Amitad de la cuarta temporada de 'Cobra Kai' hay una escena tan honesta como ridícula que me recordó a 'Matrix Resurrection'. Es una reunión del comité organizador del torneo de karate de West Valley. Una de las responsables proyecta una gráfica con los datos básicos ... del público del torneo: su edad, su sexo, sus gustos... Una vez que lo estudian, deciden cambiar el modelo de campeonato para que sea exactamente lo que espera su audiencia. Eso es lo que pasa en la primera y magistral media hora de 'Matrix Resurrection': un señalamiento absoluto a nosotros, los espectadores. Qué buena podría haber sido la película de Lana Wachowski si hubiera terminado ahí.

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'Cobra Kai' es un bucle tan infinito como el de 'Matrix', ambas escritas con ese característico aroma a algoritmo. En 1984, cuando Daniel Larusso venció a Johnny Lawrence con la patada de la grulla, se desencadenó una emoción poderosa, infinita y transgeneracional. Los intentos de rehacer esa patada han sido fracasos porque ninguna otra patada podía superar a la original. El 2 de mayo de 2018 se estrenó en Youtube una pequeña y maravillosa serie sobre perdedores y redención. Era 'Cobra Kai' y tenía algo nuevo que contar.

Y lo hizo, al menos, durante dos temporadas. Las dos originales. Luego llegó Netflix, la compró, la convirtió en uno de los títulos estrella de su catálogo y se la cargó. Se la cargó de la manera en que se carga sus historias: no aceptando el final y repitiendo el esquema una y otra vez hasta que se agoten los clientes, es decir, nosotros (sí, como en 'La casa de papel'). Y alguien tiene que parar este bucle porque yo, como usted, soy una víctima que ni puede ni quiere dejar de ver 'Cobra Kai'. Porque LaRusso y Lawrence son míos desde 1984.

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