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Este sábado es el día de la Virgen de Arantzazu, patrona de Gipuzkoa, y el vienres fue el día de la virgen del ... Coro, patrona de Donostia, y de honrar en Hondarribia a su virgen de Guadalupe. Más allá de los términos religiosos esa colección de vírgenes representa las dos almas guipuzcoanas: la costa y el interior. La que mira al mar y la que mira al Aizkorri o el Txindoki. A veces parecen enfrentadas, como si se tratase de una versión del bolero de Machín: ¿cómo querer a Coro (o Koro, si prefieren, porque vivimos en el territorio de las pluralidades) y Arantxa, o Arantza, y no estar loco? Sí, se puede: es el poliamor a la guipuzcoana. Y he pasado la semana confirmándolo.
Empecé con un regreso a Arantzazu, esa maravilla tan cercana y a ratos tan olvidada, sobre todo por los donostiarritas. Fue una innmersión a fondo. Primero, el redescubrimiento de la basílica de Sáenz de Oiza, Laforga y su dream-team, que sigue siendo tan moderna, con los apóstoles de Oteiza, las puertas de Chillida, el retablo de Lucio Muñoz, la cripta de Nestor Basterretxea o las vidrieras de Javier Alvarez de Eulate, como un museo del arte vasco. Luego, la ascensión a Urbia (la niebla nos disuadió de seguir hasta el Aizkorri). Y al fin, la cena y la noche en Goiko Benta, el histórico caserío que ha sabido mantenerse fiel a los viejos tiempos estupendamente actualizado. Qué fritos a la antigua usanza (recuerdan los míticos del viejo Panier), qué cocina tan rica. Cuando leímos el libro de viajes y vivencias de Martín Gabarain (notario de día, viajero de finde) ya nos sedujo más la idea de venir a Arantzazu que a Katmandú. Y acertamos. Además, el viaje a Arantzazu tiene el acicate de parar en Oñati, tan elegantemente seductora y cuidada. Nuestra habitación en Goiko Benta estaba a solo unos metros de la basílica: sus campanadas, a las ocho de la mañana, sonaban como si estuviesen bajo la almohada.
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El miércoles volvimos a Ordizia y su cita anual con el gran miércoles de septiembre. Es un honor seguir siendo parte del jurado de la 'olimpiada' del Idiazabal, este año con incorporaciones de lujo como Víctor Manuel o Emma García, la ordiziarra que triunfa por los platós. Y qué felicidad compartir aventuras con mis amigos cocineros, que viven ese día como una excursión a Disneylandia. Hubo homenaje a Juan Mari Arzak, que deja la presidencia en las buenas manos de Pedro Subijana.
Uno puede querer a muchas Gipuzkoas a la vez y no estar loco. Se demostrará mañana en las regatas de la Concha, esa otra olimpiada que da lustre a Donostia en unos de los días más redondos del año. Dicen los técnicos del turismo que habría que atraer a los visitantes al interior para descongestionar la costa y repartir los ingresos de la 'fábrica de viajes'. Pero viendo lo que ocurre después, uno no sabe si es buena idea: ¿liar a Arantxa como sufre hoy la pobre Coro?
mezquiaga@diariovasco.com
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