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El Victoria Eugenia ofrece este viernes, a las siete y media, una versión respetuosa y a la vez libre de la inmortal obra de Calderón, autor al que Corsario ha dedicado siete montajes desde su fundación en 1982. Jesús Peña, responsable de la versión y ... director de la obra, ha querido centrarse en «lo que para mí es lo esencial: la violación de Isabel, la hija de Pedro Crespo y la evolución de este antes, durante y después de ser el alcalde de un pequeño pueblo al que llegan las tropas de Felipe II en 1580 en su camino hacia Portugal».
Ocho excelentes intérpretes se mueven por un escenario minimalista, apoyados por espectaculares proyecciones. Con ellos, Peña relata que ha querido centrarse en la dignidad «antes que en el tema del honor aunque se conozca esta pieza como una obra de honor. La forma de resolver el problema de la dignidad es lo que diferencia fundamentalmente a los personajes. Algunos la defienden por medio de la justicia, de la ley; y otros lo quieren resolver desde la violencia o por medio del pacto».
Y es que Pedro Crespo, el alcalde de Zalamea, a través del cual los espectadores siguen la historia, «decide negociar con el violador de su hija y, en vez de aplicar algún tipo de justicia, le pide al capitán violador que se case con ella. Pueden pensar que estoy justificando una maldad, pero lo que nos deja ver Calderón es que en aquella época se veía justo. Y hoy en día, seguramente no en nuestro territorio, pero sí en otros lugares, algo así sigue pareciendo aceptable».
Teatro Corsario trabaja con los actores de la compañía más los contratados para cada ocasión. «Tanto con unos como con otros cuidamos especialmente el tema de decir bien esa matemática que son los versos de Calderón. En esta obra los sonetos son sonetos, las décimas son décimas y es muy importante que el verso, y la forma de decirlo, llegue con fidelidad. A base de años hemos encontrado una manera de decirlo con criterio. Y cuando digo criterio me refiero a que suene como verso, que se sepa que es verso y no prosa, pero que se haga con absoluta naturalidad».
Para Jesús Peña, Calderón de la Barca está «a la altura de Shakespeare, que es maravilloso, pero reconozcamos que los ingleses han vendido muy bien su cultura, en eso son maestros. En España hasta se ha denostado a este autor, o a otros clásicos, por parecer cercanos al poder o que hablan de temas trasnochados. Pero resulta que en Calderón los personajes femeninos pueden hablar de su condición de mujeres y de sus condiciones adversas. En los textos de Shakespeare eso ocurre mucho menos».
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