'Masterchef' como Benny Hill

Más allá de las diferentes pruebas a las que se somete a los aspirantes, el programa se dedica a deleitarse con los coqueteos que se profesan los participantes y los miembros del jurado, como si se tratase de una comedia de situación algo forzada y excesivamente repetitiva. Una vez, bien. ¿Diez? Se hace pesado. Por un lado tenemos a Jordi Cruz, que ronda a Tamara Falcó para que le invite a 'villa Preysler'. La hijísima de Isabel se pone remolona y muestra su sorpresa cuando observa cómo sus compañeros intercambian besos en la boca a la mínima de cambio (sobre todo Boris y Félix Gómez, que parecen los más desatados). Ella lo llama poliamor, los espectadores, patio de colegio. Por su parte, el otro chef, Pepe Rodríguez, tampoco desaprovecha la oportunidad para tirar los tejos a cualquiera que le haga un mínimo de caso. Y a Ana Obregón, que ha sido repescada, no parece disgustarle la opción y ha entrado en el juego -picos mediante-.

El rol principal en este show lo desempeña Anabel Alonso que, al más puro estilo Benny Hill, se dedica a perseguir a todo el personal para echarse directamente a sus brazos y comerles la boca. Nadie se libra de una carrerita por el plató con la actriz por detrás pidiendo guerra. Lo que comenzó como una divertida broma puntual se ha convertido en un gag recurrente que ya cansa a cualquiera. Y no será porque un programa como 'MasterChef' no pueda dar más de sí.