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Irun
Viernes, 11 de abril 2025
Las termas de la antigua Oiasso resurgen, 2.000 años después de que vieran la luz por primera vez, como testigo directo del pasado romano ... de Irun. Han esperado dos milenios, tres décadas desde su descubrimiento, para reivindicarse como uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del territorio.
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Su relevancia era bien conocida desde 1996, cuando se produjo el hallazgo arqueológico. Su ubicación determinó la del Museo Oiasso, que se inauguraría diez años después. Han tenido que pasar casi veinte más para que la musealización del yacimiento, fondos europeos mediante, sea una realidad. Tras la inauguración oficial de este viernes, el fin de semana el museo celebra sendas jornadas de puertas abiertas para presentarlas al público. A partir de ahora, formarán parte de la oferta expositiva de Oiasso y se convierten en el que es, posiblemente, su recurso más valioso para seguir con su labor divulgativa.
El yacimiento cuenta con dos accesos, uno desde el interior del propio museo y otro desde el exterior. Este último está ubicado en la calle Sarasate, justo enfrente de la emblemática casa en la que vivió Jaime Rodríguez Salís, quien fuera descubridor del Irun romano e impulsor del Museo Oiasso y que falleció en 2021. El anexo construido para albergar el yacimiento es acristalado, al igual que la pasarela que sobrevuela los restos de lo que fueron «las instalaciones termales, con sus salas calefactadas y salas frías», explica Juanjo Jiménez, director del Museo Oiasso.
Con la apertura de las termas el museo asume el cometido de «explicar a los visitantes lo importantes que eran las termas y la cultura del baño en la sociedad romana». El yacimiento, de una extensión considerable, permite comprender «lo importante que era Oiasso en este territorio, y el carácter urbano que adquirió el asentamiento hace ya 2.000 años».
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La ubicación de unas instalaciones públicas de esta envergadura«nos habla de la importancia de Oiasso como núcleo poblacional en la época romana». En la cultura de aquella época «existía pasión por las termas. Bañarse es placentero, relaja cuerpo y mente y mantener una buena higiene prevenía enfermedades». Las autoridades romanas «invertían en termas para ofrecer esos servicios a la población», obteniendo a cambio «su reconocimiento». Había termas de uso privado, pero las de Oiasso eran públicas: «estaban abiertas a toda la población», como en su momento explicó la principal investigadora de Oiasso, Mertxe Urteaga. Y como valor intrínseco a ese carácter público, el director hace un apunte que «es importante subrayar: las termas públicas no hacían distinción de ricos o pobres, sabios o gente del común, mujeres u hombres».
Respecto a la distinción por sexos, sí es cierto que «había turnos horarios: habitualmente, las mujeres visitaban las termas por las mañanas, hasta las doce o la una. Por las tardes, hasta el anochecer, estaban reservadas a los hombres».
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La ruta termal que seguían los habitantes de Oiasso comenzaba haciendo «un poco de ejercicio, que recomendaban como paso previo al baño para fortalecer la salud». El primer paso era la sala fría, en la que se lavaban, y continuaban el recorrido por las salas templada y caliente, el 'tepidarium' y el 'caldarium', respectivamente. Se conservan los vestigios de una tercera sala «que creemos que podría ser lo que llamaban la 'sudatio', una especie de sauna». Tras esta última, los oiassonenses «podían terminar con otro baño de agua fría», bien en las propias termas o caminando, apenas unos metros, hasta el cercano río Bidasoa.
Los restos arqueológicos permiten observar el característico pavimento que se denomina 'opus spicatum', y que conforma «ese estupendo suelo de ladrillos de color rojizo», colocados en forma de espiga, «que es la imagen icónica de nuestras termas», señala el director del museo. De la relevancia de las termas de Oiasso habla el hecho de que «hubo dos fases de construcción. Una primera, a mediados del siglo I d.C», y una segunda, en torno al año 100, que culminó con la creación de «un complejo termal importante», cuyos restos «son los que ahora podemos contemplar». Que hubiera una ampliación de las instalaciones originales denota «que las autoridades de Oiasso deseaban dotar a la ciudad de unos equipamientos que la impulsaran como referente de la región»
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A poco más de un año de cumplir su 20 aniversario, el museo inicia «una nueva fase muy importante. Es un momento muy especial para nosotros», afirma Juanjo Jiménez. Con el empaque que la ocasión merecía se celebró la inauguración institucional del yacimiento arqueológico, en un acto que contó con la presencia de la alcaldesa de Irun, Cristina Laborda; el consejero de Turismo, Comercio y Consumo del Gobierno Vasco, Javier Hurtado, la diputada de Movilidad, Turismo y Ordenación del Territorio, Azahara Domínguez, y la diputada de Cultura, Cooperación, Juventud y Deportes, Goizane Álvarez. También estuvo presente la familia del irundarra Jaime Rodríguez Salís e integrantes de Arkeolan, fundación que creó el descubridor del Irun Romano. Los primeros visitantes pudieron contemplar el yacimiento y descubrir los recursos digitales (animaciones que recrean el aspecto original de las termas, gafas de realidad virtual...) que redondean esta nueva experiencia romana.
La musealización y apertura al público de las termas romanas supone «disfrutar de una maravilla que lleva casi 2.000 años esperando para contar su historia», destacaba la alcaldesa de Irun, Cristina Laborda. El proyecto de recuperación «protege los vestigios hallados y extiende el recorrido museístico, con un nuevo tramo sobre las termas». El yacimiento arqueológico se presenta como «un nuevo recurso para atraer a nuestra ciudad a ese turismo cultural por el que tanto estamos apostando, y que ha logrado que el Museo Oiasso se convierta en un referente en nuestro territorio». En 2024 el espacio cultural firmó un nuevo récord de visitantes, y la apertura de las termas apunta a que «este 2025 es el año de Oiasso».
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