'El Baile de las Luciérnagas': un apagón creativo

El problema es que los tiempos han cambiado y muchos espectadores ya no se conforman con una historia tan blanda que recuerda a un reality donde parece que hayan puesto unas cámaras durante veinte años para seguir a nuestras dos protagonistas Con ese material grabado montan una historia con continuos saltos temporales para mostrarnos dos vidas tan anodinas y con unos secretos tan interesantes como ver crecer las malas hierbas en nuestro jardín.

Katherine Heigl y Sarah Chalke son dos buenas actrices y defienden como pueden unos personajes que repiten los mismos diálogos y circunstancias durante casi dos décadas, esperando que el espectador pueda estar interesado en ver como cada historia se repite tres veces en las diferentes épocas, con las mismas protagonistas.

El truco de utilizar los saltos temporales para crear misterios al omitir información en los momentos más modernos, se agota en los primeros capítulos y acaba siendo un desfile de modelitos noventeros y de cambio de siglo para que pueda lucirlos la también productora ejecutiva Katherine Heigl en un original estrenado con el título en ingles de 'Firefly Lane' en referencia a la calle donde viven las dos amigas

Heigl encarna a Tully una presentadora de un popular programa de entrevistas , mientras que su compañera y mejor amiga Kate (Sarah Chalke) intenta volver a la vida laboral como periodista, tras muchos años criando a su hija y alejada de las presiones del trabajo diario.

En circunstancias normales una película habría sido el formato ideal para explicar una historia con tan poca sustancia narrativa. Por eso cuesta entender la decisión de hacer diez episodios lentos y reiterativos, para explicar esta relación de mejores amigas en un contexto temporal y encima con un cierre abierto en todos los sentidos, por lo que es una compañera ideal para quedarse adormecido en el sofá tras una buena y opípara comida.

'El Baile de las Luciérnagas´ está disponible en la plataforma Netflix