Cuando 'Twin Peaks' irrumpió en 1991 en la pantalla de televisión de la casa de Nacho Vigalondo en su Cabezón de la Sal natal, se ... puede decir que en su cabeza todo saltó por los aires. «En una época en la que yo vivía en un pueblo, sin VHS, no tenía maestros, ni hermano mayor o cinefilias que me alimentaran, 'Twin Peaks' no sólo supuso reconocerme en una ficción en la que el contexto no era tan diferente a mi propio entorno, sino que fue la oportunidad de descubrir el alcance real del lenguaje audiovisual desde la autoría». Casi un cuarto de siglo después, Vigalondo considera que «la historia de David Lynch no sólo es la de un creador indiscutible, sino un ejemplo a seguir, casi una figura espiritual como si fuera un santo patrón».
Este martes, el cineasta, que ha realizado para Netflix la miniserie producida por Los Javis 'Superstar', ha mantenido en Donostia una conversación en torno a la serie de Lynch con el crítico y «agitador cultural» Borja Crespo, dentro del festival Crossover. El director de 'Daniela Forever' cree que «si hubiera vivido en la ciudad o fuera un adolescente de ahora, con internet, y me interesaran los límites expresivos del cine, habría gente que me hubiera podido guiar, hubiera ido al cineclub y hubiese leído, pero lo que hizo en 1991 Lynch, a quien no conocía en absoluto, fue el recorrido inverso: se metió en mi casa».
«El primer milagro de la serie fue popularizar un discurso que poco antes se hubiera considerado cine de arte y ensayo»
A casi un cuarto de siglo vista, señala que con 'Twin Peaks' el realizador estadounidense «hizo el viaje desde las alturas del canon cinematográfico hasta el 'prime time' de Telecinco. Y entre las mamachicho y las chicas del Cacao Maravillao, la televisión me abrió no sólo al universo de David Lynch, sino a la posibilidad de que el cine fuera algo más que lo 'mainstream', lo inmediato y lo comercial. Hablo del cine que abre tus horizontes en tiempo real, mientras estás viendo la serie».
Recuerda que «el primer milagro de la serie fue hacer popular un discurso que pocos años antes se hubiera considerado cine de arte y ensayo». Y pagó el precio «porque el propio canal que la albergaba la trituró y eliminó, aún siendo un éxito global absoluto».
Una trampa al audiovisual
En opinión de Vigalondo, «con los años, 'Twin Peaks' se convirtió en una trampa que el propio Lynch había puesto hace veinticinco años al audiovisual de hoy porque gracias a los mecanismos de la nostalgia, chantajeó a otro canal para salirse con la suya y volver como cineasta», un oficio cuyas puertas se le habían cerrado desde 'Island Empire' (2006). «La bomba con temporizador que puso en 'Twin Peaks' le permitió volver en 2014 con los dieciocho episodios de 'Twin Peaks 3', su gran obra maestra, muy superior a la serie original y mejor serie de los tiempos contemporáneos», afirma el director cántabro.
Ya en un plano más general, sostiene que a día de hoy «las series son largometrajes gigantes troceados» e intuye que «los dos formatos –serie y largometraje– viven en una constante fusión».
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