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El pasado miércoles la realidad nos presentaba una trepidante serie en la que el presidente del Gobierno veía cómo la legislatura se le escapaba de las manos por culpa de los mismos grupos parlamentarios que meses atrás lo habían aupado a ese cargo. Este argumento ... se desarrollaba con dos tramas más de fondo: por un lado, el juicio a varios representantes políticos acusados de rebelión, y por otro, el escándalo de un exministro recién salido de la cárcel en el centro de un entramado de sociedades con testaferros. La serie no perdía el ritmo en ningún momento, el guion daba giros notables constantemente y todos los actores destacaban en sus roles (hasta los más secundarios, como esa diputada canaria a la que no se le ocurrió nada mejor para menospreciar a la ministra de Hacienda que hacer de menos un barrio sevillano). No falló ningún ingrediente.

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