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El primer contacto tuvo lugar en el marco de la primera exposición individual de Goenaga en el Museo San Telmo de San Sebastián en 1973. ... Allí se reconocieron como almas gemelas: «Socialmente torpes, callados y obsesionados con la mitología vasca». Dos años más tarde, Goenaga ilustró el primer poemario de Zulaika –Adanen poema amaigabea ('El poema interminable de Adán')– con ocho grabados y durante la primavera de 1974 convivieron durante un mes en Alkiza. Pero para conocer mejor a Goenaga, lo más enjundioso sucedió entre una cosa y otra, cuando en 1974 Zulaika vivió durante un mes con el artista en el caserío de Alkiza. Durante este tiempo, «yo trabajaba de día; él de, de noche. Pintaba en en estado de arrebato, casi delirio, y a la mañana me decía: 'Yo no he pintado eso'». El antropólogo, que comentaba ayer en broma que había sido quien más tiempo había aguantado allí «hasta que me echó», aseguró que «vivíamos en el delirio que necesitábamos en aquel momento». Y evoca una anécdota sobre la localización de un crómlech durante una visita de Joxemiel Barandiarány otra, sobre su intento por librarse del servicio militar, que vinculó al ritual que realizó un Goenaga emparentado físicamente por aquel entonces con el George Harrison de 'All Things Must Pass', tal y como evocó Zulaika, que efectivamente, no hizo la 'mili'.
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