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alberto moyano
Martes, 30 de marzo 2021, 13:46
Primero se creó una máscara y a continuación la convirtió en su rostro. De ese largo proceso plagado de contradicciones, pero carente de imposturas y ... en el que invirtió toda una vida, da cuenta la exposición 'Yo ya me entiendo-Paradojas de Rafael Berrio', que el Centro Cultural Ernest Lluch de Donostia Kultura inaugura este miércoles, primer aniversario de la muerte del músico donostiarra, y abierta al público hasta el 22 de mayo.
La muestra, dirigida por José Luis Lanzagorta junto al estudio Goristidi-Sistiaga Arquitectos, cuenta con un guion del escritor Harkaitz Cano, en un itinerario que repasa cuatro décadas de una vida donostiarra construida a conciencia a través de un repertorio inconfundible, un discurso sinuoso y una forma de entender la creación artística en la que la elección de un adjetivo se convierte en una cuestión crucial.
Rafael Berrio pululó por territorios diversos, de las calles paseables a los bares desatados, de los recogimientos introspectivos al local de ensayo, del escenario al cigarrillo en el portal, y de todos digamos que hizo su única patria. 'Yo ya me entiendo' recorre todos estos hábitats de la mano del propio Berrio: 240 fotografías, cincuenta carteles y 'flyers' de conciertos, su biblioteca personal, sus archivos y libretas, y por supuesto, cuatro horas de música en las que se repasan sesenta canciones.
La muestra, que viene acompañada de una amplia programación de charlas, conferencias, proyecciones y conciertos, nace de la mano de José Luis Lanzagorta, el músico Joserra Senperena y Sergio G. Cruzado, tres cómplices de Rafael Berrio que ya el día de su fallecimiento, en pleno confinamiento pandémico, se conjuraron para sacar adelante este homenaje cuando las condiciones lo permitieran. Un homenaje que es más bien el intento de descifrar al personaje y una celebración que hace suyo el espíritu austero del músico donostiarra, especialista en sacar mucho de lo escaso -lo que algunos llaman 'optimizar'-, tal y como apuntó el propio Lanzagorta.
Y es que Berrio fue un auténtico experto en caminar por el alambre que separa la sencillez del exceso: sus textos iban de la brevedad a la letanía interminable, sus composiciones musicales bascularon entre el despojamiento instrumental y los arreglos exuberantes. En cuanto a su forma de entender la existencia, oscilaba entre la introspección y el espíritu más rutilante. Evolucionó con coherencia de la juventud a la madurez y su peculiar dicción se convirtió en marca de la casa. Por aquí y por allí fue sembrando de pistas, no siempre falsas, su periplo vital.
Durante la presentación de la exposición, en la que estuvo acompañado por el concejal donostiarra de Cultura, Jon Insausti, el director de la Casa de Cultura, Iñaki Gabarain y el promotor Sergio G. Cruzado, José Luis Lanzagorta dejó una pincelada que ilustra la verdadera personalidad del homenajeado: frente a su actitud desganada de puro escéptica, sus archivos revelan el cultivo minucioso de cada canción, que perfectamente podía llevarle quince o veinte años, desde su germen hasta su culminación.
Más allá de la imagen de desdén que cultivaba y que cuando quería gustaba de proyectar, habla por sí sola la canción 'Mis amigos', incluida en el disco '1971', pero cuyo germen se sitúa varios lustros atrás y que pasó por 23 versiones hasta alcanzar la definitiva. Pequeñas variaciones del tema en su música o su texto que generalmente aplicaba por sustracción y que, tal y como apuntó Lanzagorta, «siempre lo mejoraban», cuando lo habitual suele ser lo contrario: que el excesivo manoseo termine por dar al traste con la obra. Así trabajó buena parte de su vida, hasta el punto de que canciones como 'Insulsa', incluida en su EP póstumo, tienen su origen dos décadas atrás.
Esta entrega casi 'sacerdotal' al acto creativo se ilustra en 'Yo ya me entiendo' a través de sus libretas, en donde anotaba ideas inspiradas por la música que escuchaba -digamos que heterogénea: Mari Trini y Lou Reed, Palito Ortega y Leonard Cohen- y por sus lecturas -de François-René de Chateaubriand a Pío Baroja, de Raymond Chandler a Benito Pérez Galdós-.
En ese espacio en forma de tubo que es la Casa de Cultura Ernest Lluch, con la que Berrio mantuvo una permanente vinculación en la última década, conviven todos estos influjos de donde extrajo los materiales con los que se construyó su obra y a sí mismo. Un espacio que, como señalaron los responsables de la muestra, encarna a la perfección el formato escénico en el que Berrio se movió con más comodidad.
'Yo ya me entiendo' reúne su colección de casetes -formato en el que trabajó hasta 2013- con grabaciones inéditas, el óleo sobre lienzo que 'Detritus' realizó de 'La tertulia errante' y abundante documentación de su trayectoria musical, tanto en UHF como durante su carrera en solitario, pasando por las bandas Amor a traición y Deriva. Además, varias piezas audiovisuales firmadas por Ángel Aldarondo toman parte de la muestra, en la que no falta un guiño a lo que fue su oficio de pintor: su escalera de trabajo, con un transistor que emite música, otra vez, fuera de los cánones solemnes: Julio Iglesias, Bob Dylan, Jacques Brel o Raphael.
Materiales
Antes de concluir un itinerario expositivo salpicado con textos del propio Berrio en el escenario en el que se celebrarán los actos paralelos de homenaje, la muestra reserva un espacio a recrear ese local de ensayo al que Berrio daba una doble función: por un lado, la puesta a punto de las canciones; por otro, su ejecución. Ahí se pueden ver sus tres guitarras y diversos artilugios musicales.
Buena parte de los materiales exhibidos son préstamos de su compañera, Gema Amiama, de la familia Berrio y de las numerosas personas con las que se relacionó, a veces en compartimentos estancos. La batería de actividades paralelas organizadas bajo el epígrafe de 'El hijo ingobernable de la luz del sol' completarán este acercamiento a la vida y la obra de Rafael Berrio que, como Lanzagorta comentó, es tan sólo uno de entre todos los posibles.
De hecho, 'Yo ya me entiendo' se constituye en una exposición 'de racimo', en la que cada visitante se citará con un Berrio diferente, a veces el esperado, en ocasiones el imprevisto. Paradojas de quien fuera una suerte de cronopio donostiarra.
Título: 'Yo ya me entiendo-Paradojas de Rafael Berrio'
Lugar: Centro Cultural Ernest Lluch.
Fechas: Desde este miércoles hasta el 22 de mayo.
Horarios: De lunes a viernes: 10.00-14.00 / 16.00-20.30. Sábados y puentes: 10.00-14.00 / 16.30-20.00. Domingos y festivos: cerrado. Cerrado en Semana Santa de jueves a lunes (del 1 al 5 de abril, ambos inclusive).
Más: Se ha programado una batería de actividades paralelas con coloquios, conciertos, proyección y charlas.
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