Sergio Arróspide | Humorista
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Sergio Arróspide | Humorista
«Quiero probar con este show cuánta honestidad soy capaz de darme»A las siete y media de la tarde, en la Casa de Cultura de Lugaritz, Sergio Arróspide mostrará su faceta más personal y sincera con un monólogo cómico con el que muestra sus sombras, sus miedos y las líneas rojas internas, todo a lomos del ... humor como forma de liberación y exploración personal. La risa no está reñida con lo serio.
– ¿Por qué has escogido este enfoque para el espectáculo?
– Por necesidad. Estaba en un punto en que me apetecía. También creo que me debía hacer algo donde realmente me sintiese muy libre de la expectativa del público y muy comprometido con mi voz cómica, con lo que quería contar. Siempre me ha interesado mucho el tema de la comedia como una forma de explorarse uno mismo y explorar la sociedad. Me interesan más las líneas rojas internas que las externas. En la comedia la gente cruza mucho las líneas rojas externas, el hasta dónde puedo llevar mi comedia, si ofendo o no. Pero no se habla tanto de hasta dónde puedo desnudarme a mí mismo.
– Dice que confiesa lo inconfesable, lo que es una contradicción.
– La idea es hacer una radiografía de esa parte de la mente oculta. La sombra es todo lo que hemos ido reprimiendo y lo que hemos considerado que no era digno de ser mostrado, pero está ahí, operando con fuerza además. Entonces, en realidad dirige nuestra vida. Y en la medida que la podemos compartir y arrojar luz sobre esa sombra nos hacemos libres. ¡Y qué mejor que reírte de todo aquello que te puede pesar porque consideras que no debe ser mostrado. Es como radiografiarnos el ego. Me gusta decir que el ego te protege cerrando ciertas puertas que luego se convierten en prisiones. Y piensas, no voy a compartir esto porque seguramente no está bien visto, sea una idea, un pensamiento, un sentimiento.
– ¿Qué efectos produce sobre sus sombras esta función?
– Las está aligerando de una forma increíble. Estoy muy metido con mi voz cómica y siento que me importo más que antes. Por supuesto quiero que el público se divierta, pero en ese proceso de conquistar al espectador estoy logrando que cada actuación sea una liberación enorme. Una liberación de alegría, de humor y de cosas que me parecían casi impensables. El pudor estaba ahí al principio, pero eran mayores las ganas de reír, de compartir y de liberar que el miedo.
– ¿Ya no siente tanto pudor?
– Claro que lo tengo. Llegué a pensar en cancelar el espectáculo justo antes de estrenar porque el pudor me estaba apretando. Carl Gustav Jung, psiquiatra, psicoanalista, el que habla del inconsciente colectivo, prefería ser íntegro y completo que bueno. Yo quiero ser íntegro en este punto de mi vida. Toda esta mierda también es mía, entonces, que sepáis que esa puede ser mi tarjeta de visita, que todo esto está en mí. Y si os animáis a compartir la vuestra nos sentiremos todos un poco más liberados. Una vez estaba en una clase de teatro y se me escapó un pedo. La vergüenza fue tremenda, pero asumí la autoría. Decir que el pedo era mío fue muy liberador. Hoy en día opto por eso. El pedo es mío, toda esta sombra es mía. No estoy orgulloso de ella, pero la abrazo y la integro.
– ¿Hace humor intelectual?
– Va más allá del intelecto. No es un humor que hable únicamente sobre conceptos. Voy a la emoción de la risa, a la alegría, al miedo. Y diría que incluso intento verlo desde un plano cenital y reírme de todo. Procuro que la gente piense durante la representación, claro que sí, pero no hago humor para intelectuales.
– ¿Se lleva al límite?
– Me he llevado al límite, como decía antes, del pudor. Pero también al límite de lo que puede ser la honestidad. No porque me considere una persona muy honesta, sino para probar cuánta honestidad era capaz de dar. Y busco también los límites de explorar las emociones. Si estiro la comedia igual llego al drama, vale, no me importa, vamos por ahí. Así que voy al límite de lo emotivo dentro de un show.
– ¿Qué le dicen sus sombras justo antes de empezar la función?
– Mis sombras ya son viejas conocidas y se van desactivando un poco. Muchas veces me hablan de la posibilidad de no ser aceptado, de la posibilidad de equivocarme o de exponerme en exceso. A veces me escucho diciendo, vale, ¿ahora qué toca? ¿Me van a juzgar por lo que acabo de hacer? ¿Y qué más? ¿Me voy a quedar sin amigos? No le doy mucha cancha, intento desactivar todo eso compartiéndolo con el público y diciendo ¡esto es lo que me pasa chicos y chicas!
– Tiene dos hijos, de siete y cuatro años. ¿Eso crea carácter al cómico?
– Me permite lidiar con la frustración, fundamental para un cómico. Te da mucho material porque te sientes ridículo a veces y porque la inocencia de los niños recuerda todo lo que igual has ido perdiendo. Con suerte, o igual no tanto, despierta a tu niño interior. Yo juego mucho con mis hijos, no es un cliché. Jugamos mucho y nos reímos mucho y muchas veces. Mis hijos me dicen que estoy muy loco y me sienta muy bien que me lo diga un niño.
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