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Ha tenido que venir Paquita Salas para decirnos que no pasa nada por equivocarnos, que todos creemos en lo que queremos creer, y que si te caes no has de quedarte en el suelo, que puedes buscar apoyos para levantarte de nuevo. Parecen lecciones esenciales ... que a estas alturas deberíamos tener más que aprendidas pero resulta que no, que en esta sociedad en la que triunfa la viralidad, en la que el éxito se cuenta por followers, y en la que un tuit puede arruinarte la vida, el nivel de exigencia -con nosotros y con los que nos rodean- es tan elevado que hasta lo más básico se nos ha olvidado.
Hay series de vez en cuando que causan un efecto revulsivo en el espectador. Y la tercera temporada de 'Paquita Salas' va en esa línea. Ha llegado para recordarnos lo importante, para darnos un par de sopapos de realidad con el fin de que se nos baje la tontería, como personas y como sociedad. Que en cualquiera de los dos papeles lo estamos haciendo realmente mal, teniendo en cuenta que somos capaces de dilapidar a alguien por mentirse a sí mismo -todos mentimos de alguna manera- o de reírnos hasta el escarnio del que mete la pata. Todo esto está pasando y en mayor o menor medida hemos sido cómplices de situaciones de este tipo. Algunas líneas argumentales de los nuevos capítulos nos lo descubren. Lo último de 'Paquita Salas' habla de temores, de obsesiones, de complejos, de todo eso que padece una generación criada a base de 'likes' y de la que nos hemos dejado contagiar también el resto. En eso hemos ayudado poco.
Los Javis firman, sin duda, la mejor temporada de su serie en Netflix, que ha alcanzado la madurez con un universo plagado de referencias y de frases que van a pasar a la posteridad, con un guion que lo mismo provoca risa que llanto, y con un puñado de personajes soberbios de los que se puede esperar de todo. No hay uno malo. Y crecen cuando caen en manos de un grupo de actrices que demuestran la excelente nómina de cómicas de la que podemos presumir en España. Solo necesitan buenas series que les dejen lucirse y Paquitas que las quieran, que las valoren y que las ayuden a levantarse cuando se caigan.
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