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Noventa años de historia dan para mucho. Desde su fundación en 1928, las voces de la Coral Santa Cecilia han ofrecido centenares de recitales, tanto en el País Vasco como en distintos países de Europa, como Francia, Italia, Portugal, Gales, Austria o Alemania. La agrupación ha ido evolucionando y adaptándose a los tiempos y a las necesidades que iban surgiendo, con nuevos directores y componentes. Nueve décadas después, continúa fiel a su identidad, participando en actos que tienen arraigo en la ciudad, como los Coros de Santa Agueda, la conmemoración del incendio de San Sebastián cada 31 de agosto, o el concierto anual por la festividad de Santa Cecilia que protagoniza junto a la Banda Municipal de Txistularis.
Sin embargo, en los últimos años la coral se ha «abierto» a nuevas propuestas y repertorios, que en parte han llegado de la mano de su actual director, Kepa Martínez de Albéniz, y también gracias a la estrecha relación con Andra Mari Abesbatza, conjunto con el que mantienen un convenio de colaboración que les ha permitido «trabajar con orquestas y directores de reconocido prestigio en repertorios a los que no estábamos habituados», reconoce la presidenta de Santa Cecilia, Miren Albisu.
Fundación En 1928 Inocencio Gaztelumendi funda el coro, con miembros del Orfeón Donostiarra y de varios coros Parroquiales. La formación interpreta música religiosa y del folclore vasco.
Coro mixto En 1970 las mujeres entran en el coro. Un año más tarde llegaría el debut del coro mixto en Saint Palais (Francia). La formación continúa participando en certámenes, tanto a nivel nacional como internacional.
Crisis Durante la década de los noventa desciende el número de coralistas. En 1996 se fusiona con el coro 'Bihoztun' y bajo la dirección de Javi Muguerza vuelve a tomar impulso.
Nueva etapa En 2015 se estrena la nueva sede en la Paseo de Errondo y se firma el convenio de colaboración con Andra Mari Abesbatza para participar junto a ellos en los grandes conciertos sinfónico-corales.
Poco se parece la actual agrupación a la que fundó Inocencio Gaztelumendi hace 90 años. Aficionado a la música desde muy joven, se dedicó a la enseñanza del canto y otros instrumentos, y su ilusión por propagar y difundir la música religiosa y el folclore vasco le llevó a crear la Coral Santa Cecilia con algunos miembros del Orfeón Donostiarra y con otros de varios coros parroquiales. En sus primeros años, la formación se limitó a ofrecer conciertos en iglesias, y sólo interpretando música religiosa.
No fue hasta 1955 cuando la formación ofreció sus primeras actuaciones en el extranjero. Fue en Lisboa, en el teatro Tivoli y en la solemne inauguración de la iglesia de Sao Joao de Brito. Un año después, y gracias a la intermediación también del Padre José Ignacio Prieto, la coral viajó a Roma, donde participó en los actos conmemorativos del IV Centenario de la muerte de San Ignacio de Loyola. El viaje incluyó una actuación ante el Papa Pío XII que logró un gran éxito, según recogieron lo medios de la época. En 1961, tras la muerte de Gaztelumendi, Iñaki Goñi asumió la dirección del coro, que actuó en varias ocasiones en Alemania, Italia y Francia. Participó en el II Certamen Internacional de Canto Coral de Lille, y en el Festival Internacional de Música Sacra de Loreto en varias ocasiones.
Uno de los cambios más importantes en la historia de la coral llegaría en 1970, con la incorporación de las mujeres a la formación. Un año más tarde llegaría el debut del coro mixto en Saint Palais (Francia), y nuevas participaciones en certámenes como el de Masas Corales en Ejea de los Caballeros, el de Langollen (Gales), el Adventum de Viena, o los Conciertos de Primavera de Notre Dame en París. «Durante esos años el coro interpretaba mucho folclore y realizó numerosos viajes para participar en distintos festivales, en los que obtuvo varios premios», recuerda Miren Albisu.
La década de los noventa llegó con muchos cambios, tanto en la dirección -Andoni Sierra tomó las riendas del coro-, como en la composición del grupo, que vivió un relevo generacional. «Fueron años complicados, con poca gente, y al final, en 1996 contactamos con un coro que se acababa de formar, 'Bihoztun', y decidimos fusionarnos. Fue entonces cuando Javi Muguerza cogió la dirección, y con él la coral empezó a evolucionar, sobre todo porque se comenzó a trabajar más la técnica vocal». Durante esta época la formación volvió a tomar impulso y además de colaborar habitualmente con la Banda Municipal de Txistularis de Donostia, participó en distintos certámenes, como en la I Semana Musical Aita Donostia, el Ciclo Musical de la Antigua, en la Jornadas Coralistas Aragonesas, en Musikaste o en el Certamen Arrigorriaga Abeslari, donde obtuvo el primer premio del jurado.
En 2009 la coral inició una nueva etapa de la mano de Kepa Martínez de Albéniz, que se unió a un coro que «ya estaba acostumbrado a trabajar de una forma seria y profunda, gracias a la labor que llevó a cabo Javi Muguerza», reconoce el actual director. De su mano comenzaron a realizar colaboraciones puntuales con el grupo de cámara Arimaz de Tolosa, que también dirige Kepa Martínez de Albéniz. De esta forma, la coral empezó a familiarizarse con el repertorio sinfónico-coral.
Esta nueva línea de trabajo se vio recompensada en 2013 con la invitación a participar en la Filarmónica de Berlín junto a la Akademisches Orkestra Berlin para interpretar la 'Misa en Mi bemol Mayor D950' de Schubert. Una actuación ante 1.500 espectadores que llenaron el auditorio y que fue histórica para la agrupación.
Poco después, coincidiendo con la llegada de Andoni Sierra a la dirección de Andra Mari Abesbatza, ambas formaciones suscribieron un convenio de colaboración para cantar juntos. «A ellos les venía bien un coro que les apoyara en las grandes citas y para nosotros es un aliciente muy grande poder cantar junto a grandes orquestas y directores, porque son retos que nosotros solos no podríamos asumir», admite Kepa Martínez de Albéniz. Junto a la formación de Errenteria, el sábado que viene actuarán en la Parroquia de Fátima (Errenteria) y el día 22 en Ordizia. En abril participarán en el programa de abono de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, con tres piezas de Beethoven, y en junio viajarán a Dax donde interpretarán la Novena Sinfonía de Beethoven. «Estas actuaciones consiguen dinamizar el grupo», asegura el director de Santa Cecilia.
Sin embargo, a pesar del bagaje que suponen estas colaboraciones, la coral quiere seguir manteniendo su identidad. «Siempre hemos sido un coro acostumbrado a cantar solos a capela, y queremos seguir haciéndolo», afirma Miren Albisu. Sin embargo, tanto la presidenta de la agrupación como su director reconocen que «un coro de nuestras dimensiones» -la formación cuenta con 45 componentes- no recibe «suficientes» apoyos para poder organizar conciertos. «Y no nos referimos únicamente al apoyo económico, sino a que se nos puedan facilitar espacios donde actuar y dar oportunidades para mostrar el trabajo que hacemos».
De cara al futuro, ambos se muestran «optimistas», porque el grupo lleva años manteniéndose estable en cuanto al número de componentes. Pero a pesar de la motivación que supone colaborar con la Coral Andra Mari, no quieren perder su esencia. «Dejar la sede de la Parte Vieja y venir a Amara ya fue duro para muchos. Por eso estamos empeñados en seguir ofreciendo conciertos, pero como Coral Santa Cecilia, manteniendo nuestra esencia», concluye Miren Albisu.
Durante casi setenta años, desde 1941, la Coral Santa Cecilia se reunía en un piso de la calle 31 de agosto de la Parte Vieja. Una sede a la que llegó tras pasar por la Residencia de los Padres Carmelitas -su primer local social tras su fundación en 1928-, y tras peregrinar por el Círculo España y el de los Obreros Católicos en la calle Euskal Herria. En 1961, la formación adquirió en propiedad el local que parecía definitivo en la calle 31 de Agosto, pero en 2014 lo tuvo que vender y buscar nueva sede. La decisión vino casi «impuesta», porque la normativa actual para este tipo de actividades les obligaba a acometer una serie de obras de insonorización y accesibilidad que las características del propio local hacían imposibles de cumplir, tal y como recuerda Miren Albisu.
Así, comenzaron a buscar una sede más acorde con su actividad, y aunque la idea inicial era continuar en la Parte Vieja, los elevados precios de los locales y la denegación de las ayudas institucionales solicitadas hicieron imposible que pudieran continuar en el barrio. Tras meses de búsqueda por toda la ciudad, al finales de 2013 compraron un local en el número dos del Paseo de Errondo, en Amara, «un antiguo taller que tuvimos que acondicionar, casi 130 metros cuadrados de espacio diáfano que tras las obras se adecúa muy bien a nuestras necesidades».
Hasta entonces, la Coral Santa Cecilia siempre había estado muy vinculada a la Parte Vieja. Además de su sede, allí estaban sus relaciones con diferentes entidades del barrio, conciertos y actividades. Era tradición que el grupo participara en la festividad de Santa Águeda recorriendo la Parte Vieja con las coplas y canciones tradicionales de esta fecha, en la conmemoración de la quema de la ciudad el 31 de agosto ofreciendo una actuación en el atrio de la iglesia de Santa María, o en distintos oficios religiosos que tienen lugar tanto en la iglesia de San Vicente o en Santa María. Por eso, los componentes del grupo no quieren que el cambio de sede les «aleje» de la Parte Vieja. «Vamos a seguir manteniendo nuestra presencia en estos actos, porque es lo que nos da identidad», asegura la presidenta de la coral.
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