o Luis Feito, o más gestual, caso de José Antonio Sistiaga y Rafael Ruiz Balerdi. La coherencia del discurso parece hablar de una labor más intelectual que emotiva, a pesar de que, según los testimonios recabados, la coleccionista se dejaba guiar por sus emociones.
Aquellos nombres implicados en la búsqueda estética de la modernidad son los protagonistas de esta exposición, reflejo de un proceder riguroso y que se ha comparado con el del pintor Fernando Zóbel, responsable de otra colección también nutrida en torno a la abstracción española. El recorrido por los fondos de Huarte culmina con una obra de Manu Muniategiandikoetxea que representa la continuidad con el presente de esos nombres señeros del arte español.
La figura de María Josefa Huarte no se puede desligar de la labor de mecenazgo de su familia. Su fortuna, imbricada en el desarrollo de grandes proyectos públicos, alimentó esfuerzos de mecenazgo como el que llevaron a cabo con el propio Jorge Oteiza y el apoyo a eventos de referencia como los Encuentros de Pamplona de 1972, proyectos musicales o de diseño. A ese respecto, cabe destacar la labor de Félix Huarte, el padre y fundador de la saga, y de su hermano Juan, sostén del grupo Gaur.
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