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El Patronato de la Fundación Balenciaga fue para muchos de sus integrantes una «plataforma» para promover sus intereses particulares en lugar de un órgano ... que gestionaba de forma eficaz de los trabajos encaminados a la construcción de un museo. Eso es lo que testificó este lunes Agustín Medina Balenciaga, sobrino-nieto del modisto Cristóbal Balenciaga, en la quinta jornada del juicio por las irregularidades detectadas en el proyecto. Medina, que entró a formar parte del patronato en representación de su madre, sobrina carnal del diseñador, aseguró que la familia vivió una experiencia «desagradable» en la medida en que muchos de los integrantes de la fundación «manipulaban el nombre de nuestro tío» para satisfacer sus propias ambiciones.
La causa contra Mariano Camio, Julián Argilagos y Rolando Paciel entró este lunes en su segunda semana con los testimonios de varios de los integrantes del Patronato de la Fundación Balenciaga, el organismo encargado de impulsar el museo en memoria del modisto. El patronato fue fundado por Mariano Camio, exalcalde de Getaria, que seleccionó a sus componentes entre figuras de proyección internacional en la moda y el arte. Presidido por Hubert de Givenchy, entre los patronos estaban Paco Rabanne, Oscar de la Renta, Eduardo Chillida o Manuel Ungaro. Mariano Camio, que se reservó la vicepresidencia, habilitó una plaza para la familia del modisto que terminó siendo ocupada por Agustín Medina Balenciaga.
Agustín Medina Balenciaga hizo un repaso muy crítico de la labor del patronato. En una declaración por videoconferencia, el sobrino-nieto de Cristóbal Balenciaga sostuvo que en la elección de sus integrantes tuvo más peso el impacto de sus nombres que lo que en realidad podían aportar. «El seguimiento del proyecto no fue el correcto, faltó profesionalidad en la supervisión», aseguró el represente de la familia, que también afirmó que algunos de los patronos perseguían más la «vanagloria que el verdadero interés común» con su presencia en la fundación.
El testigo habló también de la «sintonía» que había entre Mariano Camio y Julián Argilagos y de la pasividad de la fundación cuando empezaron a salir a la luz las primeras sospechas por las irregularidades en la gestión de los fondos. «En vez de actuar de forma profesional, la fundación no fue lo suficientemente contundente con las contradicciones aparentes que despertaba la gestión de Camio, si bien entonces no había aún evidencia de irregularidades». Al sobrino nieto de Balenciaga le pareció desde el principio que Julián Argilagos, el arquitecto cubano al que contrató Mariano Camio para el proyecto el museo, «no era persona de confianza». Cuestionó tanto su capacitación profesional como su motivación, al tiempo que calificó su gestión de «frívola», «incompetente» e incluso «moralmente incorrecta».
A preguntas del fiscal, el testigo insistió en que le llamó la atención el protagonismo de Julián Argilagos en el proyecto y la cerrada defensa de sus intereses por parte de Mariano Camio. «Mi posición en la fundación era desagradable porque sentía que había una manipulación del nombre de nuestro tío para satisfacer motivaciones personales, me encontraba solo en medio de una maraña administrativa que era surrealista», reiteró.
También prestó declaración el vocal del Ministerio de Cultura n el patronato, Manuel Fontán del Junco, que habló de «una falta de transparencia casi endémica» de Mariano Camio a la hora de rendir cuentas en el seno de la fundación. Fontán recordó la «desconfianza» y el «desconocimiento» que reinaban en el Ministerio de Cultura con respecto a la gestión de la Fundación Balenciaga. «Tuve que desempeñar mi labor en un ambiente poco transparente, poco claro y muy poco profesional», dijo el testigo, que llegó a calificar de «disparate» uno de los contratos que Julián Argilagos suscribió con Mariano Camio.
Pero fue María Pilar Cormenzana, que formó parte de la Comisión Ejecutiva de la Fundación Balenciaga hasta que presentó su dimisión en el año 2000, la que se despachó este lunes con mayor contundencia contra la gestión del exalcalde de Getaria. Empezó diciendo que en la comisión se respiraba «un ambiente raro y sospechoso» para a continuación afirmar que el organismo derivó en un «desmadre», una «catástrofe» y «un horror». «En vez de trabajar para que Balenciaga tuviese el reconocimiento de su país, que era para lo que había nacido, la comisión se convirtió en un negocio imponente, en un juguete caro que Mariano (Camio) le quiso dar a Argilagos».
María Pilar Cormenzana recordó que abandonaba las reuniones con los ojos bañados en lágrimas. «Aquello era una bola de nieve y, como se veía venir que iba a ser una bomba, presenté mi renuncia ante un notario para que no me pillase el toro y luego envié copia al resto de lo patronos». La testigo tuvo un breve y abrupto diálogo con Camio cuando abandonaba la sala tras haber puesto fin a su declaración. «Lo siento, Mariano», le dijo al exalcalde cuando sus miradas se cruzaron. Este le espetó desde el banquillo de los acusados: «Lo has hecho muy mal», a lo que ella le respondió: «Muy mal para tí, claro. ¡Tú sí que lo has hecho mal!». El juicio continuará este martes con las declaraciones de los últimos testigos.
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