Borrar
Chris Robinson, en un momento del concierto. J.G.A.
Tigresas y leones en el circo del rock

Tigresas y leones en el circo del rock

El Azkena Rock Festival de Vitoria reunió el fin de semana a más de 31.000 personas |

Juan G. Andrés

VITORIA.

Lunes, 25 de junio 2018, 08:06

Más de 31.000 personas -15.050 el viernes y 16.200 el sábado- se solazaron en el festival Azkena de Vitoria, entre cuyos artistas destacaron Van Morrison, Chris Robinson, The Dream Syndicate y Joan Jett. En realidad, todos fueron campeones en una edición que a priori parecía carecer de la pegada de otros años pero que al final contó con pingües alicientes para un notable y felino festival de rock.

Y ello pese a que Van Morrison, primer cabeza de cartel, ofreció un show pleno de swing, soul y R&B que habría encajado mejor en un auditorio o en un festival de jazz. Al frente de una banda superlativa, el León de Belfast parecía desubicado y un amplio sector de la clientela rockera le dio literalmente la espalda o se dedicó a cotorrear. Allá ellos. Si descontamos su actitud hosca instalada de serie -no se dirige al público, masca chicle, se suena los mocos-, la suya fue una actuación sublime en la que su voz, ajena al paso del tiempo, bordó piezas como 'Moondance', 'Days Like This' o 'Wild Night'. Sólo por escuchar esta última gema habría merecido la pena el viaje a Mendizabala, aunque la gente sólo pareció despertar del letargo con el 'sha-la-la' de 'Brown Eyed Girl' y la traca final de 'Gloria'.

El tránsito de Van The Man a Dead Cross fue como pasar de la caricia tierna al tortazo a mano abierta: el festival de matices del crooner norirlandés fue dinamitado sin misericordia por la andanada de hardcore punk de Mike Patton, Dave Lombardo y los suyos, que arrasaron la campa y los oídos del personal a base de alaridos y decibelios. Algo más interesante resultó el espectáculo de los también estadounidenses MC5, que celebraron su medio siglo de vida con el guitarrista Wayne Kramer como único miembro original y Marcus Durant (Zen Guerrilla) como esforzado vocalista.

Quizá pesó el contraste con el concierto previo que había protagonizado el otro 'fiera' de la jornada, el barbudo hippy Chris Robinson, que brindó una densa e intensa sesión de blues rock setentero aderezado con psicodelia y unas brizas de funk y soul. La hermandad del otrora cantante de los Black Crowes se enfrascó en larguísimas y evocadoras jams de guitarras y órganos que transportaron a la audiencia a décadas pretéritas, algo que ya habían hecho antes Rival Sons y Sheepdogs, para muchos lo mejor de un día en el que también gustó el stoner rock de Nebula y el surf-punk-rock de Man or Astro-Man?, combo de Alabama.

El escenario de Trashville se quedó pequeño para acoger el irregular garaje rock de The 5.6.7.8's, trío japonés dado a conocer por Quentin Tarantino en su película 'Kill Bill vol. 1'. Fueron el único grupo femenino del viernes junto a Girlschool, veteranas 'tigresas' británicas que calentaron la fría noche vitoriana a golpe de metal ochentero.

El triunfo de Joan Jett

Bajo un sol de justicia, la segunda jornada propició dolorosos solapamientos como el de Nuevo Catecismo Católico, que dejaron bien alto el pabellón donostiarra con su punk rock tempranero, y los californianos The Lords of Altamont, cuyo vocalista y organista invitó a cantar a un espontáneo que trepó al escenario con insolente destreza. También fue duro elegir entre los noruegos Turbonegro, cuyo carnaval de rock duro, punk, maquillaje y disfraces fue la actuación más divertida, y los angelinos The Dream Syndicate, que para el arriba firmante dieron el conciertazo de esta edición: la banda de Steve Wynn rayó a gran altura con su mezcla de ruido, melodías y psicodelia mientras que Jason Victor se ganó el título al guitarrista más imaginativo y audaz.

El efecto Berri Txarrak, que volvían al Azkena 12 años después, propició algo insólito en un festival de público cuarentón y cincuentón: en las primeras filas fueron avistados grupos de veinteañeros que corearon y brincaron al ritmo de canciones como 'Beude', 'Zertarako amestu', 'Spoiler', 'Hitzen oinarri ahula', 'Oreka' -con guiño al 'Epilogoa' de Anari- o 'Zuri'. La función, tan breve como excitante, dio paso al enésimo chapuzón de nostalgia, oficiado esta vez por Mott The Hoople. La voz de Ian Hunter tuvo el respaldo de una banda rica en talento y arrugas que osciló entre el R&B, el folk rock y el glam: los momentos más coreados fueron el 'Sweet Jane' de Lou Reed y el 'All The Young Dudes' que el también llorado Bowie les regaló en 1972. El panteón del rock and roll se va quedando sin espacio, como lo demuestra que cada uno de los escenarios estuviera dedicado a un par de músicos diferentes: Tom Petty y Malcolm Young, Fats Domino y Charles Bradley, y Johnny Hallyday y Grant Hart.

En semejante 'campo de nabos', una mujer acaparó toda la atención como cabeza de cartel del sábado. A punto de cumplir 60 tacos, Joan Jett derrocho energía, actitud y entrega en 'Cherry Bomb', 'Bad Reputation', 'I Love Rock and Roll', 'Crimson & Clover', 'I Hate Myself for Loving You' y 'Real Wild Child', entre otros temas. Al frente de The Blackhearts y con su voz rasgada intacta, defendió con holgura su condición de leyenda viva y demostró por qué había tantas ganas de verla en acción.

Tras la verbena-homenaje a Petty y la enésima ración de blues rock con los australianos Beasts of Bourbon, el gran circo del rock cerró su carpa con la supervitaminada actuación de los noruegos Gluecifer. Y con inusitada previsión, Last Tour anunció que los estadounidenses Wilco serán el primer cabeza de cartel de un Azkena que celebrará su mayoría de edad el 21 y 22 de junio de 2019.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco Tigresas y leones en el circo del rock