Un aspecto de la exposición sobre Ramón y Cajal en Madrid. c. t.

El rap de Santiago Ramón y Cajal

El Museo de Ciencias Naturales de Madrid acoge una exposición sobre el legado del Nobel de Medicina, que aguarda en cajas un museo que no llega

Cristina Turrau

San Sebastián

Viernes, 5 de noviembre 2021, 06:55

La historia de Santiago Ramón y Cajal (Petilla de Aragón, 1852-1934) y su legado material, guardado en cajas a la espera de un museo que nunca llega, la cuenta en un rap el periodista y rapero Álvaro Bravo en la exposición temporal que ofrece, ... hasta el 5 de diciembre, el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Puedes ver un interesante vídeo sobre la muestra pinchando aquí.

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La exposición relata los orígenes del díscolo Cajal -su padre fue médico-, su gusto por el trabajo duro, su tesón, valentía y audacia, que le llevaron a conseguir el premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1906. Pero como canta el rapero, el país en que nació no ha sabido valorar el material que dejó en herencia el sabio nacido en Navarra y criado en la localidad oscense de Ayerbe. «El legado de Cajal / permanece en un trastero /, desde hace 30 años / la promesa de un museo, / que nunca aterriza, / tampoco materializa; / ahí fuera, seguro, / matarían por tenerlo».

Se denomina legado Cajal a las pertenencias, mayoritariamente científicas, del considerado padre de la neurociencia. Cajal quiso que se conservasen en el Instituto Cajal, inaugurado en Madrid en 1932 como Centro y Laboratorio de Investigaciones Biológicas, bajo la dirección del propio científico. Tras la Guerra Civil, el instituto se integró en el CSIC. Y en su sede de Madrid, en la avenida Doctor Arce, se acumulan las cajas. Solo unos pocos objetos se muestran en la exposición permanente de la biblioteca, donde se recrea el lugar de trabajo de Cajal.

Testarudez indomable

De este archivo han llegado la mayoría de las piezas y obras que se incluyen en la exposición del Museo de Ciencias Naturales, realizada en colaboración con el Instituto Cajal del CSIC. Podemos ver dibujos del propio Cajal, la medalla del Nobel o su primer diario de laboratorio. También, una grabación en la que el científico habla a cámara de su forma de ver la vida, de la importancia del arte y del papel del esfuerzo, inculcado por su padre.

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Descubrimos en la muestra que Santiagué, como lo llamaban en casa, fue un niño de inteligencia precoz, voluntarioso y original, con una testarudez indomable, desaplicado y díscolo, rebelde a toda disciplina en sus primeros años, tal y como lo describía su hermano Pedro, que también fue su gran amigo y confidente.

Esa voluntad indomable le llevó a presentarse en Berlín ante Kölliker, maestro de la Histología en Alemania, y en un rincón de la sala donde se encontraba, mostrarle al microscopio sus descubrimientos celulares. «Aquel acto de tenacidad lo cambiaría todo», se dice en la exposición.

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Se anuncia un museo Cajal que nunca llega, como se denuncia estos días en el Museo de Ciencias Naturales en el 'raportaje' de Álvaro Bravo: «Como prólogo del cumplimiento / está la exposición del científico español / en el Museo Nacional de Ciencias Naturales /. Tal es el material, / al lado del calamar, / que deberías pasarte».

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