Borrar
Retrato oficial de Agustín I de Mexico, de 1865.
Agustín de Iturbide, el vasco que llegó a emperador de México
Historia

Agustín de Iturbide, el vasco que llegó a emperador de México

Aniversario ·

Se cumplen 200 años de la abdicación de Agustín de Iturbide, un militar de ascendencia vasco-navarra, al trono del Primer Imperio mexicano

Borja Olaizola

San Sebastián

Domingo, 22 de enero 2023

Probablemente no haya habido otro 'vasco' que haya tenido tanto poder en sus manos. Agustín de Iturbide y Aramburu, un militar criollo de ascendencia vasco-navarra, fue el primer gobernante de lo que hoy conocemos como México una vez consumada su independencia de España. Nombrado emperador después de haber negociado personalmente la secesión de la Nueva España con su último virrey, tuvo un reinado efímero que apenas duró nueve meses. El descubrimiento de una conspiración para acabar con su vida fue el detonante de su abdicación, de la que se cumplen ahora 200 años. Obligado a partir al exilio, el exemperador fue fusilado cuando regresó a México con el fin de advertir de un plan de las potencias europeas para recuperar la antigua colonia. Tenía 41 años.

La de Iturbide es una historia no demasiado conocida, quizás porque los sucesivos gobiernos mexicanos han hecho todo lo posible por echar tierra sobre su pasado imperial una vez que la república consiguió consolidarse. Oficialmente no figura entre los fundadores de la patria a pesar de que fue el que estampó su firma en el acta de la independencia, ideó la bandera nacional e incluso 'bautizó' al país al extender el nombre de la capital -México- a todo el territorio de lo que hasta entonces era la Nueva España. La voluntad de 'borrar' a Iturbide de la historia oficial llegó al punto que se ordenó suprimir una de las estrofas del himno nacional que le mencionaba. «Es una figura incómoda porque no se ajusta a los cánones de un país que en lo político se siente muy republicano», reflexiona Pilar Latasa, profesora de Historia de América de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra.

A Iturbide, añade la historiadora, cabe reconocerle como mínimo una gran visión política. Hijo de José Joaquín de Iturbide y Arregui, un navarro de Peralta, y de María Josefa de Aramburu, originaria de una familia con raíces en Oiartzun, el futuro emperador nació en 1783 el seno de una familia acomodada en Morelia, la antigua Valladolid mexicana. Estudió en el seminario pero no tardó mucho en orientar sus pasos hacia la carrera militar.

Cronología

  • 1783 Nace en Morelia (Nueva España) Agustín, hijo de José Joaquín de Iturbide y Arregui, natural de Peralta (Navarra), y de María Josefa de Aramburu, de familia con raíces en Oiartzun.

  • 1810 Empieza la guerra por la independencia de México. Agustín de Iturbide lucha contra los insurgentes como oficial del Ejército realista.

  • 1821. Iturbide, líder consolidado del Ejército realista, cambia de postura y pacta con los rebeldes un plan para iniciar un tránsito a la secesión bajo una monarquía constitucional. El militar alcanza con el último virrey español un acuerdo que abre la puerta a la independencia, que se consuma el mes de septiembre.

  • 1822 México ofrece el trono a la Familia Real española, que lo rechaza. Una multitud encabezada por el Ejército exige en Ciudad de México que Iturbide sea nombrado cabeza del Imperio Mexicano. El militar es coronado emperador en la catedral bajo el nombre de Agustín I de México

  • 1823 Iturbide descubre una conspiración para acabar con su vida y disuelve el Congreso. Sus enemigos le hostigan hasta el punto que abdica y huye a Europa con su familia.

  • 1824 Regresa a México para advertir de un plan de las potencias europeas para recuperar la excolonia. Es fusilado y su familia se traslada a Estados Unidos.

Integrado en el Ejército realista, Agustín Iturbide combatió de forma decidida a las tropas que habían abrazado la causa independentista. «Es la época en la que coinciden la crisis que provoca en las colonias españolas la llegada de los franceses al trono de Madrid de la mano de Napoleón con los movimientos a favor de la independencia en todo Hispanoamérica», reflexiona la profesora Latasa.

Cambio de bando

Iturbide supo jugar sus cartas en un terreno tan complicado. Después de adquirir un notable prestigio en el Ejército realista, donde había desarrollado una meteórica carrera sofocando a los insurgentes, se convirtió en la baza preferida de los sectores conservadores de la sociedad mexicana, atemorizados por las posibles consecuencias en la colonia del triunfo en España de la revolución liberal de Rafael de Riego. Es entonces cuando el militar da un golpe de efecto al abrazar la causa de la independencia y alcanzar un acuerdo con el líder de las tropas insurgentes. «Iturbide da muestra de una dotes políticas excepcionales al conciliar los intereses de todas las partes en el Plan de Iguala, que une a tradicionalistas y liberales en la búsqueda de la independencia», resume la historiadora.

El plan sentaba las bases para transitar hacia un régimen monárquico constitucional sin llegar a romper del todo con la metrópoli. Se llegó incluso a ofrecer el trono al rey Fernando VII o a algún otro integrante de la familiar real española, pero Madrid ignoró la propuesta. La figura de Iturbide atrajo al nuevo movimiento a la mayor parte de las tropas hasta entonces contrarias a la independencia. El control que ejercía en la Nueva España era tan apabullante que hasta el enviado de Madrid para supervisar la marcha de los acontecimientos, el virrey O'Donojú, accedió a firmar el Tratado de Córdoba, en la práctica el reconocimiento de la independencia de la colonia por parte de la metrópoli.

Una multitud proclama emperador a Iturbide el 18 de mayo de 1822. El escudo del Primer Imperio lucía ya los colores de la bandera nacional. El verde por la independencia, el blanco por la religión católica y el rojo por la igualdad. Ceremonia de coronación en la catedral de la capital mexicana el 21 de julio de 1822. INAH MEXICO
Imagen principal - Una multitud proclama emperador a Iturbide el 18 de mayo de 1822. El escudo del Primer Imperio lucía ya los colores de la bandera nacional. El verde por la independencia, el blanco por la religión católica y el rojo por la igualdad. Ceremonia de coronación en la catedral de la capital mexicana el 21 de julio de 1822.
Imagen secundaria 1 - Una multitud proclama emperador a Iturbide el 18 de mayo de 1822. El escudo del Primer Imperio lucía ya los colores de la bandera nacional. El verde por la independencia, el blanco por la religión católica y el rojo por la igualdad. Ceremonia de coronación en la catedral de la capital mexicana el 21 de julio de 1822.
Imagen secundaria 2 - Una multitud proclama emperador a Iturbide el 18 de mayo de 1822. El escudo del Primer Imperio lucía ya los colores de la bandera nacional. El verde por la independencia, el blanco por la religión católica y el rojo por la igualdad. Ceremonia de coronación en la catedral de la capital mexicana el 21 de julio de 1822.

Su entrada triunfal en la capital mexicana al mando de las tropas en 1821 fue el preludio de su proclamación como emperador un año después. Iturbide pasó a ser Agustín I de México en una solemne ceremonia en la catedral de la capital del nuevo país inspirada en la que había protagonizado unos años antes Napoleón en Notre Dame. Nacía así el Imperio Mexicano, un breve periodo histórico que colocó al militar de origen vasco-navarro al frente de un inmenso territorio: además de lo que hoy se conoce como México, la Nueva España comprendía entonces superficies que más tarde pasarían a ser parte de Estados Unidos (California, Nevada, Texas, Arizona, Colorado, Nuevo México, Utah...). En total, casi cinco millones de kilómetros cuadrados (México ocupa ahora 1,9 millones).

Ideó la bandera y 'bautizó' al país al extender el nombre de la capital, México, a lo que entonces era la Nueva España

A Iturbide no le dio tiempo de hacer muchas cosas más allá de intentar parchear una situación económica desastrosa por efecto de la guerra que había desangrado el país durante once años. El Congreso que le había elegido y aclamado como emperador le dio la espalda al poco de su coronación. El descubrimiento de una conspiración para acabar con su vida le llevó a disolver la Cámara, movimiento que fortaleció a los partidarios de instaurar un régimen republicano. Hostigado por sus enemigos, renuncia a la corona en marzo de 1822 y parte al exilio hacia Europa con su familia. Regresaría un año más tarde con el propósito de advertir de un plan de las potencias europeas para recuperar la colonia. Pero la situación política ya había dado la vuelta y su figura era una amenaza para los que ostentaban el poder. Fue fusilado en julio de 1824 y sus restos trasladados en 1838 a la catedral de Ciudad de México.

Agustín de Iturbide

Alguien como Simón Bolívar, en las antípodas de Iturbide desde el punto de vista ideológico, reconoció su labor en estos términos: «No me canso de admirar que un hombre tan común hiciese cosas tan extraordinarias. Bonaparte (por Napoleón) estaba llamado a hacer prodigios; Iturbide no, y por lo mismo, los hizo mayores que Bonaparte». Ignorado por unas autoridades poco amigas de sacar a la luz el pasado imperial de su país, el que fuera presidente del Primer Imperio mexicano empieza a ser reivindicado ahora por las nuevas generaciones de historiadores después de haber permanecido durante dos siglos en la sombra. «Nuestro país tiene una enorme deuda con Iturbide, sobre todo porque consiguió la independencia ahorrando un baño de sangre gracias a su habilidad política», sostiene el historiador y escritor mexicano Pedro J. Fernández, autor del libro 'Agustín de Iturbide, el otro padre de la patria'.

El 'heredero' australiano de Iturbide

Agustín de Iturbide no fue el único emperador mexicano. Cuatro décadas después de su fusilamiento, en 1864, llegaba al país azteca Maximiliano de Habsburgo para establecer el Segundo Imperio. El nuevo emperador y su esposa Carlota, que no tenían hijos, adoptaron a un nieto de Iturbide y a un primo para garantizar de esa forma la continuidad del linaje imperial. Como Iturbide, Maximiliano no duró mucho al frente del país y fue fusilado en 1867.

Algunos de los descendientes de Iturbide terminaron recalando en Europa. Fue el caso de una de sus nietas, María Josepha, que se convirtió en cabeza de la Casa Imperial de México en 1925 tras fallecer su tío, también de nombre Agustín. La heredera se había casado antes en Hungría con un oficial de caballería del ejército austro-húngaro. Un descendiente de una de las hijas de aquel matrimonio, Maximiliano Götzen-Iturbide, es en la actualidad el heredero legítimo del trono de México. Se trata de un empresario que reside en Australia y que, según la prensa mexicana, no tiene ninguna intención de desempeñar papel político alguno. Los medios del país azteca, sin embargo, revelaron que el empresario fue recibido en 2011 en el Vaticano por el entonces Papa Benedicto XVI como «legítimo heredero al trono de México».

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco Agustín de Iturbide, el vasco que llegó a emperador de México