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Miguel Aizpuru
Lunes, 20 de mayo 2024, 18:35
Juan Ignacio Vidarte, la cara visible del Guggenheim durante sus 27 años de andadura, ha anunciado que abandonará su cargo de director del museo a final de año. Según ha informado esta tarde al Patronato de la institución, se abre a partir de ahora un ... proceso de selección desde los órganos de gestión de la institución para la búsqueda de un sucesor que, según los plazos previstos, debería anunciarse antes de que culmine este 2024.
El único director que ha tenido el museo –y que ha permanecido al frente por casi tres décadas– ha oficializado este lunes ante el Patronato su marcha dentro de unos meses, dando inicio a una etapa en la que la institución debe ejercer de cazatalentos; una fase similar a la que ejecutó el Guggenheim de Nueva York el pasado año, y que culminó con la elección de Mariët Westermann como nueva directora.
Mientras tanto, Vidarte continuará al frente y dejará las riendas del Guggenheim Bilbao ya con el relevo elegido. No se trata de momento de una jubilación, sino de un paso al lado, ya que Vidarte, de 68 años, prevé permanecer en su cargo de director adjunto y de Estrategias Globales de la Fundación Solomon R. Guggenheim, el ente que gestiona la constelación de pinacotecas situadas en Bilbao, Nueva York, Venecia y Abu Dabi.
El hasta la fecha único director del museo ha valorado que era el momento de preparar su salida, tras más de 32 años dedicados al Guggenheim (27 como director y cinco anteriores al frente del consorcio), dando inicio así a un proceso de relevo que, salvo imprevistos, culminará en octubre o noviembre para cerrar este 2024 con su sustituto ejerciendo. En cualquier caso, Vidarte anunciará mañana todos los detalles en una rueda de prensa.La andadura del veterano gestor al frente del Museo dejará un balance sin duda exitoso, rebasando todas las previsiones iniciales del proyecto que se puso en marcha a finales de siglo. Como ejemplo de ello, el Guggenheim Bilbao ha llegado a superar en número de visitantes anuales a su matriz de Nueva York y, el pasado 2023, las cifras fueron de récord absoluto, con 1.324.221 asistentes.
Pero sin duda, Vidarte puede presumir de haber gestionado con éxito una institución que ha trascendido su vertiente artística para convertirse en un motor de transformación y revitalización urbanística que ha colocado a Bilbao en el mapamundi. Una pinacoteca que ha acuñado el 'efecto Guggenheim', un concepto estudiado a nivel internacional como ejemplo de cómo el arte y la arquitectura pueden ser la punta de lanza del proceso de transformación radical de un territorio asolado por la reconversión industrial en una moderna ciudad enfocada al turismo y al sector servicios.
El director deja las riendas del museo en un momento en el que los datos, el bagaje y la trayectoria acompañan al proyecto que ha liderado durante tres décadas; eso sí, sin poder culminar una de sus principales aspiraciones: la ampliación de una institución ideada para 400.000 personas pero que acoge el triple de visitantes. Y es que no verá hacerse realidad el controvertido proyecto del Guggenheim Urdaibai, una apuesta personal de Vidarte que encara un horizonte complejo tras quedar en 'stand by' por las reticencias del Gobierno vasco a un plan que genera rechazo en una parte de la sociedad vizcaína.
Vidarte (Bilbao, 1956) fue elegido en 1992 por su perfil técnico y de gestión para hacerse cargo desde sus primeras etapas de una arriesgada apuesta, vista entonces con reticencias por una gran parte de la sociedad, para hacer resurgir a Bilbao y activar la estrategia del turismo tras el declive industrial de los años 80. Licenciado en Empresariales por Deusto, ejercía entonces de director de Política Fiscal y Financiera de la Diputación, desde donde pasó a estar al frente del Consorcio del Proyecto Guggenheim Bilbao, supervisando la construcción e instalación del museo durante los cinco años en los que se acometió, y ya ejerciendo la dirección de la pinacoteca desde la inauguración en 1997.
Pese a recibir algunas críticas por carecer de experiencia en el ámbito artístico y cultural y tener un perfil exclusivamente gestor, Vidarte estuvo desde el principio involucrado en los entresijos de un proyecto complejo y con riesgos, y el éxito posterior le reforzó al frente del museo. No era nada fácil su tarea en los años 90, con sectores de la sociedad vasca y del mundo del arte en contra de un proyecto que voces autorizadas como la de Jorge Oteiza consideraban «una provocación».
No solo eso, sino que la amenaza terrorista de ETA sobrevoló desde el primer momento la construcción y terminó concretándose con el asesinato del ertzaina Txema Agirre, que murió tiroteado en la explanada del Museo el 13 de octubre de 1997 –cinco días antes de la inauguración– tras impedir que un comando de ETA colocara explosivos en unas jardineras. Pero el Guggenheim Bilbao alzó finalmente el vuelo y el éxito fue innegable desde los primeros compases, convirtiéndose en el principal polo de atracción de Bilbao y de Bizkaia.
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