
Rafael Berrio: «El secreto del artista es hacer de las carencias virtudes, después de años de inseguridades»
Músico y compositor ·
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Músico y compositor ·
El cantautor donostiarra publica mañana 'Niño futuro', un disco «más pop» que compendia sus diferentes facetas«No tengo ninguna teoría sobre este disco», advierte. Pero el nuevo álbum de Rafael Berrio (San Sebastián, 1964), 'Niño futuro', que se publica mañana ... en plataformas digitales y el próximo día 8 en CD, está muy asentado en su muy definida personalidad musical y literaria y suena como un compendio de sus diversas facetas.
-Es un disco de canciones nuevas pero rescata dos piezas de proyectos que no llegó a grabar, 'Abolir el alma', del homenaje a Cioran, y 'Niño futuro', de 'Phantasma'.
-Sí, pero en 'Niño futuro' la música es distinta a lo que hicimos con Mursego. Es una canción de amor al lenguaje, a los epítetos. Podría decir que la escribimos entre doña María Moliner y yo. Me costó muchos meses hacer ese texto, no son palabras lanzadas a lo loco. Es como una advertencia a un niño de lo que se va a encontrar una vez que nazca.
-Es la más experimental y distinta, y sin embargo da título al disco.
-Me gustaba esa expresión, 'Niño futuro'. Cuando la compuse para interpretarla con Maite [Mursego] estaba embarazada. 'Phantasma' es un proyecto que nos ha servido a los dos para retomar algunas partes por nuestra cuenta.
-De nuevo se rodea de un grupo de primeros espadas del rock vasco, aunque con una formación distinta a la de 'Paradoja'.
-Estoy especialmente contento por el sonido que ha sacado esta banda. Apenas lo ensayamos, pero Paul San Martín con su piano, Joseba Irazoki en las guitarras, que está en estado de gracia, y Karlos Aranzegi en la batería y Fernando Neira al bajo, con los que ya he colaborado en otros grupos, y son dos fieras, forman una base que funciona de maravilla. Colabora Virginia Pina, que siempre me hace coros y le da un toque importante a 'Considerando', y hay un coro de Elena Setién que saqué de una grabación de un ensayo de cuando tocamos 'Abolir el alma' en Tabakalera. Le pedí permiso, claro, y estaba encantada.
-El sonido es más amable y menos eléctrico que en 'Paradoja'. ¿Ató en corto a Irazoki?
-Sí, es una maravilla la exuberancia de sonidos de Joseba, pero yo no quería todos esos efectos que él domina. Quería algo más contenido y lo entendió enseguida porque es un gran guitarrista. Y los diálogos que hace con Paul San Martín surgieron de forma natural. Solo lo ensayamos una mañana, y enseguida fuimos al estudio. Cada uno se había trabajado sus arreglos y todo encajó enseguida. No lo grabamos en directo, pero casi.
-Sorprenden los diálogos entre las guitarras de Irazoki y esos pianos a veces barrocos de San Martín.
-Nos reíamos mucho con eso, porque suena entre soul y Mozart. Es que Paul está también en estado de gracia, hace unas figuras brillantísimas pero no está todo el tiempo, entra y sale. Se tienen muy en cuenta uno a otro. Y ha sido un lujo grabar en Elkar, un estudio grande, a la antigua. Se grabó casi todo de lunes a jueves, y luego yo estuve un par de semanas con las voces, porque no me gusta grabar más de un par de canciones al día.
-¿Se ha pasado a la autoedición?
-Mis anteriores discos salieron a través de una licencia con Warner, pero este es una producción bajo el mecenazgo de Eva Miangolarra, y a través del sello Rosi Records.
-¿Está de acuerdo en que es como un compendio de los distintos estilos de su trayectoria?
-Sí, es un disco más pop, aunque también está 'El horror', la más dura, que es como la canción que me faltaba para completar 'Abolir el alma', con texto mío, no de Cioran. Pero también hay canciones muy pop como 'Las tornas cambian', y 'Considerando', aunque es sobre una pareja en crisis, tiene cierta clave humorística. El título de 'Dadme la vida que amo' está sacado de un poema de Robert Louis Stevenson, pero la letra no tiene nada que ver. Habla de la vida vagabunda, y en cambio yo soy un rutinario, muy poco aventurero.
-¿Es menos pesimista?
-Yo nunca he sido pesimista. Al contrario, soy un optimista incorregible. Y muy activo, sobre todo desde 2010, cuando saqué '1971'. También es verdad que anteriormente no tenía ninguna estabilidad, ni casa discográfica, como mucho podía hacer un disco cada cinco años. Creo que he ido consiguiendo un cierto reconocimiento con los últimos discos, aunque hay que matizar eso, porque voy a Madrid y puedo meter 150 personas en un local, más no. Pero estoy encantado de formar parte de esa minoría selecta. De todas formas con este disco he intentado hacer letras más sencillas, porque estoy un poco harto de que me llamen «el gran letrista, el literato».
-Pues en 'El horror' dice cosas como «Yo sueño con un orbe errante en el cosmos / pasto de la vida, infestado de su germen».
-Esa es la excepción, para los fans del rollo existencialista. Ahora quiero hacer un maxi-single de cuatro canciones con valses.
-Ah, ¿sí?
-Entre las nuevas canciones me di cuenta de que había varios valses, eran un poco afrancesadas, y las fui apartando para otro disco.
-¿Siempre tiene necesidad de ir cambiando? En esta década ha pasado de la 'chanson' orquestal, al rock 'noise', la zarzuela y el pop.
-Sí, para no aburrirme. Ahora quería un disco de pop basado en el piano. Las canciones están construidas con acordes más clásicos, más cerca de un Van Morrison.
-Otra de sus dualidades: parece un marginal huraño y sin embargo está continuamente aliándose con otros.
-Sí, me gusta hacer ligazones entre la gente. Supongo que es lo que tiene ser una vieja gloria, que le llamas a alguien y quiere tocar contigo. Y llevar 30 años en esto. ¿O son más? Ya ni me acuerdo. Pero estoy desconectado de lo que se hace ahora, solo sigo a algunos grupos de por aquí. En casa escucho música renacentista.
-¿Y sus propios discos? Va camino de cumplir los 40 años de trayectoria, empezó en la adolescencia...
-¡Nunca! No quiero gastar un gramo de energía en 'memorabilia'. Ni siquiera reeditar un disco como '1971', aunque me lo piden constantemente. ¿Para qué? Prefiero que esté así, agotado, como un disco fantasma y maldito. Me escriben emails preguntándome: «¿Dónde puedo comprar '1971'?». Y a mí me da un placer indescriptible responder: «Eso es imposible. Lleva fuera de existencia muchos años». Que pierdan toda esperanza. Me parece horrible esa gente que celebra nosecuantos años en la carretera. ¿Sabes que tengo muchos seguidores jóvenes, treintañeros? Está mal que lo diga yo, pero es así.
-¿A qué se debe, cuando le gusta lo antiguo, casi decimonónico?
-Pues quizás por eso. Imagino que les hacen gracia las letras que hago con muchísimo esfuerzo y trabajo... O una manera muy personal de ver las cosas, que es el secreto de cualquier artista, que está en la manera de mirar y en hacer de las carencias virtudes. Aunque yo tardé muchos años de decepciones e inseguridades para llegar a decir, «si es que soy así y esta es mi manera de escribir». Pero cuando llegas a eso ya te has hecho viejo. Me hubiera gustado aceptarme a los 25 años.
-En la última canción hay algo de vuelta a la infancia.
-Me gustó mucho hacer esa letra, «el truco era un resorte, ahora lo sé, se acabó la magia». El desengaño es tan importante... en eso consiste la vida, en desengañarse.
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